El parking de Tetuán sale del túnel

Larga, polémica y azarosa. Así ha sido la historia del parking de Tetuán, el último de los aparcamientos subterráneos en sumarse a la red urbana santanderina. Cuando este mes de septiembre finalicen las obras, habrá concluido un proyecto iniciado en 2007 para crear aparcamientos para residentes en esa populosa barriada santanderina y para asegurar una nueva vía de ingresos –vía concesión– en las necesitadas arcas municipales. Pero la demanda de plazas ha sido insuficiente, lo que ha obligado al Ayuntamiento a ampliar el área de posibles solicitantes a los vecinos de calles relativamente alejadas al núcleo inicial. De poco ha servido que los 24.000 euros que se piden por las plazas (una concesión a 50 años) sea la mitad del precio de mercado.
El retraso del proyecto, tras los avatares concursales que padeció su primer adjudicatario, el grupo Urazca, ha provocado que la puesta en servicio de este nuevo parking coincida con el momento más duro de la crisis económica. Esto puede explicar las dificultades que ha habido para vender unas plazas de garaje en la zona a la que inicialmente iban destinadas, la comprendida entre Menéndez Pelayo y el Alto Miranda, Canalejas y las calles Bonifaz, Lope de Vega y Calle del Sol. Un problema que el Ayuntamiento trata de resolver aceptando que el concesionario busque otros posibles compradores entre los residentes en Castelar, Nazarín-La Unión y Marcelino Sáenz de Sautuola, calles bastante alejadas de la ubicación del parking.

Una elección desafortunada

La decisión de construir un parking en la zona de Tetuán la tomó el Ayuntamiento santanderino en la campaña electoral de 2003. Su adjudicación se produjo en septiembre de 2005 y recayó en un grupo vasco, Urazca, que ya había intervenido en la construcción del Parque de Las Llamas. El comienzo de las obras no tuvo lugar, sin embargo, hasta dos años más tarde, cuando la empresa encargada de su ejecución, Aldesa, inició los primeros sondeos de un terreno que iba a deparar algunas sorpresas.
Apenas cinco meses después de iniciadas las obras y cuando se había realizado aproximadamente la mitad de la pantalla perimetral y el desvío de los colectores, el grupo Urazca entró en crisis y tras presentar un proceso concursal, las obras se detuvieron. Los vecinos de la zona, que en muchos casos no habían acogido con entusiasmo la idea de construirles un parking de pago en el solar en el que acostumbraban a aparcar gratis, se encontraron con que el centro de su barrio convertido en un inmenso agujero.
Más de un año tuvo que transcurrir hasta que se encontró una solución y pudieron continuar las obras. La fórmula que permitió retomar el proyecto y evitar un retraso aún mayor fue la transmisión de la concesión por parte de Urazca, en vez de resolver el contrato, lo que hubiera acarreado, además de una valoración judicial de las obras realizadas, el inicio de un nuevo procedimiento de adjudicación.
La encargada de proseguir los trabajos y de explotar el parking fue la empresa Eyssa (Estacionamientos y Servicios), del grupo FCC, que siguió contando con Aldesa para la construcción. En julio de 2009 se reiniciaban las obras, acabando el muro perimetral de contención y comenzando las primeras líneas de anclaje.
Pero la naturaleza del terreno que había que excavar, con una abundante presencia de roca caliza, aconsejó adoptar una técnica de vaciado muy poco común en este tipo de encargos y más propio de la minería.
Una mina en Tetuán

La dificultad del terreno ya había obligado a empotrar las pantallas de contención con micropilotes pero la ejecución de los anclajes no funcionaba correctamente por lo que se decidió cambiarlos por un sistema de arriostramiento y hacer el vaciado por debajo del forjado. Es decir, excavar como se hace en las minas, con un gálibo (altura) de siete metros. Para ello se construyó la losa de cimentación directamente sobre el terreno, en el que previamente se habían fijado los micropilotes sobre los que quedaba apoyaba la losa según iba avanzando la excavación. Esta técnica, aunque más segura, tenía también sus inconvenientes. No solo resultaba más lento que el vaciado a cielo abierto, sino que trabajar bajo techado limitaba el tamaño de la maquinaria que se podía utilizar. Todo un reto técnico para una obra que ha durado, en total, 23 meses y que ha supuesto una innovación en Cantabria, puesto que esta forma de excavación solo se había practicado hasta la fecha en el paso subterráneo que atraviesa El Malecón, en Torrelavega.
Para construir las tres plantas del nuevo parking ha sido preciso excavar hasta los 17 metros de profundidad en algunos puntos, mientras que en otros ha bastado con descender ocho metros, dada la fuerte pendiente del terreno.
Las tres plantas suman una superficie de 11.687 metros cuadrados y proporcionan 438 plazas de aparcamiento, de las que 168 son de rotación y 270 para residentes. Habrá también 15 plazas para minusválidos y 14 para motos. El parking cuenta con dos rampas de entrada, una para los residentes, por la calle Tetuán, y otra para los usuarios ocasionales, por la calle La Montañesa. Los accesos peatonales son dos, igualmente, uno de ellos con ascensor.
Como todos los parkings construidos en los últimos años, el de Tetuán cuenta con dispositivos de lectura de matrícula a la entrada y a la salida (algo exigido por ley) y con un sistema de localización de plazas libres mediante luces, en el interior del parking.
La urbanización de la plaza creada en la superficie ha sido una de las prioridades de la empresa constructora, hasta el punto de ralentizar las obras de remate del interior del aparcamiento para recuperar cuanto antes ese espacio urbano que reclamaba el vecindario. La plaza que corona el parking tiene 1.750 metros cuadrados y salva el notable desnivel entre La Montañesa y Tetuán mediante tramos de escalera y largas rampas que suavizan la pendiente, permitiendo el acceso a minusválidos. En el solado se ha utilizado una combinación de granito gris y rojo y una treintena de árboles de distintas especies dan vida a sus jardines. También se ha instalado un área de juegos infantiles.

Un alivio para la hostelería de la zona

Construir el nuevo parking de Tetuán ha costado más de nueve millones de euros, que la empresa concesionaria tratará de recuperar con la venta de plazas y la explotación del aparcamiento durante los próximos 50 años. A cambio, el Ayuntamiento percibirá un canon anual de 700.000 euros.
Convertir el aparcamiento en un negocio privado y en fuente de obtención de recursos para el propio Ayuntamiento es una estrategia que la Corporación santanderina viene aplicando en los últimos años. La contrapartida de ese planteamiento es la progresiva desaparición de plazas gratuitas en superficie que, en el caso de la zona de Tetuán, supone la pérdida de más de 100. Una realidad poco grata para los vecinos de ese populoso barrio obrero, animado por una atractiva oferta hostelera que va a ser la primera en notar los efectos beneficiosos de contar con un moderno parking a escasos metros de sus establecimientos.

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