El perfil de nuestros emprendedores
Un estudio del catedrático José Villaverde y del profesor titular Adolfo Maza para la Fundación Alternativas desgrana los perfiles y motivos de los emprendedores cántabros y desvela algunas circunstancias locales específicas. Por ejemplo, que en la comunidad autónoma hay menos actividad emprendedora que la media española y que la tasa no solo no ha crecido con la crisis sino que decrece con cierta intensidad, un resultado decepcionante si se tiene en cuenta el enorme énfasis que están poniendo las administraciones públicas en impulsar el movimiento emprendedor.
También es revelador que la inmensa mayoría de las iniciativas busquen abrirse un hueco en los sectores orientados al consumo, curiosamente los que tienen menos componente innovador, aunque los ejemplos más aireados siempre estén relacionados con las nuevas tecnologías.
En 2008 había 40.393 empresas censadas en Cantabria y, aunque con la crisis no han dejado de surgir iniciativas, sobre todo por parte de autónomos, desaparecen más de las que se crean, de forma que sufrimos la pérdida de unas 550 empresas por año, algo no muy distinto a lo que ocurre en el resto del país.
La tipología de nuestras empresas también es bastante parecida a la media: son demasiado pequeñas. De hecho, más de la mitad (el 52%) no tiene ni un solo asalariado, por lo que probablemente no debieran ser consideradas como tales. Otro 43% tiene entre 1 y 10 empleados. Es cierto que en Cantabria es un poco mayor el porcentaje de grandes empresas, pero en cualquier caso, con cifras muy poco relevantes.
A pesar de lo que pueda parecer, no somos una región industrial ni lo vamos a ser, a tenor del camino por el que se orientan los nuevos emprendedores. La industria ya solo supone el 6,7% del censo de empresas, si bien cada una de ellas tiene una plantilla sustancialmente más elevada que las dedicadas a otras actividades, con 16 trabajadores de promedio.
El espíritu empresarial sigue sin cuajar. Entre la población adulta de la región, sólo 3,8 personas de cada 100 están inmersas en alguna actividad emprendedora, mientras que la tasa media nacional es de 5,8, y el promedio europeo de 7,6, exactamente el doble.
Lo peor es que Cantabria partía en 2008 de una situación bastante destacada en este terreno (8%), superior a la media nacional, lo que indica que la coyuntura ha empeorado más en la región y eso ha desanimado a los emprendedores o se han quedado sin recursos. De acuerdo con el estudio, en solo tres años se ha reducido a la mitad el número de iniciativas.
Curiosamente, ha decaído bastante más el espíritu emprendedor femenino que el masculino, quizá porque la bonanza económica invitaba a muchas mujeres a poner en marcha su propio proyecto personal y en las actuales condiciones, en materia de experimentos, las familias hacen los justos.
También es significativa la brusca caída de la tasa de quienes se atreven a emprender con más de 55 años, aunque nunca ha sido muy elevada. El emprendedor tipo en la región tiene 40 años de promedio, lo que significa que anteriormente tuvo una actividad laboral por cuenta ajena, y en esto no ha cambiado nada con la crisis.
Emprendedores universitarios
Del estudio se desprende, además, que cuanto mayor es el nivel de renta de una persona, más probable es que valore la posibilidad de hacerse emprendedor, bien porque cuenta con los recursos necesarios o porque ha vivido más de cerca la aventura empresarial. Otro dato relevante es que casi en un 70% de los emprendedores cántabros (60% de los españoles) tienen estudios universitarios o FP superior. Esta circunstancia representa un significativo cambio de perfil, puesto que en la anterior oleada de emprendedores (los que el estudio considera ya en fase de consolidación), el grupo más numeroso no es el de los universitarios sino el de quienes únicamente cuentan con estudios primarios (34% en Cantabria y 42% en España).
Empresarios por necesidad
Otro cambio significativo es la procedencia de los nuevos empresarios. Aunque la mayoría ya tenían un empleo a tiempo completo o parcial, el 30% proceden ahora del desempleo (27% en España), es decir, que se convierten en emprendedores por necesidad, mientras que antes de la crisis acudían movidos por la expectativa de rentabilizar una oportunidad de negocio que creían haber detectado. “Lo llamativo”, según los profesores Villaverde y Maza, “es que el emprendimiento por necesidad ha aumentado mucho más en la región que en la nación, circunstancia que, a nuestro juicio, constituye un indicador claro de la existencia de mayores dificultades en la situación económica de Cantabria que en la de España”.
La creación de una empresa como salida a una situación personal difícil es más evidente cuando se observa cómo crece el porcentaje de iniciativas sin empleados, es decir que están pensadas, al menos inicialmente, para el autoempleo.
Una circunstancia que por razones obvias no se daba en el pasado es la significativa presencia de extranjeros entre los nuevos emprendedores. Según el estudio, demuestran más predisposición que los nacionales, pero también es verdad que son menos constantes y más proclives al abandono.
Los autores del estudio piden a las autoridades menos barreras a la creación de empresas (España está considerado uno de los países donde hay menos facilidades para montar un negocio) y fomentar la cultura del emprendimiento. Otras dos sugerencias son más difíciles de conseguir: que mejore la remuneración del riesgo para recompensar la iniciativa, algo que sólo puede estar en manos del mercado, y una actitud social más positiva hacia la iniciativa empresarial.