CEOE convierte su aniversario en una demostración de fuerza

CEOE-Cepyme cántabra ha conseguido cerrar con un broche brillante un trimestre complicado. Los actos del trigésimo aniversario de la patronal cántabra se han convertido en la respuesta tácita a la escisión que sufrió unos meses antes y para esta demostración de fuerza no ha ahorrado medios: una feria de innovación, en la que han presentado sus novedades numerosas empresas; la edición de un libro sobre el futuro de la industria en Cantabria y una tan espectacular como una multitudinaria cena de gala, con más de mil personas. Mirones ha querido dejar constancia de que la capacidad de convocatoria de la patronal no ha disminuido en absoluto y no sólo de empresarios, aunque no estuvieron presentes muchos de los constructores. En la presentación del libro consiguió sentar al presidente del Banco Santander, Emilio Botín y al de la CEOE nacional, Gerardo Díaz Ferrán, y por los diferentes actos pasaron la mayoría de los miembros del Gobierno regional.
Miguel Mirones escenificaba de esta manera la respuesta a las críticas vertidas hacia la operatividad de la CEOE y de su presidente por las asociaciones de constructores y pequeños metalúrgicos que abandonaron hace algunos meses la patronal para constituir su propia federación.

30 años de patronales

La historia de uniones y desuniones de las patronales cántabras cumple ahora treinta años. En 1977, nada más aprobarse la ley reguladora del derecho de asociación sindical y de creación de organizaciones empresariales, se formaron dos patronales en Cantabria, una impulsada por las grandes fábricas, sobre todo por Nueva Montaña Quijano y su director, Fernando García, que se bautizó como Intersectorial, y otra que buscó aglutinar a las pequeñas y medianas, denominada Cepyme.
La Intersectorial, en cuyo impulso jugó un papel decisivo el abogado santanderino Fernando Martín Gamero, que luego fue su secretario general durante mucho tiempo, pasó pronto a denominarse Confederación de Organizaciones Empresariales de Santander (COES) y en su dirección se sentaban empresarios como Antonio García Escudero, Juan María Parés (Textil Santanderina), José López (hostelería) o Roberto Sáez (Ascensores Sáez Hermanos). Por su parte, Cepyme tenía al frente al maderero Luis Viadero Zubieta, a José López Otero, del sector metalúrgico, a Jesús Valero, de Transportes y a Jesús de las Cuevas, que presidía la sectorial de Químicas.
La creación de dos patronales respondía a un modelo nacional dual, creado en la idea de que las circunstancias de las grandes empresas poco o nada tenían que ver con las que afectaban a las pequeñas. Pero en el seno de las nuevas organizaciones también afloraron algunos personalismos y pronto la Cepyme sufrió una escisión, la Unipymec, una patronal de pequeños empresarios del comercio y hostelería que aún sobrevive.
Tanto COES como Cepyme tenían sus correspondientes referencias nacionales, pero con un notable margen de maniobra que, por ejemplo, les permitía redactar unos estatutos propios. Eso hizo que en Cantabria ambas siguieran caminos separados hasta 1984, cuando en la mayor parte del Estado ya formaban parte de una sola organización. En esa fecha, Cepyme accedió finalmente a disolverse como tal y a integrarse en CEOE (para entonces la COES ya había adoptado el nombre que se utilizaba en el resto del país), aunque no llegaba a perder su denominación. El 14 de diciembre de ese año nacía la CEOE-Cepyme Cantabria, con un presidente procedente de la gran patronal (Angel Gutiérrez Coterillo) y un vicepresidente de la pequeña y mediana empresa (Luis Viadero Zubieta).
Pero había otros hilos deshilvanados de la madeja empresarial inicial, como la sectorial del pequeño y mediano metal (Pymetal), que tardaron algunos años más en incorporarse y algunos otros de nueva factura, como la federación de comerciantes Coercan, que se incorporó ya bien entrados los años noventa.
No obstante, tanto la situación patrimonial de CEOE como su influencia social fueron precarias hasta la llegada a la presidencia de Lope Carral, presidente de Cartonajes Karlia y de la patronal de Artes Gráficas, que multiplicó los servicios a las empresas y dotó a la CEOE de dos inmuebles propios, si bien es cierto que en ello tuvo mucho que ver la decisión del Gobierno de repartir el patrimonio sindical acumulado durante el franquismo, que permitió a la patronal construir una amplia sede en el antiguo edificio de los sindicatos verticales, de la calle Rualasal y, más tarde, abrir un centro de formación en la calle Tres de Noviembre.
A su vez, la participación en la Concertación Social dio a la CEOE un papel institucional y una relevancia social que anteriormente no había tenido, además de propiciar que la organización participase activamente en los cursos de formación y, con ello, acceder a un importante flujo de recursos públicos.

La batalla de 2006

Carral dejó la presidencia de la patronal cántabra antes de concluir su segundo mandato, con la idea de facilitar la transición a quien iba a ser su sucesor, el presidente de los constructores, Fidel González Cuevas, y, al mismo tiempo, para atajar un conflicto interno que venía larvándose en los últimos tiempos, pero los estatutos de la CEOE cántabra son cuando menos singulares y, una vez presentada la dimisión, perdió cualquier posibilidad de tutelar el proceso hasta el nombramiento del nuevo presidente.
Lo que parecía destinado a una sucesión sencilla, por cooptación del presidente saliente, se convirtió en una batalla de grueso calibre entre tres candidatos al cargo –luego fusionados en dos listas– que no ahorraron municiones. La pelea provocó un notable desasosiego en la clase empresarial y desestabilizó la CEOE cántabra durante el verano de 2006. Finalmente, la candidatura encabezada por Miguel Mirones, presidente en ese momento de la Asociación de Hostelería, se impuso con claridad a la de González Cuevas, presidente de los constructores, después de que entre ambas listas se produjesen saltos de última hora.
Las tensiones no desaparecieron con la celebración de los comicios, sino que se han mantenido en este año y medio. Miguel Mirones reconoció en la cena de gala del XXX Aniversario haber vivido “momentos difíciles”, probablemente, los que acabaron por provocar una escisión.
El candidato derrotado en las últimas elecciones, Fidel González Cuevas y –lo que resultaba más sorprendente– el vicepresidente de la Ejecutiva de Mirones y segundo de su lista, José Gómez Otero, presidente de las empresas del pequeño y mediano metal, anunciaron a comienzos del otoño su salida de la CEOE para crear una federación propia: la Federación Empresarial de Cantabria.
La marcha de dos de las tres asociaciones sectoriales más potentes (la tercera es Hostelería) abría una brecha muy grande en el empresariado cántabro, aunque a la vez relajaba en cierta medida la explosiva situación que se había vivido durante los meses anteriores en el interior de la CEOE.

Unidad y competencia en cuotas

Las heridas parecen casi restañadas tras los actos de conmemoración del XXX Aniversario de la CEOE, que se han convertido en una exhibición de fuerza por parte del equipo de Mirones. En el acto central, la cena de gala, que llenó el Palacio de Exposiciones, fueron homenajeadas las empresas Solvay, cuya fábrica de Torrelavega cumple cien años en 2008; Juan María Parés, uno de los fundadores de la propia CEOE; Cementos Alfa, por su programa de reducción radical de consumo de agua, y el anterior presidente de la patronal cántabra, Lope Carral, cuyas palabras resultaron especialmente significativas. A pesar de que en las últimas elecciones fue quien propuso a González Cuevas, que más tarde ha encabezado la escisión, Carral se pronunció de forma clara a favor de la institución: “Dejé la presidencia, pero no dejé, ni nunca dejaré la CEOE”, dijo.
Miguel Mirones reforzó la tesis unitaria en su discurso al señalar los valores que deben guiar a la patronal: unidad, libertad y excelencia. “Sólo una patronal fuerte puede defender con fuerza los intereses de los empresarios”, recalcó y, con un cierto sentido críptico, añadió que “la libertad se traduce en libre afiliación y cuando alguien no paga cuota, no está decidiendo su opción asociativa”. Un mensaje entre líneas dirigido contra la política de la patronal escindida de exonerar de cuotas a los afiliados para atraerse a quienes hoy no están asociados a ninguna patronal pero también a aquellos que pagan a la CEOE.

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