Gobierno regional y Ministerio de Cultura se disputan Altamira

La inauguración de la neocueva y el museo de Altamira no ha mejorado las relaciones entre el Gobierno regional y el Ministerio de Cultura, muy frías desde el comienzo del proyecto. Cultura en todo momento ha defendido el carácter nacional del Museo, para soslayar los intentos del Ejecutivo cántabro de intervenir más directamente en la gestión y, en algún momento, de apartar a José Antonio Lasheras de la dirección.
Con una curiosa y simétrica coincidencia, ni el Gobierno regional ni el Ministerio de Cultura se han mostrado muy satisfechos de la evolución de la obra, cuya inauguración se anunció para 1999, para el 2000 y, finalmente, para el 2001. Pero cada una de las partes encontraba motivos sobrados para adjudicar a la otra la responsabilidad de los retrasos, algunos tan inexplicables como la falta de definición de los contenidos del Museo cuando en teoría ya debiera haber estado abierto. En el entorno del secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca, se sostiene que fue éste quien al llegar al cargo hace un año desatascó un proyecto que tenía visos de no acabar nunca.
En el Ministerio causaba un cierto hastío la multiplicación de los problemas, con un Ejecutivo regional que no se resignaba a un papel secundario en la gestión del proyecto y un Ayuntamiento de Santillana empeñado en hacer valer el censo reservatorio que le otorga la mitad de los ingresos que generan las cuevas a cambio de su cesión al Estado y que ahora reclama la misma participación en los ingresos que origine la neocueva.
Lo cierto es que la reproducción de las cuevas tenía dos partes bien diferenciadas, la neocueva y el museo y, a pesar de ello, hace quince meses, cuando ya se estaba iniciando el montaje de la reproducción, ni siquiera se había adjudicado el Museo. Por entonces aún se mantenía la polémica sobre los contenidos, ya que Santander se negaba en rotundo a que parte de las piezas exhibidas se extrajesen del Museo Regional de Prehistoria, opinión que luego modificó sensiblemente.
La inauguración del Museo fue coordinada por el Ministerio de Cultura, que será también el responsable de su promoción, lo que ha provocado cierto distanciamiento en el Gobierno regional que, como los hosteleros, hubiesen querido una campaña más amplia en los medios de comunicación.

Sin esperas

Por el momento, el público ha respondido moderadamente a la inauguración del complejo. El día anterior a la apertura oficial era posible conseguir en las oficinas del Banco Santander entradas para cualquier fecha de la primera semana y cualquier hora, con excepción de dos turnos de la primera jornada. Una expectación relativamente pobre (aunque la demanda es creciente) si se compara con las largas esperas que se produjeron tras la apertura del Guggenheim o las de algunos parques temáticos.
El hecho de que la capacidad diaria de visitantes del Museo y la neocueva se aproxime a la cifra de 2.500 personas, un número muy elevado, da lugar a que muchos visitantes no reserven la entrada con antelación, sino que la gestionen directamente durante su visita a Santillana del Mar, algo que ya está provocando la saturación de la oficina del Banco Santander en la villa, que expende los tickets.
El complejo se ha abierto con el Museo y la reproducción de la cueva principal, pero cinco años después de iniciarse el proyecto quedan aspectos importantes sin resolver, como la posibilidad de visitar la cueva de las estalactitas (probablemente se incorporará al recorrido el año próximo) y el destino del anterior museo, que podría dedicarse a exposiciones temporales. Son los flecos que aún quedan de un proyecto que, a pesar de la unanimidad sobre su interés, se ha tejido con demasiadas dificultades.

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