Las máquinas también se auscultan
Un chequeo médico a tiempo puede ser la diferencia entre evitar una dolencia o enfrentarse a la enfermedad en un futuro más o menos próximo. Este axioma, con el que la medicina preventiva trata de abrirse paso para evitar males mayores, es trasladable al mundo de las máquinas. Al menos así lo entiende la empresa cántabra Intecmac Gomur, que ha incorporado a los servicios de mantenimiento industrial que viene prestando desde hace 35 años una modalidad pionera en la región, el mantenimiento predictivo.
Si hasta ahora se les llamaba para los trabajos de puesta a punto de la maquinaria o para repararla cuando la avería ya se había producido, Intecmac ha puesto en marcha un nuevo enfoque del mantenimiento que incluye un análisis periódico del estado de salud de la máquina. De esta forma pueden prevenirse las averías y alargar la vida útil del equipamiento industrial, lo que resulta especialmente interesante en una época de crisis, poco propicia a gastarse el dinero en renovar los equipos.
Del diagnóstico a la ‘curación’
Las ‘constantes vitales’ de la máquina –temperatura, nivel de vibraciones, solidez de los materiales etc.– son registradas y analizadas por los técnicos de Intecmac (Ingeniería y Tecnología de Mantenimiento) dentro de ese chequeo preventivo que puede evitar la avería y el perjuicio que supone para cualquier empresa una paralización inesperada del proceso de producción.
En Cantabria ya había industrias que aplicaban este sistema de prevención, pero tenían que recurrir a técnicos de otras comunidades, que se limitaban a diagnosticar el estado de la máquina. Intecmac añade la ventaja de que el núcleo de la actividad del Grupo Gomur, al que pertenece, es precisamente la construcción y el montaje mecánico, con lo que cuenta con los medios para resolver los fallos detectados. Unos medios que han sido notablemente reforzados con la construcción de sus nuevas instalaciones en el polígono de Camargo.
Tres mil metros cuadrados de naves
Al tomar el relevo de su padre en la gestión de Montajes Gomur, hace casi una década, los hermanos Rafael y José Manuel Gómez se marcaron dos objetivos: diversificar la empresa, para llegar al mayor número posible de industrias, y potenciar las instalaciones para crecer en el campo de la construcción mecánica.
El primer objetivo se ha cumplido con creces y si hace unos años el grueso de su facturación provenía de una sola empresa, GSW, ahora tiene como clientes al 80% de la grandes industrias de Cantabria. Esta expansión ha supuesto también un notable aumento de plantilla y de las 35 personas con que contaba hace diez años ha pasado a un centenar de puestos de trabajo, repartidos entre las dos empresas que componen el Grupo Gomur.
Para alcanzar el segundo objetivo, el crecimiento en el campo de la construcción mecánica, la empresa ha levantado cerca de Makro, en el polígono de Camargo, unas instalaciones de unos tres mil metros cuadrados, el triple de la superficie con la que contaban en la nave de Guarnizo. La nueva sede cuenta con tres áreas de trabajo, destinadas a calderería, mecanizado y taller de montaje, que cubren toda la gama de necesidades que puedan surgir en el área de mantenimiento.
Contar con más espacio le va a permitir potenciar el área de la construcción mecánica. Gomur trabaja actualmente, a través de una ingeniería austríaca, en la fabricación de una máquina destinada a automatizar el cambio de los aros de cerámica que semanalmente ha de realizar GSW en sus hornos. Estas piezas, que soportan el contacto directo con la colada, se degradan rápidamente y la sustitución es un trabajo duro e incómodo, por lo que se ha diseñado una máquina capaz de hacerlo de forma automática. En las instalaciones de Gomur no solo se fabrica el bastidor, sino que se realizan también los trabajos de mecanizado, una actividad que pretende potenciar con la futura incorporación de tres máquinas de control numérico.
El mantenimiento industrial no es la única línea de negocio en la que ha invertido esta empresa familiar. En el exterior de la nueva sede llama la atención la existencia de boxes para el lavado de coches, una instalación que remite a la otra gran apuesta hecha por el fundador de Montajes Gomur, José Manuel Gómez, cuando hace diez años abrió la gasolinera y el área de lavado de coches que existe en la glorieta de La Vegana, entre Maliaño y Guarnizo. Una diversificación destinada a defenderse de los avatares de la subcontratación industrial, unas circunstancias que Montajes Gomur ha sufrido a lo largo de sus más de tres décadas de vida.
Una empresa nacida en el sector naval
En el origen de la empresa se encuentra la experiencia acumulada por su fundador como mecánico ajustador tanto en Astander como en Astilleros del Atlántico. La convicción de que había un hueco para aquella compañía que prestase el mismo servicio de reparación y mantenimiento que él venía realizando para esos grandes astilleros le animó a crear en 1974 su propia empresa. Esa primera etapa, en la que contaba con un socio, la recorrió con el nombre de Montajes Ibasa y duró hasta el año 1989, en que cesó la sociedad y nació Montajes Gomur.
Los años ochenta fueron años muy duros para el sector naval y a punto estuvieron de llevarse por delante la aventura empresarial de José Manuel Gómez. Para evitarlo, optó por la diversificación hacia otros sectores industriales y un oportuno contrato de mantenimiento con GSW le abrió posibilidades inéditas que no ha dejado de explorar desde entonces, diversificando su cartera de clientes.
No depender de una sola empresa no es, sin embargo, suficiente salvaguarda en situaciones de crisis generalizada como la que atraviesa ahora la industria cántabra. Una de las primeras medidas que suelen adoptar las fábricas en estas circunstancias es la de reducir las subcontratas y muchos de los clientes han optado, ante la paralización del mercado, por dedicar parte de sus plantillas a tareas de mantenimiento que antes estaban externalizadas.
Para compensar esta caída en la demanda por parte de las industrias locales, los responsables de Gomur han optado por buscar trabajo en el exterior, de la mano de una empresa que no ha notado los efectos de la crisis, Equipos Nucleares. Esto le ha obligado a desplazar a parte de la plantilla a Guadalajara, donde colabora en el desmantelamiento de la central nuclear de Zorita; a Valencia para llevar a cabo reparaciones en la central de Cofrentes o, más recientemente, a Burgos, para hacer tareas de mantenimiento en la central de Garoña. Son soluciones temporales que evitan tener que reducir los puestos de trabajo mientras la actividad económica recobra el pulso y les permite desarrollar en la región todo el potencial de servicios que el Grupo ha acumulado en estos años.