Seguros contra la morosidad

Ignorarlo, asumirlo o trasladarlo. Estas son, en palabras de un veterano corredor de seguros cántabro, las tres únicas salidas que tiene una empresa para hacer frente a un riesgo. Y, dado el aumento de la morosidad provocado por la incertidumbre económica y la crisis inmobiliaria, todas las empresas que hacen operaciones comerciales, y más las de la construcción, están tomando esta tercera vía, transferir el riesgo a las aseguradoras, para prevenir los impagos de su clientela.
La contratación de una póliza de crédito garantiza que la aseguradora se hará cargo del pago de la deuda al cliente de la constructora o de la promotora, en caso de que ésta se declarase insolvente. Así que las más interesadas en este tipo de seguros son las empresas proveedoras de materias primas, metalúrgicas o instaladoras de equipos.
El año pasado, más de 400 constructoras españolas se vieron envueltas en procesos concursales, lo que ha motivado un incremento del 14% en este tipo de pólizas, las que más han aumentado en 2007 y las que, seguramente, más lo harán durante este año. Hay quien piensa que su ritmo de crecimiento se va a duplicar.
Sin embargo, lo que parece una clara oportunidad de negocio para el sector no lo es tanto por el aumento de los siniestros que conlleva la crisis crediticia y la rigidez de las propias compañías aseguradoras, que se ven obligadas a analizar al milímetro la situación financiera del cliente y a exigirle una solvencia mucho mayor que hace solo unos meses. De hecho, algunas empresas que tenían contratadas estas pólizas están viendo cómo su cobertura se limita o las aseguradoras se niegan a renovarlas.
Según el corredor de seguros Francisco Laso, la contratación de estas pólizas para garantizar los pagos y las de responsabilidad civil para directivos y consejeros están en auge, ahora que la Ley de Sociedades les obliga a responder a las reclamaciones con su patrimonio personal.
Las aseguradoras dan cobertura a los ejecutivos desde hace años pero, según Vivencio Villegas, corredor especializado en este tipo de pólizas, “la cultura de la reclamación ha crecido mucho en los últimos años y los profesionales son más conscientes de la necesidad de protegerse ante una posible negligencia”.
Las aseguradoras no han pasado por alto esta circunstancia y avanzan en nuevas líneas de protección para el empresario, incluso cuando ha de enfrentarse a sanciones relacionadas con el cumplimiento de la Ley de Protección de Datos Personales, o de la aún más reciente Ley de Responsabilidad Medioambiental, que les obliga no sólo a pagar por el daño causado, sino también a repararlo.

Seguros para inmigrantes

El sector de los seguros tiene tanto de inmutable como de cambiante ya que a la tradicional protección de la casa, el coche o salud se unen cada año nuevas pólizas que intentan dar respuesta a demandas que la actualidad económica y social lleva aparejadas.
Una de estas nuevas necesidades la plantea la población inmigrante, que en la actualidad suscribe una de cada cinco pólizas nuevas que se contratan en el país. Los extranjeros que residen en España, al igual que van impregnándose de otras costumbres de nuestra cultura e idiosincracia, están interiorizando la necesidad de estar asegurado, sobre todo los marroquíes y sudamericanos. Y como una de sus preocupaciones es la posibilidad de fallecer en tierra extraña, han pasado de organizar colectas para repatriar a sus difuntos, a contratar un seguro ad hoc para garantizar el traslado del fallecido al aeropuerto más cercano a su domicilio, que incluye el coste del avión para uno o más acompañantes y una cantidad extra para sufragar otros gastos del proceso.
En provincias con un alto porcentaje de población inmigrante, como Almería, las aseguradoras se han encontrado con que este seguro se ha convertido en su producto estrella. En Cantabria, lo comercializan distintas entidades, entre ellas SegurCantabria, el operador de bancaseguros de la Caja, que aclara que “más que a una búsqueda de rentabilidad (la prima es de solo 25 euros al año), esta póliza responde al compromiso de la entidad con la población inmigrante”.
Junto al seguro de repatriación y decesos, el mercado ha diseñado otra serie de productos para este colectivo, desde la asistencia jurídica telefónica para solucionar trámites de extranjería o a los que garantizan el envío periódico de dinero a sus países de origen.
Las aseguradoras sanitarias también han creado coberturas específicas para extranjeros que residan o pasen una temporada en nuestro país, que incluyen desde consultas de medicina primaria hasta pruebas diagnósticas, hospitalizaciones e, incluso, la consulta a facultativos de reconocido prestigio internacional en determinadas enfermedades graves. Casi todas estas modalidades contemplan una línea telefónica bilingüe y un cuadro médico capaz de atender al asegurado en su idioma natal.
Lo más importante para las aseguradoras es que los extranjeros no sólo contratan seguros adaptados a sus necesidades, también son potenciales clientes del mismo tipo de pólizas que suscribe la población local, especialmente el seguro obligatorio del automóvil, que se les suele ofertar con alguna rebaja, dada la creciente proporción de inmigrantes empleados en trabajos de conducción.

Caída en los seguros de vida

La incertidumbre económica que se cierne sobre los mercados financieros ha generado una caída en el ramo de los seguros de vida, tanto en los que dan cobertura al fallecimiento y la invalidez, como en los de ahorro.
Las razones de este bajón se encuentran, nuevamente, en la pérdida de la capacidad de ahorro, por el creciente endeudamiento de las familias, la subida de los tipos de interés o el paro y la crisis inmobiliaria, que motiva un descenso en la contratación de seguros vinculados a garantías hipotecarias. Un último factor que ha influido negativamente en la contratación de estas pólizas de vida es la reforma tributaria del año pasado, que establece las mismas ventajas fiscales para un producto asegurador a largo plazo que para un producto financiero a corto, lo que hace que el cliente se decante por el que ofrezca mayor liquidez y un menor tiempo de rescate.
Hace poco más de un año que se puso en marcha un registro para localizar a los beneficiarios de estas pólizas de vida e impedir que se queden sin cobrar. Tras haber finalizado el plazo concedido a las aseguradoras para que vuelquen en él sus datos, se han recopilado más de 65,5 millones de contratos. No obstante, los usuarios de bancos se quejan de que muchos ciudadanos desconocen la existencia de este instrumento y tienen problemas para obtener la información que buscan.
El menor crecimiento del ramo de vida (2,1%) ha condicionado que el sector asegurador haya evolucionado de forma más discreta durante 2007 (3,9%), exactamente la mitad que en 2006 (7,8%), con un valor de primas recaudado que asciende a 54,6 millones de euros.
En Cantabria, los ramos más demandados son el de decesos (17%) y el de automóviles (15,9%), según datos de la Asociación Cántabra de Corredores, que cuenta con 66 asociados en la región y se integra en Fecor, la federación nacional de corredurías de seguros.
Hace tiempo que el sector ha comprendido que su futuro está ligado al éxito de productos vinculados con el envejecimiento de la población y el incremento del gasto sanitario. Pero, por el momento, los seguros nacidos al albur de la Ley de Dependencia no han despegado. Hilario Pesquera, presidente de la Asociación de Corredores, confirma que están iniciándose en este ámbito, así como en las llamadas hipotecas inversas, que posibilitan a las personas mayores disponer de una renta a cambio de hipotecar su casa y en la asistencia informática.
Para Pesquera, “lo más preocupante es que el consumidor piense que todos los seguros que se ofrecen en el mercado, sobre todo los riesgos de automoción, hogar, o accidentes son iguales o parecidos y, por tanto, busque el precio más barato al suponer que obtendrá el mismo servicio en una línea directa, compañía de seguros, agente exclusivo o banca seguros”. En su opinión, las corredurías aportan un valor añadido, al cumplir con más obligaciones legales (objetividad, transparencia, asesoramiento, etc.) que el resto de canales de distribución.
Y es que, cuanto más se esfuerza el sector por regular la profesión, más oportunidades tiene el ciudadano de contratar un seguro sin necesidad de acudir a la oficina de un mediador. Las nuevas tecnologías están renovando un sector tradicional, que comienza a realizar gestiones vía Internet (como los contratos jurídicos de Arag) pero nunca podrán sustituir el contacto personal. Como concluye el director regional de Euromutua, a la tecnología “hay que ponerle cara” para sentirse seguro.

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