Hacia un punto de equilibrio

La Administración ha iniciado un plan de actuación para atajar el elevado nivel de siniestralidad español. El propósito de este plan de choque es encomiable y pretende «fiscalizar» aquellas empresas que en 1999 tuvieron más accidentes con baja. La autoridad laboral inicia esta campaña por medio de visitas en las que recabará datos sobre la implantación de los sistemas de gestión de la prevención y asesorará sobre cómo avanzar en su desarrollo.
Es muy posible que todas las empresas afectadas hayan recibido ya la carta donde se le anticipa este Plan. Indudablemente tiene sentido pensar que si la causa de que aumente la siniestralidad es la no aplicación de la legislación, se debe dar una vuelta de tuerca y exigir con determinación que se cumpla. En éste sentido la experiencia en Aragón parece ser positiva. Sin embargo, existen ciertas precauciones a adoptar en la aplicación de este Plan. Es fundamental que, en una primera fase, prime el carácter divulgativo y de asesoramiento y que se faciliten unos plazos razonables para la implantación de todo el sistema o correremos el riesgo de ocasionar consecuencias no deseadas. El solicitar de inmediato todas las actuaciones preventivas al mayor número posible de empresas puede originar un colapso en los Servicios de Prevención. De la misma forma, se asume esa posibilidad si se actúa pensando que todas las empresas con accidentes tienen el mismo nivel de riesgo. Indudablemente hay empresas con un elevado nivel de riesgo y gravedad pero habrá accidentes acontecidos en oficinas, comercios minoristas, etc.
El criterio fundamental en la aplicación del sistema de prevención debe ser el de la calidad porque sólo así se lograrán mejorar las condiciones de trabajo y reducir los accidentes y las enfermedades profesionales. Y ese criterio de calidad puede peligrar si lo que prima es la urgencia, bien porque el empresario tenga la amenaza de una actuación punitiva bien porque los profesionales de la prevención tengan la presión de una gran cartera de clientes. Los técnicos de prevención necesitan un tiempo, posterior a la formación, para poder alcanzar el grado de experimentación y cualificación que necesita esta ingente tarea y hay que recordar que todavía estamos en las primeras promociones de estos profesionales en prevención.
La prevención es una cultura, un modo de pensar que se ha de reflejar en una manera de actuar y esto, también, necesita su tiempo. Los que llevamos años trabajando en actividades de prevención sabemos que los sistemas y estructuras que comprimen los tiempos de trabajo no ayudan precisamente a evitar accidentes. Las prisas no son buenas.
Estamos convencidos que estos temores se tendrán en cuenta y la implantación de la prevención se logrará con éxito.

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