La irresistible expansión de Bravo

Si hubiera que juzgar la estrategia puesta en marcha por Robert Bosch Treto para atraer a sus proveedores a Cantabria, habría que reconocer que pocas iniciativas industriales han sido tan fructíferas para nuestra región. Once años después del inicio de aquella aventura, uno de sus principales proveedores, el empresario toledano Alfonso Bravo ha creado en Cantabria seis fábricas para componentes de automoción, tres en el polígono de Ampuero y otras tantas en el de Ambrosero (Bárcena de Cicero), y ha generado más de cuatrocientos puestos de trabajo directos, convirtiéndose en un auténtico revulsivo para el empleo en la zona oriental de la región.
En la última década, prácticamente no ha habido año en que la Oficina de Incentivos Regionales no haya recibido una propuesta de inversión del grupo Bravo, cuyas inversiones en la región suman ya 42 millones de euros.
La inauguración de las tres plantas levantadas en el nuevo polígono de Ambrosero, son el último hito en la carrera de este empresario industrial que, entre medias, ha tenido tiempo para dar una dimensión internacional a su grupo al abrir otra planta más en la ciudad mexicana de Toluca, donde ha aprovechado la plataforma que le suponía la apertura de una planta de su principal cliente, Robert Bosch. De la mano de la multinacional alemana y de otro de sus proveedores, la firma germana Paul Bippus, Bravo ha crecido en Cantabria y ha aprovechado la oportunidad que ofrece el seguir su estela para saltar a nuevos mercados.

El futuro del magnesio

El grupo aún hubiese evolucionado más deprisa de haber tenido disposición de suelo. Tras completar la ocupación del polígono de Marrón (Ampuero), donde comenzó su andadura en 1995 con Mecanor –una planta de mecanizado de piezas para los alternadores y motores de arranque de Robert Bosch– Alfonso Bravo encontró en el nuevo polígono de Ambrosero una solución parcial a sus necesidades de suelo para abrir otras líneas de trabajo y, al tiempo, acercarse geográficamente a la fábrica de Bosch en Treto.
A Ambrosero ha trasladado una de las plantas inicialmente abiertas en Ampuero, Inmol, creada en el año 2000 para la fabricación de troqueles, en la que trabajan 24 personas. Estos troqueles van a parar a las tres fundiciones de aluminio que ya tiene el Grupo: una planta en Ocaña (Toledo), la de Ampuero –Inyectados Norte Bravo, creada en 1998– y, la más reciente, de México.
El desarrollo del polígono de Ambrosero ha permitido también la ampliación de Bravo & Bippus, una joint venture que Alfonso Bravo creó en Ampuero en 1999 en alianza con Bippus para la fabricación de ejes y los núcleos de los alternadores Bosch. La asunción de otras piezas que hacía la propia Bosch en Treto, como los ejes de inducido o el eje reductor para motor, agudizaron los problemas de espacio que ya tenía en su emplazamiento original y le obligaron a la apertura de un segundo centro de producción en Ambrosero.
La tercera de las plantas que Bravo ha abierto de esta tacada es Alemag (Aleaciones de Magnesio) y está orientada a la fundición de piezas de magnesio para el sector de la automoción. Las características de este material, muy ligero, abundante en la naturaleza y de fácil reciclabilidad, lo hacen muy atractivo para la industria del automóvil como complemento e, incluso, como sustituto del aluminio.
La nueva planta tiene, en esta primera fase, un carácter experimental, ya que se trata de explorar las posibilidades que ofrece este metal en la fabricación de piezas para la automoción, aunque su aplicación se extiende también a las carcasas de móviles, ordenadores o electrodomésticos.
Alemag es, por el momento, un centro de investigación industrial en el que trabajan diez técnicos, en colaboración con el Centro Tecnológico de Componentes y la Universidad de Cantabria, pero pronto pasará de los ensayos a la práctica. La previsión es que a finales de 2007 se inicie la producción propiamente dicha, para lo que cuenta con una reserva de espacio de 1.500 m2 que se añadirán a los 1.650 que actualmente ocupa. Para abordar esta segunda fase hará una inversión de 2,5 millones de euros y necesitará contratar a 17 personas más.
Esta línea de magnesio no sólo es una apuesta para ampliar la gama de productos, sino una garantía de continuidad, ya que permitirá sustituir, en su momento, fabricaciones que se van quedando obsoletas o que la competencia de países con costes salariales más bajos puede hacer insostenible.
No obstante, no siempre se cumplen las suposiciones que dan por sentada la pérdida de actividades en favor de países emergentes, ya que incluso desde China –la gran amenaza para la deslocalización de plantas industriales– lleguan pedidos a las factorías de Bravo en Ampuero y Ambrosero.

A la espera del polígono de Ramales

Los polígonos cercanos a Bosch Treto se agotan, pero no ocurre lo mismo con las iniciativas de Bravo que el pasado año formuló a la administración cántabra una petición de 40.000 m2 de suelo para levantar otra planta más en alianza con Bippus. El objetivo en este caso era la fabricación de piezas para un nuevo sistema de inyección en motores diésel lanzado por Bosch, una actividad que, por su envergadura, puede suponer la creación de un centenar de nuevos puestos de trabajo.
Este proyecto podría materializarse en el polígono que se va a construir por la empresa pública Sican en Gibaja (Ramales de la Victoria), al que ya tenía previsto trasladar toda la división de acero (Bravo & Bippus), una gama que ahora se encuentra repartida entre Ampuero y Ambrosero. El terreno liberado en ambos polígonos inmediatamente se dedicará a la fabricación de piezas de aluminio y magnesio, los otros dos puntales de la actividad del Grupo.
Cada emplazamiento fabril, como se ve, puede cambiar de destino, pero lo cierto es que Bravo no deja ninguno en barbecho y siempre necesita más, lo que le ha convertido en uno de los motores de Cantabria.

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