Cantabria se viste de agua para la Expo

En junio del año que viene, comenzará la Expo 2008 de Zaragoza, dedicada al agua y al desarrollo sostenible. Una de esas ocasiones especiales para la que Cantabria ha elegido el mejor traje de su ropero: un pabellón que ha diseñado la empresa asturiana ProaSur y presupuestado en casi un millón y medio de euros. Los cántabros Jesús Díaz Jubete, diseñador y Chema Martín, coordinador de la producción y montaje, han sido los encargados de dar forma al proyecto que costará menos de la mitad de lo que supuso la presencia en la Expo de Sevilla, aunque han pasado ya quince años, pero que resulta mucho más ambicioso en los contenidos.
Como en cualquier gran evento, los invitados saben con antelación en donde estarán sentados y con quién compartirán mesa. En la Expo, el pabellón de Cantabria se ubicará junto a los de Andalucía, Castilla-La Mancha y País Vasco en un edificio conjunto, diseñado como una gran ola serpenteante que, en un recinto donde todo está relacionado con el agua, ha sido bautizado como ‘Ranillas’.

Ambientes en burbujas

Cantabria irá vestida con un traje de dos piezas. La superior, una entreplanta de 130 metros cuadrados tendrá poco interés para el público, porque estará destinada a tareas operativas.
La zona de exposición estará en la planta inferior y ocupará más de trescientos metros cuadrados, con un espacio central, denominado el Jardín de la Naturaleza, donde se intenta reproducir el paisaje verde de bosques y prados de la provincia. Alrededor habrá cuatro zonas conectadas entre sí, en las que se mostrarán otros atractivos de la región.
El primero de los espacios está compuesto por dos grandes gotas de agua, a cuyo interior se podrá acceder. En una de las burbujas estarán representadas las cuevas de Altamira y el Soplao, con una recreación de las estalactitas y estalagmitas y la proyección de hologramas con las pinturas prehistóricas más representativas. El visitante, que en el exterior va a sufrir los rigores del verano en Zaragoza, probablemente agradecerá el frío y la humedad con que se va a tratar de reproducir el ambiente natural de estas cavidades y quizá eche en falta una chaqueta.
La volverá a necesitar cuando salga de la burbuja porque en la siguiente subirá a lo más alto de los Picos de Europa y ya se sabe que allí arriba también hace fresco. Con el añadido de efectos especiales de luz, iluminación y olores que recuerdan al aire de las montañas, desde este emplazamiento virtual se podrán divisar los paisajes del agua más peculiares de Cantabria.
El siguiente espacio girará en torno a una gran maqueta en relieve de la provincia, que hará especial hincapié en los recursos hídricos, leit motiv de esta Exposición.
Los más nostálgicos se reencontrarán con el pasado en un pequeño museo donde se mostrará de qué manera se aprovechaba en el pasado la fuerza con que bajaban las aguas en los cortos pero caudalosos ríos de la región para realizar distintos trabajos. En este espacio, que recibe el nombre de “Los ingenios del agua”, habrá una representación del batán de Ledantes (Liébana), el resbaladero de Lunada, en el Miera o la Ferrería de Cades, en el Nansa.
La visita a esta zona culmina con un ‘chapuzón’ virtual en las aguas del Cantábrico para conocer, desde las profundidades, un proyecto pionero en el ámbito de las energías renovables como es el aprovechamiento de la fuerza de las olas para obtener electricidad en la costa de Santoña.

En Cantabria siempre llueve

Con más o menos acierto, los mapas meteorológicos de los telediarios casi siempre anuncian nubes y precipitaciones para Cantabria. En el pabellón de Zaragoza no estarán equivocados ya que en el último de los espacios lloverá. Mientras los visitantes se mojan ligeramente con un melancólico calabobos (y esto no va a ser ninguna experiencia virtual, sino real) se podrán informar sobre los problemas más importantes a los que Cantabria se ha enfrentado en la gestión del agua: insuficiencia de suministro, a pesar de la abundancia de precipitaciones; contaminación de las aguas o consumo excesivo. Frente a estas circunstancias, se expondrán las actuaciones de estos últimos años para tratar de restablecer las condiciones naturales de ríos y mares y evitar los problemas de abastecimiento en verano, como la Autovía del agua, los saneamientos y depuraciones y, lo que puede ser menos costoso pero no menos importante, la creación de una conciencia medio-ambiental en la población.

Folclore y gastronomía

Los materiales que se van a utilizar para la construcción del pabellón, que empezará en enero, van a guardar un máximo respeto con el medio ambiente. Al menos eso es lo que asegura el técnico de la Consejería de Medio Ambiente y geógrafo, Alfonso Peña Rotella, quien destaca que Cantabria tratará de transmitir la importancia que tiene el agua como eje vertebrador de todo su territorio, desde las playas y los acantilados costeros a las cumbres de los Picos de Europa, sin olvidar la estación de esquí de Alto Campoo. Unas condiciones físicas que se han convertido en recursos industriales, al atraer a las industrias que necesitaban grandes cantidades de agua, y turísticos.
Todas las comunidades autónomas celebrarán un día de honor durante la exposición. El Día de Cantabria será el 26 de julio de 2008 y durante esa jornada, la anterior y la posterior, la comunidad contará con otros espacios para poder mostrar con más profundidad su cultura y folclore y su gastronomía, que también se podrá disfrutar a diario en uno de los restaurantes del edificio Ranillas.
Aunque no va a hacer un gran dispendio, Cantabria intentará mostrar sus mejores galas en esta Expo. Pero, quienes entienden de moda, aseguran que un buen traje sin unos buenos complementos, no luce. No serán unos zapatos de Manolo Blahnik o unos diamantes de Cartier, sino algo mucho menos manejable: un enorme reloj de agua (clepsidra) de más de tres metros y medio de altura, diseñado por el físico y artista francés Bernard Gitton, con el que desde la entrada se pretende invitar a pasar a todo aquel que quiera conocer un poco mejor la comunidad del agua.

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