El brik llega por fin a la antigua Sam
En el proceso de modernización emprendido por el grupo Iparlat en la planta de Renedo (la antigua Sam), se han tomado dos iniciativas de gran calado: la creación de una marca de leche local –Altamira–, y la puesta en marcha de dos líneas de envasado en cartón (brik), un formato que se ha convertido en hegemónico en el mercado, pero que era desconocido hasta la fecha para la factoría cántabra que tan sólo envasaba en botellas de litro y medio.
El impulso que se pretende dar a la marca Altamira, cuya creación fue uno de los factores que animaron a la empresa pública Sodercan a entrar en el accionariado del grupo lácteo, ha sido determinante para la nueva línea de producción, en la que ha invertido cerca de siete millones de euros. También lo ha sido la necesidad de adecuar la planta a las señales que emite el mercado, y que indican un estancamiento en el consumo doméstico de leche en botella en beneficio del ‘tetrabrik’, un envase que se ha impuesto por su comodidad y polivalencia.
Potenciar la marca Altamira
Aplicando la misma estrategia que ha puesto en práctica en Cataluña y el País Vasco, Iparlat quiere transformar en Cantabria toda la leche que aportan las tres cooperativas regionales de ganaderos que se han integrado en el grupo –Sam, Virgen de Valvanuz y Valles Unidos del Asón–.
Las nuevas líneas de brik permitirán el envase en ese formato de marcas propias de Iparlat, como Beyena o Gurelesa, que hasta ahora la planta de Renedo envasaba sólo en botella, y Altamira, que se comercializaba en cartón pero era envasada en la fábrica que el grupo posee en Urnieta (Guipúzcoa) y cuya producción ahora se trasladará a la planta cántabra. “Se está intentando –señala el director de la fábrica de Renedo, José Ramón Rivero– vincular el centro de transformación con los de recogida, de manera que los costes logísticos e incluso los tiempos de transformación se acorten, lo que da mayor calidad al producto”.
Andía Lácteos, transforma anualmente cien millones de litros de leche aportados, en su totalidad, por los ganaderos de las cooperativas cántabras que participan en su accionariado y factura al año 54 millones de euros, unos 9.000 millones de pesetas. La nueva línea de envasado no se va a traducir en un aumento significativo de la producción, puesto que en realidad se traslada al nuevo envase parte de lo que hasta ahora se embotellaba. Sin embargo, tanto el grupo Iparlat como el Gobierno de Cantabria que participa en el capital, confían en que la marca Altamira tenga un recorrido nacional mucho más importante que las marcas de Iparlat –muy vinculadas al mercado vasco– y las líneas de brik han sido diseñadas para atender ese previsible aumento de la demanda.
Iparlat daría así un salto cualitativo, dado que hasta el momento se ha especializado en mercados localistas. Mientras que Kaiku, Beyena o Gurelesa se comercializan casi exclusivamente en el País Vasco, Llet Nostra (‘Leche Nuestra’) tiene su mercado natural en Cataluña, dos nichos de mercado que no quiere perder, dado que cuentan con un potencial suficiente de consumidores. Altamira, en cambio, no tiene esas connotaciones locales, a pesar de que es un nombre claramente vinculado a Cantabria, y va a utilizarse para ampliar las ventas a todo el ámbito nacional. En este sentido, el Gobierno cántabro, que es el propietario de la marca, pondrá en marcha a lo largo del 2005 una campaña publicitaria en Madrid y en las dos comunidades castellanas.
El mercado madrileño fue en el pasado muy receptivo a los productos de la antigua Sam, y los propietarios de Altamira confían en que esa acogida se repita con la nueva marca de leche cántabra, que se quiere convertir en un referente de calidad. “La idea –subraya Rivero– es ser fuertes en casa para intentar ir a otros mercados donde, en tiempos, la leche Sam era muy apreciada. Ahora no va a ser con Sam sino con Altamira, y vamos a intentar que Altamira sea apreciada como una leche de calidad y de Cantabria”.
Con una capacidad de producción de cuatro millones de briks mensuales, la nueva línea de envasado de Andía Lácteos no sólo está en disposición de hacer frente a la demanda que el recorrido comercial de la marca Altamira pueda plantear en un futuro, sino que también atenderá las puntas de producción en brik de otras marcas del grupo, que ya han saturado las posibilidades de fabricación de la planta de Urnieta.
Homologación para marcas blancas
La nueva línea de producción de Renedo le permitirá también envasar las marcas blancas de las grandes superficies comerciales. Para ello, deberá superar las rigurosas auditorías que las firmas de distribución hacen al aspirante a la fabricación antes de homologarlo para elaborar los productos que llevarán su marca. A lo largo de este mes, está prevista la primera visita de una de estas grandes firmas, Mercadona, a la que seguirán otras superficies comerciales interesadas también en las posibilidades que ofrece la nueva línea de brik de la planta cántabra que produce ya marcas blancas en botella.
Para albergar las dos envasadoras ha sido preciso remodelar un antiguo almacén, en el que se ha habilitado un espacio de 500 m2 para construir la sala limpia donde se realiza el envasado, y las líneas que transportan el producto hasta el robot para su paletización.
El brik se fabrica en las mismas máquinas que realizan el envasado y, de forma simultánea, a partir de una bobina de cartón que va pasando a través de unos rodillos donde recibe un baño de peróxido que lo esteriliza. En su paso a través de la envasadora, la lámina de cartón, recubierta de polietileno y aluminio, va adoptando la forma de un cilindro cuyos bordes se sueldan. Después, una mordaza lo separa de la bobina de cartón y se da forma al envase. Tras su llenado, una plegadora, que forma parte de la misma máquina, cierra el brik que queda listo para su almacenamiento.
La nueva línea de producción ha requerido la construcción de cinco depósitos de leche, cuatro de ellos con capacidad para 35.000 litros y un quinto de 20.000, desde los que parten las tuberías para el tratamiento térmico que luego alimentan las envasadoras con los distintos tipos de leche que se comercializan (entera, desnatada y semidesnatada).
También ha sido preciso construir nuevos depósitos para los ácidos y la sosa que se utilizan para la limpieza de las instalaciones. Parte de ellas, como las destinadas al tratamiento térmico de la leche para su esterilización, son compartidas por las producciones de brik y de botella. El control de ese proceso se lleva a cabo mediante sistemas informatizados, una novedad más en la planta de Renedo.
Las mejoras introducidas en Andía Lácteos, unidas al gasto realizado en el brik, elevan a 11,4 millones de euros el esfuerzo inversor realizado durante el último año en la planta cántabra. Un esfuerzo para el que ha contado con el apoyo del Gobierno regional, que se ha comprometido a subvencionar el 40% del coste de la inversión.
El fuerte compromiso público tiene que ver con la estratégica importancia que tiene la transformación industrial de la leche producida en la región, para que quede en ella el valor añadido que genera. Y esta inversión supondrá un impulso en este sentido, ya que Renedo controla la producción de un tercio de los ganaderos cántabros y el 40% de la leche que se transforma en Cantabria.