EMPLEO: Cuatro años para volver al mismo sitio

El mercado de trabajo no ha reaccionado como se suponía al cambio de tendencia económica ni a la reforma laboral, que suscitó tantas expectativas. Si hacemos una foto fija entre lo que ocurría cuando se produjo hace cuatro años el cambio de gobierno y lo que ocurre ahora, vemos que han variado muy pocas cosas: hay prácticamente el mismo desempleo (45.100 parados) y el trabajo se ha convertido en un bien aún más escaso, dado que hay menos ocupados. Además, es de peor calidad: se paga menos, una parte de esos ocupados no ha tenido más remedio que aceptar un empleo a tiempo parcial, aunque hubiese deseado tener una jornada completa y apenas se hace ya contratación indefinida.
En el caso de Cantabria, los asalariados con contratos temporales han pasado de suponer el 20,2% al 26,4% en solo cuatro años. Pero quizá sea más significativo la rapidísima progresión de los contratos a tiempo parcial, que en realidad no se ajustan a un deseo del contratado de tener menos horas de jornada sino a que no encuentra otra oferta más satisfactoria. En el pasado mes de septiembre, casi uno de cada dos contratos firmados por mujeres y un de cada cuatro suscrito por los hombres era a tiempo parcial. Eso quiere decir que, aunque formalmente cuenten como ocupados, la situación real es de solo semiocupados o, lo que es lo mismo, semidesempledos.
A pesar de que en 2011 se consideraba el factor industrial como el auténtico soporte económico de la región, ya que por entonces las fábricas parecían aguantar el tipo mejor que el resto de los sectores, esa teoría se ha ido viniendo abajo a medida que pasaban los años. El cierre de Sniace y de Nestor Martin y el traslado de media planta de Teka han supuesto un decepcionante aldabonazo, como la puesta a la venta de la planta de Robert Bosch en Treto o la de Gerdau en Reinosa.
La industria, que parecía el sector refugio, ha perdido 4.000 empleos en estos años y ya no parece que pueda garantizar nada.

Sigue la huida de la construcción

En 2011 aún se esperaba que la construcción comenzase a repuntar, a la vista de que Cantabria era la comunidad con menos stock de viviendas nuevas sin vender y que la paralización de nuevas promociones habría purgado los efectos de los excesos anteriores. Sin embargo, cuatro años después las cosas están igual o parecidas. Ni hay apenas nuevas promociones en marcha ni aparece la tan esperada demanda de nuevas parejas que puedan necesitar una casa. El resultado es que el sector ha seguido comprimiéndose en Cantabria de los 19.600 trabajadores que aún tenía en 2011 ha pasado a tan solo 13.500 en la actualidad, casi la tercera parte de los que llegó a reunir en los años de euforia.

Y se retorna al campo

La situación es tan poco esperanzadora que una parte de la población laboral se ha refugiado en la agricultura, un sector que perdía efectivos desde hace décadas y que ahora los gana. Frente a los 7.500 trabajadores registrados en el sector agrario en 2011 ahora hay 8.200. La evolución resulta significativa.
Como también lo es que el sector servicios resista… gracias al empleo público. A pesar de todos los compromisos de reformar las Administraciones y de todos los impedimentos para realizar nuevas contrataciones, incluso para la mera reposición de las bajas, el sector público se las ha apañado para crear empleo, lo que demuestra que su evolución es incorregible.
Conseguir, simplemente, que el paro haya dejado de crecer parece un balance decepcionante para un periodo de cuatro años, cuando los índices de desempleo en el entorno del país son exactamente la mitad.

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