El bocarte cruza el Atlántico

Definitivamente, 2008 no va ser el año de la resurrección para la anchoa del Cantábrico. Sin embargo, lejos de interpretaciones alarmistas, esto no va a poner en riesgo a la industria semiconservera local, que puede recurrir a otros caladeros repartidos por los mares del mundo que, para su fortuna, todavía están poco explotados. La veda del bocarte en el Golfo de Vizcaya durante las tres últimas campañas, tampoco está generando especiales tensiones entre armadores y pescadores, cuya preocupación se ha visto mitigada por las generosas ayudas públicas (21 millones de euros desde 2005) destinadas a paliar las pérdidas que genera el tener los barcos inmovilizados.
La crisis de la anchoa sí ha tenido un efecto visible sobre la industria semiconservera: el de acelerar los procesos de cambio que se venían produciendo en este sector donde cada vez es más importante manejarse bien en los canales de importación del bocarte.
Frente al colapso de nuestra pesquería, existen otros importantes caladeros de anchoa que garantizan la actividad de las fábricas. Aunque la europea es la más apreciada por los conserveros, existen especies similares en los mares de China y Japón; en el caladero del Indico, explotado por Sudáfrica y Namibia; en la Baja California (aguas de Estados Unidos y Méjico) y en países suramericanos como Perú y Argentina, de donde ya procede la mayor parte de la anchoa que se envasa en Cantabria.
Aunque con altibajos en las capturas y con indicios de sobreexplotación en algunos de estos caladeros lejanos, la abundancia del bocarte, de otros engráulidos y de especies similares queda reflejada en los 13 millones de toneladas que se capturaron en el mundo en el año 2005, fecha en la que se cerró por primera vez el caladero del Cantábrico.
En realidad, la especie europea que tradicionalmente se ha utilizado en nuestra semiconserva se extiende también por aguas del Mediterráneo, del Mar Negro y de la costa oeste de Africa. De hecho, la mayor parte de las capturas se realizan en el Mediterráneo (Turquía es el país que más bocarte pesca) y el registro histórico de esta pesquería se produjo en 1988, cuando se alcanzaron las 810.000 toneladas. Desde entonces, la especie está en regresión, pero en ningún sitio como en las costas del Cantábrico, donde los estudios más recientes sobre la evolución de la biomasa indican que la especie no consigue superar el límite de precaución (unas 33.000 Tm) ni siquiera después de tres años de interrupción de las costeras. Esto ha llevado a los científicos a aconsejar la prolongación del cierre de la pesquería una costera más, una recomendación que presumiblemente seguirá en diciembre el Consejo de Ministros de la UE.
En cualquier caso, se hace difícil imaginar que puedan recuperarse alguna vez los niveles de capturas de las antiguas costeras, cuando en las lonjas norteñas se subastaban unas 20.000 toneladas de bocarte en cada campaña. A esta realidad se deberá adaptar la industria conservera que, desde hace tiempo, mira hacia la otra orilla del Atlántico.

El salazón argentino

Hace años que el principal suministrador de salazón para la industria semiconservera cántabra es Argentina. No en balde es el primer productor mundial, con 17.732 toneladas elaboradas en 2005. La anchoa argentina es también las más apreciada por las firmas cántabras al ser la que más se aproxima en sus características a la autóctona.
El potencial de sus mares es también una garantía para las empresas que recurren al país austral, ya que las capturas son bastante inferiores a las autorizadas. El pasado año, Argentina estableció un cupo de 120.000 Tm para la anchoa, de las que sólo se pescaron 46.000. Aparentemente, la especie no corre allí ningún peligro si se gestiona de forma racional.

La reserva peruana

Sin embargo, si algún caladero se puede arrogar la condición de auténtica reserva de la familia de la anchoa es el peruano, donde la ‘anchoveta’ no sólo es el pescado más abundante sino también el que propicia mayores capturas de todo el mundo. Su registro histórico se sitúa en el año 1970, cuando se sacaron de sus aguas nada menos que 12 millones de toneladas. No obstante, tampoco esta pesquería es inmune a los cambios medioambientales que tan importante papel juegan en la evolución de la biomasa de estas especies y la alteración de la Corriente del Niño ha tenido efectos muy negativos para las capturas.
La abundancia de materia prima ha impulsado el desarrollo en Perú de una incipiente industria conservera. A la elaboración de salazón, que exporta a España desde 1990, le siguió la producción de filete de anchoa, también con destino al mercado exterior (sobre todo los países mediterráneos europeos), hacia donde se envía la anchoveta en barriles o envasadas al vacío para su enlatado. Una práctica importadora que en Cantabria ha puesto en guardia a sindicatos como CC OO, ya que hacen innecesaria buena parte de la mano de obra local. En los últimos tres años Perú ha dado un salto hacia la elaboración de producto terminado y esta actividad crecerá ahora que el Gobierno peruano ha establecido ayudas para fomentar el consumo de su propia población.
Las posibilidades que ofrece aquel país para la industria conservera cántabra, no han pasado desapercibidas para el Grupo Consorcio que ha levantado una planta en la provincia de Pisco para el fileteado de anchoa.
El paso que ha dado esta firma santoñesa es un buen ejemplo de adaptación a las nuevas reglas de juego que rigen en el mercado. La globalización en la obtención de materia prima y el reparto de tareas entre varios países va a resultar mucho más compleja para las pequeñas y medianas conserveras, que siguen siendo mayoría en Cantabria. Su única posibilidad de subsistir es participar en la lucha por recuperar el control que antaño tenían las anchoeras cántabras sobre la materia prima, aunque ahora se encuentre a miles de kilómetros.

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