Nunca es tarde

Parece que lo propio de la juventud es arriesgarse. Pero Cantabria tiene muchos ejemplos de pequeños empresarios que han aceptado el reto de poner en marcha un negocio después de cumplir los 45 años.
En algunas ocasiones no han tenido más remedio que recurrir al autoempleo, porque se han quedado en paro, víctimas de una coyuntura económica negativa o de una regulación de empleo. En otras lo han hecho de forma consciente y voluntaria, en busca de un trabajo mejor.
En el lado contrario, se encuentran quienes han sentido que tocaban techo dentro de su compañía y no les resultaba fácil encontrar otra que reconociera, económica y profesionalmente, su valía. La experiencia y las relaciones profesionales acumuladas tras muchos años de trabajo eran el trampolín para independizarse.
A Ramón Cobo le llamaron aventurero cuando decidió abandonar la empresa de distribución alimenticia para la que trabajaba y abrir una tienda-asador de comida preparada en el centro de Maliaño. Pero, tras más de 25 años en este sector, quería aprovechar su conocimiento sobre alimentos y requisitos sanitarios para poner en pie su propio negocio.
La mayoría de los emprendedores maduros estaban esperando la ocasión de cumplir un sueño aplazado, algo que resulta más habitual en las mujeres cuya vena empresarial ha permanecido latente por circunstancias personales como el cuidado de los hijos o de otros familiares. Este es el caso de Begoña Saro, que hace medio año abrió una posada rural en Esles de Cayón.

Sin nociones de gestión empresarial

Lo más complicado para la mayoría es adquirir capacidades de gestión. Por eso, una opción interesante son las franquicias, una fórmula a la que recurrió la socióloga Charo Cuena, empresaria de Mil Rosas, una floristería ubicada en el centro de Santander. Cuena tenía una larga trayectoria profesional por cuenta ajena pero carecía de experiencia empresarial. Ni siquiera tenía una idea de negocio definida, sólo tenía claro que debía atraerle mucho. De ahí su preocupación por convertirse en una experta en decoración floral antes de ponerse detrás del mostrador.

Encontrar financiación

Conseguir financiación es otro de los obstáculos ya que Cantabria no dispone de ayudas específicas para este tipo de emprendedores. No obstante, pueden informarse de las subvenciones a su alcance en las agencias de desarrollo local, en Sodercan o en la Cámara de Comercio.
La mayoría ha recorrido estas y otras instituciones. Eso hizo la empresa de energías renovables Heliomat y, gracias a ello, obtuvo ayudas para autónomos, para la constitución de la sociedad y para la compra de ordenadores, vehículos, etc.
El apoyo para simplificar el papeleo y agilizar los trámites es más valorado aún por los emprendedores porque, como dice la responsable de Cellulem Block, “hace falta mucha vitalidad para salvar la burocracia”.
Quizá ellos suplan el atrevimiento del emprendedor joven con una mayor dosis de prudencia pero están en su pleno derecho porque, si se equivocan, es mucho más difícil volver a empezar.

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