Nada es como parece

LIDERAZGO.- Las empresas españolas no han conseguido liderazgos mundiales en ningún sector, excepto uno, el de la construcción y explotación de infraestructuras de transporte, y curiosamente no se suele reconocer, ni siquiera en sus cotizaciones. Cinco empresas nacionales figuran entre las quince compañías mundiales con más concesiones de autopistas, aparcamientos, puertos y aeropuertos de todo el mundo y dos de ellas, Dragados y Ferrovial, encabezan el ranking.

QUE NO NOS SIGAN BAJANDO LOS IMPUESTOS.- En apenas una semana ha quedado gravemente tocado el discurso presidencial sobre el descenso de los impuestos. Primero, con la subida de los gravámenes sobre la gasolina, el tabaco y el alcohol, tratados de justificar con un fin socialmente aceptable, como es la financiación de la sanidad. Poco más tarde, con la subida en un 4,8% de los módulos por los que tributan 2,5 millones de empresarios españoles. Por si fuera poco, hay otras decisiones más sutiles, como no deflactar las tarifas del IRPF o el suprimir, desde el pasado año, la deducción general del 7% que se aplicaba a los pequeños negocios. Menos mal que iban a bajar.

SUBVENCIONES FRAUDULENTAS.- Después del escándalo del lino, que amenaza con costarnos 19.000 millones de pesetas, el Gobierno va a cambiar la normativa que regula el control de las subvenciones y recopilará en una sola ley la abundante normativa que ya existe. No está mal poner orden en el laberinto jurídico, pero en casos tan evidentes como el del lino, parece que hubiese sido suficiente con que los inspectores se hubiesen dado unos paseos por tan milagrosas fincas donde no se producía nada de interés, pero se cobraban subvenciones multimillonarias. Si la propia Administración no es capaz de detectar el fraude cuando las estadísticas de un cultivo aumentan en proporciones tan escandalosas sin que la supuesta producción llegue a las fábricas, lo que hacen falta son gafas. En cualquier caso, alguna decisión política habrá que tomar después de que todos los españoles que nunca hemos plantado lino nos veamos obligados a pagar la mayor multa impuesta nunca a un estado miembro de la UE, porque al final, el contribuyente tiene la impresión de haber sido timado dos veces.
HARINAS GRAVOSAS.- El proceso de destrucción de las harinas cárnicas ha resultado paradójico. Después de que el Gobierno llegase en enero a un acuerdo con las cementeras para que se hiciesen cargo de su incineración, puesto que no había plantas de tratamiento suficientes, los fabricantes de cemento sólo han recibido 8.000 de las 400.000 toneladas que se producen en el país, sin que sepamos muy bien qué ha ocurrido con el resto. Por otra parte, el Ministerio de Agricultura ha considerado demasiado oneroso subvencionar su destrucción (unos 6.000 millones de pesetas) y a partir de ahora deberán sufragarla los fabricantes

POLITICOS INDEMNIZADOS.- El Gobierno ha mejorado en un 30% la indemnización de los secretarios de Estado después de abandonar el cargo y, curiosamente, el primer beneficiario va a ser el polémico Enrique Giménez-Reyna quien ahora podrá cobrar unos 23 millones de pesetas. Lo más curioso de esta indemnización, que se cobra repartida en dos años y sin perjuicio de que el cesado tenga otro empleo en ese tiempo, es que ahora se le ha añadido el concepto de productividad, algo que parece muy difícil de valorar y reconocer en alguien que ya no trabaja.

COMPETENCIA CASI FEROZ.- El Servicio de Defensa de la Competencia finalmente ha desestimado la denuncia interpuesta por los consumidores contra las grandes petroleras que operan en el país por coordinar durante años los precios de los combustibles y estima que esa homogeneidad se ha producido de forma natural. Al parecer, no son sospechosas las coincidencias en día, hora e importes, algo que no ocurre en otros países europeos. No obstante, hay que reconocer que en los dos últimos años empieza a abrirse el abanico de precios y no, precisamente, por la actuación del Servicio de Competencia, tan complacido por como iban las cosas.

EL PETROLEO NO SUBE CON LAS GUERRAS.- Hasta ahora siempre se había asegurado que el petróleo, como recurso estratégico, subía de precio con las guerras. Sin embargo, estamos viendo que con la de Afganistán ocurre todo lo contrario. El crudo se ha hundido espectacularmente. En realidad, ni los productores ni los consumidores están tan atentos a lo que ocurre en la guerra –sobre cuyo resultado final el mercado no tienen ninguna incertidumbre– como a las disensiones internas de la OPEP. En cualquier caso, se ha roto una tradición y habrá que cambiar las teorías económicas.

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