El ferry será el gran damnificado por la llegada de los vuelos baratos

Hasta hace unos meses, los gobiernos cántabros se conformaban con no perder lo que tenían en materia aérea. Y lo que tenían era más bien poco. Una sola compañía, con dos destinos (Madrid y Barcelona) en aviones pequeños y a precios de escándalo. Pero mucho más escandaloso es que, incluso ese régimen de monopolio, haya tenido que ser subvencionado. El Gobierno del PP firmó un acuerdo con Air Nostrum por el que incentivaba tal esfuerzo de la compañía (el no marcharse) con una suculenta cantidad durante tres años. En 2004, los cántabros le pagaremos a la filial de Iberia 696.000 euros (unos 115 millones de pesetas) en concepto de “promoción de Cantabria”. Un acuerdo leonino que no sólo no puede deshacerse (seguirá vigente aún en 2005) sino que además de ser costoso desincentiva la presencia de líneas competidoras.
Es cierto que otras regiones se vieron forzadas a llegar a acuerdos semejantes con Air Nostrum cuando Iberia dejó en manos de esta empresa el negocio de los vuelos regionales. Con ello, evitaban perder no sólo los reactores, sino todo tipo de vuelos, pero esto no hace más justificable la situación.
La presencia de Ryanair ha roto este y otros esquemas. Los más de 500 pasajeros que van a llegar cada día a Parayas desde destinos extranjeros y otros tantos que se apresten a salir por la terminal santanderina han creado un escenario turístico tan novedoso como imprevisto y ahora los hosteleros buscan ideas para captar unos visitantes inesperados. Los nuevos clientes potenciales son jóvenes, con intereses muy variados y en muchas ocasiones, sin un plan de viaje demasiado definido, por lo que ya hay varios operadores locales que han analizado la posibilidad de vender paquetes en origen o en destino, con un programa de actividades que les retenga en la región.

Los otros negocios de Ryanair

Las perspectivas son razonablemente buenas, pero es la propia Ryanair la más interesada en explotar a sus clientes, en lugar de dejárselos a terceros. El negocio de la compañía irlandesa es algo más complejo que vender billetes de avión, porque de lo contrario no se entendería que una parte de ellos prácticamente los regale. A la empresa de O’Leary le interesa llenar cada avión, y prácticamente lo consigue, aunque para ello tenga que vender casi la mitad de los billetes a un precio de saldo. El motivo está en que esos pasajes le proporcionan otros ingresos, los del Gobierno de Cantabria, que subvenciona el éxito de los vuelos. Una aparente paradoja, que en realidad es una sutil estrategia para garantizar que tanto la compañía aérea como el propio Ejecutivo se salen con la suya: rentabilizar su apuesta.
Eso no quiere decir que Ryanair renuncie a sacarle más rentabilidad a esta clientela. Y lo hace por muchas vías, desde las ventas a bordo del avión, donde se pueden adquirir recuerdos, perfumes, relojes, bebidas, etc, hasta el aprovechamiento de las bodegas. El hecho de que sus pasajeros lleven mucho menos equipaje que los turistas habituales, porque sus estancias suelen ser muy cortas, libera una parte de las bodegas, y la compañía irlandesa acostumbra aprovechar esta circunstancia para ofrecer a las empresas el transporte de pequeñas cargas.
Otra estrategia es tratar de participar en el negocio hostelero que generan sus pasajeros. El acuerdo con el Gobierno de Cantabria permite que en la página web de la compañía aparezcan dos enlaces donde los visitantes pueden conocer la región o su oferta turística, pero no hacer reservas hoteleras. Esta posibilidad queda reservada a aquellos hoteles con los que la compañía aérea llega a acuerdos, a cambio de un porcentaje de los ingresos obtenidos por la venta de habitaciones.

Efervescencia

No obstante, los aviones van a aportar muchos viajeros que se muevan por otros canales, y se detecta en el sector turístico regional una efervescencia por participar en una tarta que aún está por repartir. La línea puede resultar poco significativa para el sector hotelero londinense, romano o de Frankfurt, pero no para una pequeña ciudad como Santander. Mucho más cuando se pongan en marcha todos los servicios previstos. Si el acuerdo cuatrienal se cumple, Ryanair deberá añadir otros tres vuelos diarios, y queda a su elección decidir si serán destinos distintos o duplicará alguna de las líneas ya establecidas.
Entre los potenciales nuevos destinos se han barajado París y Bruselas. En su momento se pensó en Milan, que la compañía sustituyó por Roma. En cualquier elección pesan un sinnúmero de factores, desde la distancia (no debe ser muy cercana ni demasiado lejana) a la disponibilidad de un aeropuerto pequeño y barato en las inmediaciones, y al atractivo que pueda tener la zona para el público del norte de España.

Problemas para el ferry

La euforia por la llegada de Ryanair no ha contagiado a todos, porque no todos saldrán beneficiados. Hay un claro perjudicado, el ferry que une Santander con Plymouth. Aunque no se haya exteriorizado, en la compañía hay un notable malestar y una cierta preocupación. El ferry recibió una subvención anual de 50 millones de pesetas hasta 2001 para la promoción de Cantabria. Una ayuda que nunca pidió y por cuya supresión tampoco protestó. Pero ahora queda en la naviera una sensación de competencia desleal, ya que se apoya con 1,2 millones de euros al año la entrada de un competidor muy directo, mientras que la línea marítima, que trae 140.000 pasajeros y 40.000 vehículos al año, no ha recibido ni siquiera un ofrecimiento de ayuda cuando el pasado mes de agosto se encontró con un gravísimo problema, al no poder embarcar a varios millares de turistas por la avería del barco y muchos de ellos se vieron bloqueados sobre la plataforma del muelle a pleno sol, sin ningún sitio al que ir ni posibilidad de atenderles.
El problema de fondo no son las ayudas, sino el haber introducido con ellas un medio de transporte contra el que resulta muy difícil luchar.
Una parte de los pasajeros que llegan en el vuelo de Londres son clientes tradicionales del ferry, sobre todo aquellos que tienen casa en Cantabria o en alguna provincia próxima. Un grupo de campistas británicos de Noja ya han manifestado su intención de dejar las caravanas en el camping de forma permanente y, a partir de ahora, desplazarse en el avión. Obviamente, el ferry nunca podrá competir en precios ni en tiempos con la aerolínea irlandesa.

La crisis de P&O

La situación no es nueva. P&O, el gran rival de Brittany Ferries en los mares, hace aguas a consecuencia de la competencia inesperada de las líneas aéreas de bajo precio que se generalizan por toda Europa. Acaba de anunciar que cerrará trece rutas y despedirá a 1.300 trabajadores, además de poner a la venta un centro náutico que posee en La Manga. En estos momentos, de todas sus líneas entre el Continente y Gran Bretaña, la única rentable es la que enlaza Bilbao con Portsmouth, pero incluso ésta puede cambiar de signo con la apertura del enlace aéreo de Santander, que va a captar buena parte de su clientela en el País Vasco.
Bilbao, a pesar de esto, pasa a tener más valor estratégico para Brittany Ferries que la propia Santander, sobre todo cuando quede concluida la zona para cruceros que se construye en Las Arenas. Esa circunstancia se daría en el caso de que la compañía viese resentirse tanto el negocio del pasaje que se viera obligada a apostar más claramente por el de cargas y aprovechar las ayudas de la UE para crear lo que denomina “autopistas del mar”. La estrategia comunitaria para reducir el movimiento de mercancías de las carreteras subvenciona con un euro por tonelada su desvío hacia líneas marítimas. En este sentido, Bilbao puede aportar más campas y cargas que Santander, aunque tampoco esta parece ser una solución definitiva para un medio de transporte que ahora puede quedar en entredicho, el ferry.

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