Bacterias contra petróleo
El próximo 7 de febrero finaliza el plazo fijado para que las empresas potencialmente contaminantes informen sobre el estado del suelo que ocupan, algo que va a afectar a no menos de 3.000 empresas cántabras, muchas de las cuales se verán obligadas a proceder a su limpieza y recuperación. Situaciones similares se van a producir en toda España, donde los últimos datos indican que hay 26.440 emplazamientos industriales en los que se desarrollan actividades potencialmente contaminantes.
Lo que para uno va a ser un coste, para las empresas vinculadas al medio ambiente será una oportunidad de negocio, pero antes es imprescindible poner a punto técnicas de descontaminación competitivas. Este camino lo ha emprendido ya Hierros y Metales Tirso, una empresa especializada en demoliciones industriales, que ha buscado la colaboración del Grupo de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Cantabria, al frente del cual está el catedrático Iñaki Tejero.
Las investigaciones se han centrado en la contaminación por hidrocarburos, uno de los problemas más comunes en los suelos afectados por actividades industriales contaminantes, junto con la presencia de metales pesados. Tras dos años de trabajo y utilizando técnicas de tratamiento biológico –con bacterias– este grupo ha construido la planta piloto de un nuevo reactor modular que podrá ser desplazado para tratar in situ los suelos contaminados por hidrocarburos.
Acelerar los procesos de descontaminación
La elección de técnicas biológicas responde al hecho de que son las menos agresivas para el medio ambiente y también las más económicas. En la naturaleza hay microorganismos que se alimentan de hidrocarburos y el tratamiento de descontaminación se basa en el aprovechamiento de este fenómeno natural para hacerlos desaparecer. El bioreactor, en el que se introduce el suelo contaminado, se siembra con un coctel de hongos y bacterias, en condiciones controladas de humedad, temperatura y oxigenación para acelerar todo lo posible el proceso de descontaminación de manera que se produzca en pocos meses lo que en condiciones normales puede tardar años.
Uno de los mayores retos ha sido la búsqueda del equilibrio en esa colonia de microorganismos de cuyas sinergias depende la velocidad del proceso de recuperación del suelo.
La movilidad es otro de los puntos fuertes del proyecto. El bioreactor viajará a bordo de un camión hasta la zona que se desea limpiar, lo que evitará el movimiento de las tierras contaminadas hacia los vertederos de residuos peligrosos para su inertización, un proceso muy costoso que ahora resulta imprescindible. Esa agilidad impone algunos condicionantes, como la limitación de la capacidad del reactor, cuyo depósito no podrá ser muy superior a los 60 o 70 metros cúbicos. Si el volumen de negocio lo demanda, Javier González, de Tirso, no descarta dotarse de varias plantas de esas características, que podrían actuar simultáneamente.
Al realizarse el proceso de descontaminación en un espacio cerrado, se eliminan también las consecuencias medioambientales de las emisiones que se producen con los tratamientos convencionales. Los métodos de bioremediación –tratamientos biológicos– utilizados hasta ahora suelen estar basados en la siembra de organismos al aire libre, un proceso que en ocasiones se intensifica con movimientos del suelo para facilitar su aireación, lo que aumenta las emisiones a la atmósfera.
“Con nuestro sistema –subraya Iñaki Tejero– conseguimos un control ambiental absoluto y aceleramos el proceso al máximo, con los límites que lógicamente impone la naturaleza, porque no podemos ir a más velocidad que el metabolismo del microorganismo”.
Creación de una nueva empresa
El equipo de investigadores de la Universidad de Cantabria ha contado con la colaboración de uno de los mayores expertos internacionales en contaminación por hidrocarburos, el argentino Eduardo Ercoli, y su objetivo es patentar el prototipo de bioreactor, que previsiblemente estará terminado el próximo verano.
Tirso, que ha financiado la investigación con ayuda del programa Invesnova, de Sodercan, estará en condiciones para entonces de entrar con tecnología propia en el prometedor mercado de la descontaminación de suelos. El empeño de la empresa cántabra no será fácil, ya que tendrá que vérselas con las compañías creadas para este fin por las grandes constructoras, a las que no ha pasado desapercibido el suculento bocado que supone la industria medioambiental y la nueva normativa sobre suelos.
Sin embargo, Tirso contará con la ventaja que le otorga su trayectoria en el campo de las demoliciones industriales, una actividad en la que es sobradamente conocida por petroleras como Repsol o CLH para la que ha desmantelado recientemente más de cuarenta grandes depósitos en Pasajes (Guipúzcoa). CLH, sucesora de Campsa, también está preparando el traslado de los tanques de almacenamiento de Múskiz, desde los que se abastece a las gasolineras de Cantabria, que serán situados junto a la refinería que Petronor tiene en la misma zona. Otras instalaciones que CLH tiene previsto desmantelar son las de Burgos y las de Mahón, donde, al igual que en Pasajes, se va a liberar un suelo de enorme valor urbanístico.
Pero, para poder dar nuevos usos a esos suelos, es imprescindible una limpieza previa en profundidad, ya que se trata de terrenos expuestos durante años a fugas de combustible. Una vez que cuente con esa nueva tecnología para descontaminación, Tirso no sólo podrá desmantelar los depósitos, sino que estará en disposición de realizar también el diagnóstico del suelo y su saneamiento. Para ello creará una nueva empresa que ofrecerá una alternativa para solucionar un problema que hasta ahora sólo puede derivarse a los vertederos.