Los Mulliez controlan el comercio en Cantabria

Es probable que muy pocos sepan en Santander quién es la familia Mulliez, propietarios de la gran tienda que acaban de abrir Bricomart en Nueva Montaña para la venta de materiales de construcción y rehabilitación. Lo insólito es que también sean los dueños de los dos grandes almacenes de bricolaje con los que va a competir: Leroy Merlin y Aki. Tres empresas rivales y un mismo titular, una especie de misterio de la santísima trinidad rebajado al mundo de los negocios. Por si fuese poco llamativo, su imperio comercial también incluye Decathlon, los hipermercados Alcampo, Boulanger, Sabeco, Kiabi, Midas y Bricocenter, además de otras cadenas de tiendas que no tienen presencia en España.
Con la apertura de Bricomart, los Mulliez dan un paso más en Cantabria, donde ya controlan más de 20.000 metros cuadrados de superficie de ventas, el tamaño de dos grandes hipermercados, aunque nadie imaginaría que tienen alguna vinculación entre sí. De hecho, aunque en Francia se les conozca como Grupo Mulliez o Adeo, porque pertenecen a la misma familia, no hay cruces accionariales entre sus cadenas, que compiten entre sí y no comparten estrategias.

Un primer intento fallido

La familia nunca ha sido partidaria de formar un conglomerado y tiene su propia visión de las cosas: rehuye la financiación ajena y no quiere saber nada de la Bolsa, porque entiende que dar entrada a otros accionistas podría acabar diluyendo su control.
Su imperio llegó a España con cierto retraso, pero su crecimiento está siendo muy rápido y lo que ocurre en Santander puede ser un reflejo de ello. Aunque los Mulliez perdieron su primera batalla a mediados de los años 80 cuando intentaron abrir un hipermercado Alcampo (Auchan) en El Sardinero, poco más o menos donde hoy está el campo del Racing, este asunto desembocó en una guerra política entre Hormaechea (presidente de la comunidad) y su sucesor como alcalde de la ciudad, Manuel Huerta. Al final, Pryca (la actual Carrefour) acabó comprando los terrenos para impedir la entrada de su competidor y Alcampo se quedó con las ganas.
Los Mulliez tenían toda una flota de enseñas y desembarcaron progresivamente con otras fórmulas comerciales, a medida que se iban abriendo centros comerciales. En Valle Real (1994) consiguieron un espacio de más de 6.000 metros cuadrados de sala de ventas para instalar una mediana superficie de bricolaje LM, que justo en aquel momento optó por redenominarse Leroy Merlin. Más tarde, con la apertura del centro comercial El Alisal, llegó otra de sus empresas de bricolaje, Aki, sorprendentemente para hacer competencia a la anterior. Una competencia en la que insistió al abrirse el centro comercial de Los Ochos en Torrelavega, donde instaló otra tienda. En El Alisal asentó, además, una mediana superficie de electrodomésticos Boulanger (una cadena que vendió en 2009 a Worten, que a su vez pertenece al grupo portugués Sonae, copropietario del centro comercial Valle Real), y otra de moda, Kiabi, que también replicó en Torrelavega.
Los centros comerciales son su hábitat natural y en cuanto los promotores del Alisal consiguieron una licencia urbanística para recrecerlo llegó otra de las empresas de la familia Mulliez que barre en el campo del equipamiento deportivo, Decathlon.
Si hay algo en lo que se parezcan tantas tiendas y de tan diferentes sectores es que están dirigidas a una clientela muy amplia y apuestan por una política de bajos precios. Con esta fórmula, Decathlon ha conseguido 11 millones de compradores en España.

Un negocio que crece deprisa

A pesar de algunas retiradas estratégicas, la pujanza de sus tiendas es incuestionable. En 2014 sólo con Decathlon facturó 1.450 millones de euros en nuestro país. Todavía es menos de lo que vende su hermana mayor Alcampo en España (3.125 millones) pero su rendimiento crece como la espuma y es bastante más saneado. Las tiendas de deportes ganaron 111 millones de euros (el segundo mejor resultado después del obtenido en Francia) y el hipermercado, con 55 tiendas, ninguna de ellas en Cantabria, sólo 54,8, lo que le ha llevado a emprender un severo ajuste de personal.
Por su parte, Leroy Merlin, la más importante de las cadenas de bricolaje que controla la familia, vende 1.600 millones de euros al año en nuestro país.

Nuevos formatos

La evolución del mercado, que en alguna medida retorna a las tiendas de proximidad (las familias son más pequeñas que hace veinte años y ya no son tan necesarias grandes compras para toda la semana) hace que algunas de las cadenas propiedad del grupo empiecen a buscar fórmulas para entrar en el interior de las ciudades, después de haber conquistado los extrarradios. Decathlon lo está haciendo con dos formatos pequeños, las tiendas Lot of Colors y Easy, pero ninguno de los dos ha llegado aún a Cantabria. Por el contrario, Leroy Merlin está buscando un emplazamiento en el entorno de Santander para hacer otro establecimiento bastante más grande del que tiene en Valle Real, lo que indica que la familia Mulliez tiene mucha confianza en la afición de los cántabros por hacerse sus propias chapuzas domésticas. Tanta que ya les ofrece cuatro grandes tiendas de tres marcas distintas: Leroy, Aki (con dos) y Bricomart y está dispuesta aún a ponerles un quinto establecimiento, lo que le garantiza una hegemonía casi absoluta en este mercado.

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