El desplome de las importaciones da más brillo a las exportaciones

El saldo neto del comercio exterior cántabro es aparentemente magnífico: cada vez exportamos más e importamos menos y la cobertura ya sobrepasa el 130%. Pero ni las exportaciones han crecido lo que cabía esperar ni el descenso de las importaciones es tan buen síntoma como parece. En 2012, Cantabria vendió al exterior un 5% más, si los datos de diciembre, consolidan la tendencia anterior, e importó un 10,9% menos.
En ambos casos secundó la tendencia nacional, si bien sus exportaciones aumentaron un poco más que la media y las importaciones cayeron cinco veces más que en el conjunto del Estado, lo que resulta un síntoma revelador del gravísimo estado en que se encuentra nuestra capacidad de consumo. Ninguna comunidad se comportó peor en este sentido, salvo Aragón.
No es un problema coyuntural. Desde 2007, las importaciones españolas han caído aproximadamente un 13%, mientras que las importaciones realizadas en Cantabria han bajado nada menos que un 35%, una disparidad muy preocupante, si bien habría que matizarla por el peso que tienen en Cantabria las compras de productos energéticos y la entrada de coches extranjeros que no tienen la comunidad como destino último.
Por lo que se refiere a las exportaciones, la región sigue siendo dependiente de las grandes fábricas y, especialmente, de los alternadores que fabrica Robert Bosch Treto, los bombones de Nestlé, la sosa de Solvay y el alambrón de GSW. También son ellos los que, con sus aprovisionamientos de semicomponentes, cacao y chatarra, generan el grueso de las importaciones, si no tenemos en cuenta el cereal, los coches y el carbón, que, aunque representan grandes volúmenes, por lo general tienen otras provincias como destino último. Cantabria también exporta cemento, sobre todo ahora que el mercado nacional ha vuelto a consumos propios de los años 60 y apenas puede absorber una pequeña parte de la capacidad productiva de las fábricas.

Bajan los coches

El Puerto de Santander no ceja en su empeño de mantener las cifras, pero la crisis está cambiando sensiblemente los productos que circulan en uno y otro sentido. Por ejemplo, la importación de coches ha retrocedido en el último año un 23,7%, ya que el mercado nacional del automóvil no encuentra compradores ni para los que se fabrican dentro ni para los de afuera.
Las importaciones de otros bienes de consumo duradero, como electrodomésticos o muebles, también retroceden un significativo 13,3% en el último año.
Lo más sorprendente es la fuerte caída que se ha producido en la entrada de productos energéticos (-30,5%), en parte por el significativo descenso en el consumo de combustibles para automoción, a consecuencia del encarecimiento y de la menor capacidad de compra de los españoles.
El comercio cántabro se realiza fundamentalmente con la UE, si bien en el último años ha perdido un poco de su relevancia tradicional (los dos tercios de las exportaciones y algo más de las importaciones) en favor de los países europeos no comunitarios, sobre todo Noruega, Turquía y Rusia en el campo de las ventas al exterior, y de Turquía en las compras.
Estados Unidos se ha encaramado al tercer puesto entre nuestros compradores, pero esta posición del último año es meramente coyuntural, como consecuencia de exportaciones puntuales de maquinaria para centrales nucleares fabricada por Ensa. También China está emergiendo como uno de nuestros clientes principales y eso empieza a corregir el enorme desequilibrio comercial que tenía nuestra región con el país asiático, a lo que también contribuye el que se hayan reducido sustancialmente las importaciones de China, (–25,5%). Un dato que indica que ni siquiera los productos de bajo coste sobreviven a la fortísima caída del consumo interno que padecemos.
La propia Alemania sufre las consecuencias de la receta de austeridad que nos impone. Con el enfriamiento que empiezan a padecer sus mercados, en el último año les hemos exportado un 8% menos, pero a la vez, les hemos comprado casi un 26% menos, de forma que en solo un año hemos reducido 18 puntos nuestro desequilibrio en la balanza comercial con aquel país.

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