El pesimismo se instala en la sociedad cántabra a pesar de que el PIB sigue creciendo

Los ERTEs industriales han venido a reforzar un malestar social que ya era notorio desde hace meses

Con una economía que en 2018 creció al mayor ritmo del país, solo por detrás de Madrid, y que en 2019 lo ha hecho casi al 2% (aún no hay datos oficiales) puede sorprender la sensación de crisis que se ha instalado entre la ciudadanía cántabra, mayor que en cualquier otro lugar del Estado. No solo se palpa en la calle. Queda reflejada en las encuestas. Tanto la realizada por la Asociación de Empresas Familiares de Cantabria (Acefam) como el Barómetro de los Ingenieros Técnicos indican un pesimismo tan generalizado como en los peores momentos de la crisis. Queda la duda de si está del todo justificado, ya que la mayoría consideran que la situación general pero responden que su empresa va bien.


Esta revista ya dio cuenta en octubre de la aparente contradicción que revelaba el último barómetro del INE, en el que una clara mayoría de los cántabros consideraba la situación económica como mala o muy mala y, en cambio, una mayoría parecida decía que la suya personal era buena. Dado que el número de muestras que utiliza el Instituto Nacional de Estadística en Cantabria es muy reducida, quedaba la duda de su fiabilidad, pero, encuesta tras encuesta, parece reproducirse el mismo esquema: el pesimismo se ha instalado en la comunidad autónoma y los acontecimientos de diciembre han contribuido a cargarlo de razones, con ERTEs en media docena de grandes fábricas que tiran de la economía regional, y una enorme tensión política, que mantiene a muchas personas en un estado emocional poco proclive al gasto, a las inversiones y a la confianza en el futuro.

Es cierto que las previsiones de los institutos de análisis indican una clara retracción del crecimiento en la región. El BBVA cree que a partir del verano se ha producido una franca desaceleración y  es posible que no haya superado el 1,8%, sin el problema se acentúe en 2020, para el que estima un crecimiento del 1,7%. La fundación de las antiguas cajas de ahorros, Funcas, lo eleva al 1,9%, pero es probable que los expertos de ambos organismos no llegaran a tener en cuenta el rápido empeoramiento del entorno internacional, del que Cantabria es muy dependiente, como consecuencia del parón de Alemania, o la crisis desatada por Trump con Irán, que puede disparar el precio del petróleo.

El Barómetro de los Ingenieros Técnicos ha contado con la colaboración, en Cantabria, del Colegio de Economistas, y los resultados referidos a la región fueron presentados por los decanos de los colegios oficiales de Ingenieros Técnicos Industriales y Economistas, Enrique González Herbera y Fernando García Andrés, respectivamente.

Los empresarios viven con mucha más intensidad esas circunstancias coyunturales y eso se refleja en encuestas como las realizadas por Acefam o el Barómetro de los Ingenieros Técnicos, que vienen a confirmar un malestar social mucho más profundo del que correspondería a un crecimiento del PIB del 2%, que muchos países desearían para sí.

Entre los empresarios familiares consultados en la última reunión anual que hace esta organización, ni uno solo consideró que la situación sea buena o muy buena. En una puntuación posible entre 1 (muy mala) y 9 (muy buena), la nota media fue 2,85, mientras que el año anterior había sido 4,28. Curiosamente, los empresarios veían bastante mejor la evolución del país, con una media de 4, solo medio punto peor que el año anterior. Lo llamativo es que, por el momento, la región crece a un ritmo parecido al resto del país y, además, los empresarios reconocían que la situación política local es bastante mejor que la nacional, a la que otorgan directamente la calificación de ‘muy mala’ (el 78,8% la puntúan con un 1 y el 21,2% restante con un 2). En ese momento, nadie podía suponer que tres semanas después, y a resultas de la investidura de Pedro Sánchez, podía romperse el Ejecutivo cántabro.

Es posible que los empresarios cántabros acusen en su estado de ánimo un enfriamiento de las ventas, aunque siguen siendo más los que reconocen que en 2019 vendieron más que el año anterior (un 39,4%) que quienes dicen haber perdido facturación (el 30,3%). En estas condiciones, resulta llamativo que un 24,2% mostrase la intención de reducir su plantilla, frente al 3,3% del año anterior. Pero lo que tiene un punto de desconcertante es que, con tan oscuros pronósticos sobre la evolución económica, sean casi el doble que el año anterior los que estén pensando en hacer inversiones (el 57,6%) o que un 87,9% responda que no puede hacer más contrataciones porque no encuentra en el mercado laboral los perfiles laborales adecuados.

También es destacable que, a pesar de la insistencia del Instituto de la Empresa Familiar en su último congreso para que cada delegación trabaje en la mejora de la imagen social que tienen los empresarios, los miembros de su asociación cántabra la califiquen con un 4,6, (lo que significa que no hay una visión especialmente negativa del emprendedor en la región) y en el caso concreto de los empresarios familiares, le adjudiquen una imagen entre la ciudadanía del 5,7%, muy aceptable.

La situación regional, mucho peor que la del país

El Barómetro de los Ingenieros Técnicos muestra otra cara no muy distinta de esta poliédrica realidad. La opinión de estos técnicos, que también conocen muy bien las tripas de la economía regional, porque trabajan en todo tipo de empresas, es algo menos visceral que la de los empresarios familiares, pero coincide en considerar que Cantabria está peor que el conjunto del país. El 60% de los ingenieros técnicos industriales de Cantabria consideran que la situación de la industria de la comunidad autónoma es “mala” o “muy mala”, y solo el 7,0% que la considera “buena” o “muy buena”. El resto de los encuestados (32,9%) se posiciona en un nivel intermedio. Sin embargo, en el conjunto de España, solo el 39,0% de sus compañeros de profesión consideran que la situación de la industria es “mala” o “muy mala” y un 23,0% la califica de “buena” o “muy buena”, unas opiniones mucho menos pesimistas, a pesar de que en términos de PIB, la evolución de la región y la nacional van muy parejas en estos momentos.

Las encuestas se realizaron poco antes de aflorar los problemas que ha empezado a padecer buena parte del sector industrial.

En cuanto a los incentivos a la industria promovidos por la Administración, la opinión reflejada en el Barómetro por los ingenieros es igualmente negativa: el 68,2% de los encuestados cántabros marcaron la opción de “mala” o “muy mala”, siendo para los de otras regiones del 53,9%. Tan solo el 8,2% eligió la opción de “buena” o “muy buena” (10,5% en otras regiones).

Mejor situación sobre la empresa propia

Como pasan con los empresarios familiares, los ingenieros técnicos tienen mucha mejor opinión sobre la situación en que se encuentra la empresa en la que trabajan. El 66,0% (60,6% a nivel nacional) de los que trabajan por cuenta ajena en Cantabria dice que es “buena” o “muy buena”. En el caso de los que trabajan por cuenta propia, el 43,4% (33,0% a nivel nacional) la considera “buena” o “muy buena”.

A los autónomos se les preguntó también acerca de la previsión de contratación de personal en su empresa y no mostraron demasiado optimismo: para un 43,4% (41,3% a nivel nacional) la previsión es “mala” o “muy mala”, y solo el 13,0% (25,7% a nivel nacional) dice que es “buena” o “muy buena”.

“Estos resultados –indica el presidente del colegio cántabro, Enrique González Herbera– ponen de manifiesto cuatro aspectos: que la valoración de la situación actual es negativa para la mayoría de los ingenieros; que existe un descontento por las medidas tomadas por la Administración para desarrollar y fomentar el sector industrial; que la situación económica de las empresas del sector continúa siendo buena y que no existen grandes expectativas en cuanto a la contratación de más personal”.

Se podría sacar una conclusión más, la de que hay una tendencia muy clara a suponer que los demás están peor que uno mismo. Dado que este patrón es tan general (casi todos piensan que son los demás los que están mal) eso invalidaría parte del argumento, porque es evidente que ofrece más fiabilidad la opinión que tiene cada uno de lo que conoce bien (lo propio) que de lo que conoce por referencias (lo de los demás).

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