Explorar otros caminos

Hasta una pequeña cabaña que dista unos pocos kilómetros de Vega de Pas acaba de llegar el ADSL. Lo necesitaba una consultora cántabra para que sus alumnos, ejecutivos de distintas empresas de la región, puedan disfrutar de este adelanto tecnológico en un entorno donde no escucharán el ruido del fax sino el arrullo de una cascada o el campano de algún animal. Y es que la formación outdoor, aunque todavía incipiente, ya se da en Cantabria.
Nunca hay un pro sin un contra y quién se decide por este tipo de formación ha de renunciar, en muchos casos, a privilegios de la vida moderna como el coche o el móvil. Sin embargo, se gana mucho más de lo que se pierde, en opinión de Ana Eguizábal, responsable de la consultora cántabra Sabernet Transformation: “La naturaleza invita al retiro y a la reflexión y promueve una comunicación más relajada con nosotros mismos y con los demás”.
Así, no debería extrañarnos que en las futuras visitas al medio rural, en lugar de cruzarnos con un agricultor o ganadero, nos topemos con un empresario practicando senderismo mientras perfecciona su inglés o con una excursión nocturna de directivos en busca de su misión profesional.
La formación no sólo se dirige a profesionales, cuyas empresas costean el curso, sino que el marco se amplía a cualquier otra persona que quiera disfrutar de lo que algunos expertos denominan ‘vacaciones inteligentes”.
La iniciativa más original, en cualquier caso, no está en plantear una actividad típicamente urbana en el campo, sino en aprovechar las posibilidades que ofrece. Y es que ¿quién sabe hoy ordeñar a una vaca? Puede que con el ordeño mecánico, el manual ya no tenga sentido pero es un hecho que la sociedad tiende a recuperar, al menos por unos días, una vida más primitiva y menos artificiosa que la de la ciudad.

Inglés entre paseo y paseo

Mina Ogando y David Harrison, un matrimonio de profesores –ella de español y él de inglés– fundaron Pygmalion para enseñar idiomas en un ambiente campestre. Ambos organizaban e impartían cursos para ejecutivos en Madrid hasta que decidieron restaurar una casa rural en el barrio de Solegrario (Hoz de Anero), para ofrecer también alojamiento en un entorno relajado y con posibilidades de ocio, como el golf o la vela, explica Mina, que nació en Castro Urdiales y siempre había querido regresar al Norte.
Desde que abrieron sus puertas en otoño del año pasado, ofrecen los country weekend, cursillos de fin de semana para aprender inglés sin renunciar al tiempo libre y cursos intensivos diseñados a medida. Hoy por hoy, su principal apuesta son las empresas cántabras y vascas, a las que dirigen cursos sobre comunicación empresarial –negociaciones, reuniones o presentaciones–, comercio electrónico o gestión del conocimiento. Algunas, como Evobus, Quiter o Sodercan, ya se han interesado por su propuesta.
Con variaciones, la actividad diaria comienza a las 8.30 de la mañana, con desayuno junto al profesor y la prensa del día. Prosigue con clases teóricas y de conversación, intercaladas con pausas para tomar café y galletas caseras, pasear o disfrutar de un aperitivo en el jardín. Al mediodía, el almuerzo se realiza en la posada o en algún restaurante de la zona y hay tiempo libre para dormir la siesta antes de reanudar la jornada con más clases o con alternativas como el senderismo o la espeleología. Eso sí, siempre en compañía del profesor y en otro idioma, para tener la sensación de encontrarse en un cottage británico y no en Hoz de Anero.

Español y nueva cocina

Los cursos de Pygmalion se desarrollan también en otros establecimientos de la zona y hasta por teléfono, ya que acaba de lanzar un nuevo programa de clases de inglés con una duración de 25 minutos para que cualquier ejecutivo pueda aprovechar para aprender en ratos muertos, viajes o atascos en el coche –con el manos libres, claro–. En este caso, el precio es de 16 euros, aunque la gama de tarifas es variada, desde los 200 o 300 euros que cuesta el taller de un día, hasta los 2.100 euros a los que asciende una semana de estancia con cuarenta horas de clase.
Como también imparte español para extranjeros, esta academia rural busca su clientela foránea a través de publicaciones internacionales y en páginas web británicas y alemanas. De momento, por Hoz de Anero ya han pasado suizos, alemanes y hasta jubilados japoneses, eso sí, más ilusionados por jugar al golf que por aprender otro idioma.
Para Mina Ogando, aunque resulta más difícil, la venta de cursos de español es más interesante porque la competencia es menor. “El español está de moda, para los extranjeros los precios son más razonables y, en este caso, estamos en el país acertado”, apunta.
La multiculturalidad no es un problema en Casa Pygmalion, donde lo mismo se degustan alimentos de la huerta que se prepara un completo desayuno inglés o cestas de picnic para las excursiones. Y es que la gastronomía es otra de sus apuestas, ya que también ofrecen, en asociación con casas rurales de la zona, cursos de cocina impartidos por un maestro reconocido, como es Jesús Sánchez, propietario del vecino Cenador de Amós.

Encontrar nuestra misión

Escuchar oliendo lo que degustamos y tocando la vida. Esta es la llamada de atención a nuestros cinco sentidos que lanza Sabernet Transformation, una empresa cántabra con sede en Puente Arce que imparte cursos de crecimiento personal en la Vega de Pas, donde unas cuantas cabañas pasiegas se han convertido en un curioso centro de formación oudoor.
Integrada por un equipo de titulados en sociología, ingeniería y documentación, y con el apoyo de colaboradores para temáticas especiales, Sabernet ofrece claves a las empresas para mejorar sus resultados.
Ana Eguizábal, responsable de la iniciativa, opina que es bueno separar al profesional de su vida cotidiana para que esté más centrado en el proceso pedagógico. Sin el ruido propio de la vida laboral, sin teléfonos ni urgencias se consiguen mejores resultados sobre el elemento intangible de una empresa, que son las personas y sus complejas relaciones.
Bajo el sugerente título de “Jornadas en el río de la vida natural’, los asistentes se sumergen en un cóctel de actividades que combina exposiciones, excursiones, música, humor, relajación y hasta escritura creativa. Actividades que apenas tienen la oportunidad de realizar en la vida ordinaria.
Dado que la satisfacción de los asistentes es alta, la intención de la consultora es llegar a ofrecer un recinto rural que permanezca abierto durante todo el año para quienes tienen un proyecto personal o profesional –como estudiar unas oposiciones o culminar una tesis– y creen que puede ser más motivador hacerlo en contacto con la naturaleza. Una ampliación que, en ningún caso, pretende desembocar en un servicio turístico u hostelero, “porque le quitaría autenticidad”.

‘La granja de tu vida’

Hasta los reality shows televisivos se han hecho eco de la tendencia creciente de regresar a los orígenes invitando a sus concursantes a componérselas lo mejor que puedan en una granja o en una isla semidesierta.
El ganadero cántabro Jesús Alonso no se ha inspirado en ninguno de estos controvertidos programas de la pequeña pantalla pero tampoco ha dudado a la hora de aprovechar sus conocimientos para abrir al público su granja La Flor, en San Román de Cayón. El primer paso ha sido acercar sus instalaciones a los escolares de Cantabria, a través de visitas guiadas de dos o tres horas de duración en las que conocen in situ las labores principales que se realizan en ella. Pero, esta actividad sólo es el principio de un proyecto que Alonso confía en que esté listo para el año que viene, con la ayuda de alguna subvención pública, ya que requiere una inversión notable, parte de ella en medidas de seguridad.
Lo que Alonso pretende es habilitar un albergue en su granja, con capacidad para unas veinte personas interesadas en aprender las labores rurales en un tiempo comprendido entre una semana y un mes: “Desde plantar un árbol, hasta limpiar o echar de comer a las vacas, sembrar patatas o, simplemente, pasear por el monte”, así resume el ganadero su intención. La experiencia acumulada con las visitas le ha convencido de que tendrá éxito. De hecho, ya hay un grupo de ocho chicos canadienses que esperan pasar un par de meses en esta granja de San Román de Cayón mientras aprenden el idioma castellano.
Es posible que estos conocimientos de la vida rural ya no tengan una utilidad práctica para las nuevas generaciones, pero lo que el campo aporta es su propia esencia. Y puede que estas alternativas en sí mismas sean artificiales porque recrean la realidad, pero nadie negará que pueden ayudarnos a encontrarnos con nosotros mismos y con nuestras raíces.

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