Bosch amplía la planta de Frenado de San Felices

La amenaza que puedan representar los países del Este en sectores como la automoción, no tiene mejor antídoto que modernizar las fábricas y los procesos productivos. Una de las firmas del sector más importantes de Cantabria, Bosch Sistemas de Frenado, acaba de renovar su planta de San Felices de Buelna, dedicada a la fabricación de frenos de disco para automóviles.
La multinacional alemana ha invertido cuatro millones de euros en dotar la planta de una nueva línea de zincado electrolítico para el tratamiento de las piezas que allí se mecanizan. La nueva línea también supone la posibilidad de incrementar en un tercio la capacidad productiva de la factoría, hasta situarla en nueve millones de piezas al año.

Un producto para la exportación

El nuevo equipamiento aporta una clara ventaja competitiva para Bosch Sistemas de Frenado, ya que permite realizar en la planta el proceso completo de fabricación de los frenos de disco (mecanización, zincado y montaje). Hasta ahora, la fábrica de San Felices se veía obligada a enviar a otra planta francesa del grupo parte de su producción, para que allí recibiese el tratamiento electrolítico.
Bosch fabrica anualmente dos millones y medio de frenos de disco, que van destinados a algunas de las más importantes firmas automovilísticas que ensamblan en Europa (Renault, Peugeot, Daimler Chrysler, Ford, Volkswagen o Nissan). En la planta cántabra se mecanizan y tratan las dos piezas del freno que son de fundición (pinza y horquilla). El resto (pistón, muelles y guardapolvos) son suministrados por proveedores. El freno queda así completo, a falta del disco o rotor, que las plantas de coches adquieren directamente por otras vías.
Tras su mecanizado, las cinco millones de pinzas y horquillas que hace cada año, se someten a un baño electrolítico de zinc para evitar la oxidación, y posteriormente a otro tratamiento con cromo que aumenta la resistencia a la corrosión.
Es esta línea de zincado, la que ha sido completamente renovada, al sustituir otra instalación que contaba con veinte años de antigüedad. La nueva línea estará plenamente operativa este verano y cuenta con 83 cubas –frente a las poco más de 40 de la anterior– que suman una capacidad de 148 metros cúbicos. Su mayor tamaño ha exigido ampliar la fábrica, levantando una nueva nave de 3.200 m2 que eleva a 13.500 metros la superficie construida.
Los frenos salen listos para ser montados en las plantas de automóviles de toda Europa. Sólo un 10% de los seis millones de piezas que salen cada año de San Felices, se emplean en España.

Autorización Ambiental Integrada

La renovación llevada a cabo por Bosch ha sido el primer proyecto industrial que en Cantabria se ha visto obligado a cumplir el procedimiento de la autorización ambiental integrada. Esta nueva regulación, incluida en la Ley de Prevención y Control Integrado de la Contaminación de 2002, viene a sustituir a la del Reglamento de Actividades Molestas en la evaluación del impacto ambiental de las actividades fabriles.
La nueva normativa pretende imponer la aplicación de las mejores técnicas disponibles en cada caso para minimizar el impacto ambiental. En Bosch SF, la línea de zincado incorpora un sistema de lavado en cascada que reduce en un 25% el consumo de agua por pieza. Además, las reformas introducidas por la fábrica contemplan también la construcción de una nueva depuradora.
Con esta línea de tratamiento electrolítico, la fábrica de San Felices se adelanta a otra de las exigencias ambientales de la Unión Europea, ya que le permitirá sustituir progresivamente en los baños de pasivado el cromo hexavalente (Cr+6) que se ha empleado tradicionalmente, y cuyo uso estará prohibido a partir de enero del 2007 por haberse relacionado con algunas enfermedades, por el trivalente (Cr+3) que es muy común en suplementos dietéticos, por constituir un nutriente esencial para el metabolismo humano.

Treinta años de historia

Con su pertenencia al Grupo Bosch, la fábrica de San Felices parece haber encontrado la estabilidad que no llegó a lograr con sus anteriores propietarios. La planta fue creada en 1976 por Bendix España, una firma participada mayoritariamente por la multinacional norteamericana Allied Signal. Inicialmente, estuvo destinada a la fabricación de frenos y amortiguadores, para lo que aprovechaba parte de las instalaciones de la desaparecida Authi. En 1993, Allied Signal se hizo con el control total de Bendix, que en aquella época era también propietaria de Greyco, otra fábrica corraliega.
La planta de San Felices pasó a pertenecer a la multinacional alemana en abril de 1996, como consecuencia de un gran acuerdo con Allied Signal por el que Bosch se hizo cargo de 24 fábricas de la empresa norteamericana repartidas por Europa y América, por las que desembolsó 185.000 millones de pesetas. Con la adquisición, Bosch añadía a su amplia gama de componentes de automoción la fabricación de frenos para turismos y vehículos industriales. Hasta entonces, en ese segmento de mercado, el grupo alemán sólo producía sistemas antibloqueo y de control de tracción.
En la actualidad, la planta cántabra forma parte, junto a las fábricas de Pamplona y Lliçà d’Amunt (Barcelona), de la sociedad Bosch Sistemas de Frenado, integrada dentro del Grupo Robert Bosch, que cuenta en España con nueve centros de producción –tres de ellos en Cantabria– y alrededor de 8.000 trabajadores.
Los 260 puestos de trabajo de San Felices convierten el centro en una de las grandes fábricas de Cantabria, un dato de especial relevancia para el tejido industrial del valle de Buelna, que se ve amenazado tras el anuncio de cierre de Trefilerías Quijano, una de sus empresas emblemáticas.

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