…Y EL CIELO SE TIÑÓ DE ROSA

Guillermo Vega, empresario de hostelería y experto en la organización de saraos está convencido de que no ha habido mejor campaña de promoción para Cantabria que la boda de José Campos y Carmen Martínez Bordíu. Y seguro que no le falta razón porque ni Miguel Ángel Revilla con su gira televisiva, ni ‘Cantabria 2006. Liébana Tierra de Júbilo’, Bruce Springsteen incluido, pueden emular el poder mediático de esta pareja de sonrisa permanente e irrefrenable pasión. Gracias a ellos, Santander ya tiene sitio en el disputado mapa del glamour o, al menos, del papel couché. La nieta de Franco no es la única famosa que se ha dejado ver por aquí pero sí la primera con el poderío suficiente para llenar de exclusivas las portadas del Hola, el boletín oficial del corazón, en sucesivas e inagotables entregas.
La presencia de los simpáticos novios en actos sociales del veraneo santanderino sigue siendo la mejor oportunidad para dar a conocer la ciudad como telón de fondo de la pareja: la belleza de la Bahía mientras navegan en el ‘TQ’ –el regalo de boda de José a Carmen–; las vistas de la Segunda playa de El Sardinero, donde se encuentra su nueva residencia conyugal; los bares de Puertochico, cuando son pillados tomando pinchos… Y así, una aparición tras otra, estiradas y medidas con precisión de relojero hasta llegar al clímax que ha supuesto su boda o, mejor dicho, la fiesta organizada una semana después para su celebración.
Muchos cántabros debieron pensar que ahora o nunca y se arremolinaron a las puertas del hotel donde se celebraba el acto para aplaudir y vitorear a los famosos que desfilaron por la alfombra blanca –que no roja– del Palacio del Mar, la tarde-noche del 8 de julio. Hasta los autobuses turísticos modificaron su recorrido habitual para ser testigos de un convite que iba a reunir a políticos, empresarios, toreros, diseñadores, deportistas y personajes populares de la televisión.

Calor popular

Casi tanta atención como los faustos del matrimonio Campos-Bordíu, ha suscitado la boda de David Bustamante con la joven y guapa asturiana Paula Echevarría que, para desgracia de algunas bustamaníacas, tuvo lugar en Covadonga, por expreso deseo de la novia. El barquereño, que necesitó apoyarse en un bastón tras verse afectado por un pequeño accidente al estilo Cañizares antes del Mundial de Corea, se mostró ante los medios tan enamorado de la joven actriz de El Comisario como semanas antes lo había hecho José Campos. Quien dijo que los hombres no lloran no conocía a este par de chicarrones del norte que se emocionan al proclamar su amor a los cuatro vientos.
Además de unos cuantos invitados, ambos enlaces compartieron la simpatía de los anfitriones y el calor popular. Los fans del cantante y de la actriz les dieron ánimos en la tierra de la sidra y en El Sardinero un improvisado público hizo lo propio, dispuesto a ver Salsa Rosa en vivo y no sólo en directo. Lo curioso es que ni siquiera los nervios impidieron que el novio se acordase de recalcar, en pleno prime time, la belleza sin igual de su Santander natal, un sentido promocional del terruño que parece innato en todos los cántabros que se asoman a los medios, como el coreógrafo Poti, el showman Felisuco, el propio Bustamante o el periodista deportivo Miguel Angel Gozalo.
Aunque el deslenguado Jesús Mariñas ha dicho que la algarabía popular restó postín, algunos como Pipi Estrada lo agradecieron. El ex novio de Terelu Campos fue uno de los más aclamados y supo corresponder al cariño cántabro portando la pulsera rojiblanca del Año Santo por todos los platós. Ni Revilla ni Marcano lo vieron porque no fueron invitados a la fiesta postboda. Su ausencia fue tan comentada como la presencia de Isabel Preysler, que acudió pero eludió el desfile ante el público, o la supuesta visita relámpago de Jack Nicholson en un avión privado, que no pasó de rumor.
Ese mismo fin de semana el aristócrata Cayetano Martínez de Irujo vino a participar en el concurso de saltos de La Magdalena y el siguiente lo hizo la periodista y presentadora Alejandra Prat para amadrinar el concurso de polo. El único peligro es que quienes elegían Cantabria para pasar sus veranos ajenos al famoseo dejen de hacerlo porque el cielo se ha teñido de rosa.

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