Islandia sale de la crisis
De la misma forma en que el literario Barón de Münchhausen consigue salir del pantano en el que se había metido con su caballo, tirando de sus propios pelos, los islandeses han podido salir por sí mismos de la profunda crisis bancaria de 2008, sin que nadie les rescatara y sin perder su soberanía nacional. La clave para lograrlo ha sido disponer de recursos energéticos propios y la alta cualificación de su mano de obra.
En sólo dos años, Islandia ha logrado que el desempleo vuelva a situarse por debajo del 5% y que el PIB haya crecido a una media anual del 2,5%. Para conseguirlo, aparte de tirar de sí mismos, ha hecho falta que los islandeses aceptaran un aumento de los impuestos y recortes en el gasto público.
El nivel de vida en Islandia sigue siendo bastante alto pero, para mantenerlo, muchos islandeses han tenido que pluriemplearse y trabajar setenta horas a la semana ya que, afortunadamente, tienen la posibilidad de hacerlo.
El batacazo de 2008
Para alcanzar tan rápidamente esa recuperación de las cifras macroeconómicas ha sido necesaria la contribución de la política. El presidente Olafur Grimsson fue capaz de rechazar en dos ocasiones la aprobación de una ley por la que todos los ciudadanos islandeses habrían tenido que pagarle al Reino Unido 3.700 millones de dólares, los depósitos que los británicos tenían en sus bancos.
Este rechazo supuso que Londres tuviese que acabar reembolsándoles a los ahorradores de su país el dinero en los bancos islandeses.
Eso, por sí solo, no libró a los islandeses de los efectos de la crisis y miles de ellos, que habían contratado hipotecas nominadas en monedas extranjeras cuando la corona islandesa estaba fuerte, se encontraron de repente con que sus propiedades se habían depreciado al mismo tiempo que la amortización de su deuda se disparaba.
El colapso de los bancos en 2008 arrastró a toda la economía nacional y creó la mayor crisis económica que ha tenido un país en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. La moneda islandesa cayó un 50% con respecto a las principales divisas; el desempleo, casi desconocido por aquellos lares, subió al 10% y la fuga de capitales alcanzó niveles tercermundistas.
Comparada con el tamaño de su economía, la crisis bancaria de Islandia ha sido la mayor que haya sufrido un país en toda la historia económica mundial.
Toda esta desmesura en el desastre islandés se vio compensada con una peculiaridad, y es que los ciudadanos no se quedaron impávidos ante la catástrofe que se les vino encima y se creó todo un movimiento de protesta popular que llevó a la celebración de dos referéndums, en los que rechazaron asumir el pago de la deuda externa de sus bancos.
Las entidades financieras
¿Por qué se originó la crisis? La razón es que se hundieron los tres bancos comerciales más importantes de Islandia, debido a las dificultades en la refinanciación de su deuda a corto plazo y al pánico bancario que se creó, pero no en su país, sino en el Reino Unido.
A finales de septiembre de 2008 se anunció que el banco islandés Glitnir sería nacionalizado. Una semana después se entregó su control y también el del Landsbanki a los interventores de la Supervisión Financiera. Al poco tiempo cayó la tercera ficha, el banco más importante del país, el Kaupthing.
El primer ministro Geir Haarde dijo el 6 de octubre de 2008 que «había un peligro muy real de que la economía islandesa fuera absorbida con sus bancos y se produjera una bancarrota nacional».
El PIB bruto nacional de Islandia en 2007 era de 1,3 millones de coronas (8.500 millones de euros), mientras que los activos de los tres bancos que pasaron al control público ascendían a 14,5 millones de coronas, once veces más. En ese momento, la deuda externa del país llegó a alcanzar 50.000 millones de euros, y más de un 80% estaba causada por el sector bancario.
La crisis financiera, aparte de provocar una devaluación monetaria del 50%, supuso que las transacciones en moneda extranjera se suspendieron durante semanas y que la capitalización de la Bolsa islandesa se redujera en más de un 90%. El PIB todavía disminuyó un 5,5% en los primeros seis meses de 2009.
Fuera de Islandia, más de medio millón de depositantes tuvieron sus cuentas bancarias congeladas en medio de un conflicto internacional sobre el seguro de depósitos. El banco alemán Bayern LB tuvo que cargar con unas pérdidas de 1.500 millones de euros y acabar pidiendo ayuda a su gobierno. El de la Isla de Man, a su vez, se vio obligado a gastar la mitad de sus reservas en el seguro de depósito.
En Islandia hubo que imponer controles de capital, algo que está prohibido en la UE. Para frenar la hemorragia de salida de efectivo, se introdujeron cien nuevos impuestos y se ahogó el gasto público. También pidieron prestado dinero.
Energía termal
Los islandeses decidieron mirar para dentro y cayeron en la cuenta de que tenían una importante fuente de energía termal limpia y barata, que atrajo a importantes industrias. El no tener que pagar la factura de su energía al exterior es una gran ventaja, ya que el 99% de las necesidades energéticas del país se satisfacen con los manantiales de aguas termales, incluidas las cientos de piscinas climatizadas al aire libre repartidas por todo el país. Incluso hay planes para exportar la energía renovable a través de grandes cables marinos hasta Dinamarca o el Reino Unido.
La disponibilidad de energía barata atrajo a la industria, y sobre todo a los fundidores de aluminio, que requiere grandes cantidades de electricidad. Tanto que esta rama se ha convertido ya en la segunda actividad fabril más importante del país.
Sin costo ciudadano
El tribunal de la Asociación Europea de Libre Comercio, una organización similar a la UE compuesta por Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza, acaba de dar la razón a Islandia en su negativa de cubrir las pérdidas de los clientes británicos y holandeses por la quiebra en 2008 de Icesave, filial del Landsbanki. Hay que recordar que el Reino Unido y Holanda, a través de la UE y el FMI llegaron a bloquear el pago de la ayuda internacional a Islandia, a la espera de que se resolviese este caso.
Según el tribunal, la directiva europea no contempla la obligación de garantizar el pago a los ahorradores de las filiales del Landsbanki en Holanda y el Reino Unido si se produce “una crisis sistémica de la magnitud de la que experimentó Islandia».
Cree ese tribunal que Islandia no violó sus obligaciones sobre garantías de depósitos al no reembolsar el monto mínimo de indemnización (20.000 euros en ese momento) a los clientes holandeses y británicos de Icesave. Y añade que tampoco hubo discriminación cuando protegió a los ahorradores islandeses con la transferencia de sus depósitos a bancos solventes mientras rechazaba, en cambio, proteger a los clientes extranjeros. Es decir, que la rebeldía le ha salido a los islandeses muy rentable.