Javier Palomera, presidente de la ACP Cantabria: ‘Necesitamos 3.000 trabajadores más’

Javier Palomera (Santander, 1982) es el responsable de la empresa familiar Palomera Obras y Proyectos desde 2014 y, desde el pasado mes de enero, es el presidente de la Asociación de Constructores y Promotores de Cantabria. Se lamenta de la llegada de la pandemia en un momento en que el sector se empezaba a estabilizar. Junto al encarecimiento de los materiales y de las energías, está el del poco suelo disponible. Por todo ello, asegura que muchas empresas están trabajando sin beneficios y que el resultado del sector este año será negativo. Pero confía en la rehabilitación, más que en la vivienda nueva, y en las importantes inversiones de las Administraciones Públicas.


Pregunta.- La construcción ha sufrido una larguísima travesía por el desierto desde 2008, el comienzo de la crisis financiera. ¿Cree que por fin ha superado esa fase y comienza la recuperación?

Javier Palomera.- Más que en una fase de recuperación, estamos en una de asentamiento, porque llevamos desde 2008 con vaivenes constantes y parecía que la situación era más estándar. Pero llegó el covid, la crisis de suministros, la guerra… y ha supuesto otra bofetada para el sector. Estamos preocupados porque la actividad se está manteniendo pero es porque las empresas están asumiendo los sobrecostes. En la mayor parte de los casos, las subidas no se han podido repercutir al cliente privado ni a las Administraciones Públicas.

Aunque existe un decreto por el que se compensa hasta un 5% de una serie de materiales, es insuficiente porque las subidas son del 100% en casi todos ellos.

P.- Las grúas han vuelto a Santander, pero ¿lo han hecho también al resto de la comunidad? 

JP.- Lo de las grúas es muy llamativo siempre, aunque quizá en número no sean tanto.

La demanda se concentra principalmente en Santander, el arco de la Bahía y otras zonas turísticas (Laredo, Castro Urdiales y San Vicente), que  es donde se concentra la actividad y el turismo.

P.- ¿Corremos el riesgo de que la inversión en nueva vivienda se concentre exclusivamente en las ciudades?

JP.- Después del covid ha habido una demanda mayor en las zonas rurales, pero tampoco es muy representativo. Es un nicho de mercado importante, porque da trabajo a constructoras pequeñas y a otras empresas de esas zonas, pero no es significativo en el total del sector.

Esperemos que la nueva Ley del Suelo sirva para dinamizar las zonas rurales. Estamos expectantes.

P.- ¿Cuál es su opinión sobre esta nueva ley?

JP.- Creo que es una cuestión más de forma que de fondo, ya que no es que esta ley vaya a permitir construir en los acantilados de las playas. Eso ya está limitado por el Plan de Ordenación del Litoral (POL).

El tema del suelo rústico se centra en si alguien que tenga un terreno en el pueblo puede construirse una casa, pero esto depende de muchos factores. Y nosotros estamos de acuerdo en que tiene que haber una libertad hasta cierto punto para construir. Pero habrá que ver si la Ley del Suelo puede conseguir eso.

P.-Hace seis años que los tribunales tumbaron el Plan General de Santander, pero también lo habían hecho antes con los de Laredo, Torrelavega o Camargo. Todos estos ayuntamientos siguen sin tener un plan nuevo. ¿Esto crea un problema grave para los promotores?

JP.- El 80% de Cantabria no tiene PGOU y lugares como Santander o Laredo funcionan con planes de los años 90, que poco o nada tienen que ver con la idea de ciudades de ahora. Y por ello ocurren situaciones sin sentido como, por ejemplo, que al hacer fachadas ventiladas, que es una mejora energética que contribuye al bienestar de la vivienda, compute como parte de la vivienda.

El tener esos planes obsoletos con las normativas actuales es otro de los motivos por el que se retrasan tanto tiempo las licencias.

P.-Agilizar los trámites es una reivindicación histórica del sector. ¿Sigue todo igual?

JP.- Desde el covid se ha duplicado el problema. Antes nos quejábamos de que un 60% de nuestro trabajo era la construcción y un 40% los trámites, pero esos porcentajes se han dado la vuelta y ahora mismo empleamos un 60% en gestionar los trámites. Esto supone un problema económico para las empresas y de seguridad para el cliente, porque es un tiempo en el que el cliente no recibe el producto y se siente indefenso.

P.-A pesar de esta obsolescencia de los PGOU, ¿queda suelo para construir?

JP.- Cada vez hay menos suelo para construir. Esto hace que suba el precio del disponible, lo que encarece el producto final. Si a eso le sumamos las subidas de las energías y los materiales y la caída del poder adquisitivo de la gente, todo apunta a que la demanda caerá.

P.- ¿Confían en acceder antes o después al suelo que sigue reteniendo la Sareb?

JP.- Se supone que se podrá llegar a recuperar parte de los suelos de gente que en su momento optó por Sareb para seguir adelante, pero será cuando terminen los plazos que les han concedido.

Por el momento, la Sareb es otro integrante del juego, otro promotor, pero con un tablero exclusivo para él, ya que tienen suelos un 80% más baratos de lo que le costaron al promotor privado en su día. La prueba es que la mayor parte de promociones que se están haciendo en Santander son suyas.

P.- Debido a esas fuertes subidas en materiales y energía, ¿en cuánto podría estimarse la subida de los costes para una vivienda de 100 m2?

JP.- Puesto que los materiales han duplicado su precio, la repercusión para el coste de la vivienda se sitúa entre un 20% y un 25%. Para la venta, dependiendo de los márgenes de cada uno, subirá un 10%, un 15% o lo que consideren.

P.- En los últimos tiempos, las nuevas promociones se estaban vendiendo rápidamente. ¿Está afectando esta subida de los precios a la demanda?

JP.- Ahora ha frenado esa venta. Eso, sumado a la nueva Ley Hipotecaria, que tampoco hace ningún favor, y al momento de incertidumbre que vivimos, hace que mucha gente sea cautelosa. Sobre todo cuando nuestros productos no son algo que se compre todos los días.

P.- ¿Se han recuperado ya los precios de 2008 en Cantabria?

JP.- Creo que no, pero realmente son escenarios que no son comparables. Antes se construía, por decirlo de alguna manera, en cualquier parte. Ahora mismo solo se construye en sitio premium, que tienen un coste más elevado, y se vende.

El precio del metro cuadrado en Santander ha subido, pero como ha subido todo. Al final, son 15 años.

Javier Palomera habla con Máximo Sainz, el secretario de la ACP Cantabria.

P.- Estamos en un periodo preelectoral y eso altera el ritmo de las obras públicas. ¿Se nota un crecimiento de las licitaciones que podríamos llamar ‘de final de legislatura’?

JP.- Siempre tenemos ese ciclo de cuatro años en el que los dos últimos semestres sube mucho la licitación. Este año ha comenzado antes, también, quizá por los fondos europeos, pero se siguen quedando obras desiertas, ya que en muchos casos los proyectos son anteriores a la subida de los materiales y los precios no se han revisado.

P.- ¿Tampoco en la obra pública se han podido repercutir los sobrecostes? 

JP.- Prácticamente, no. En los nuevos contratos los precios ya están actualizados, pero en los anteriores, no. Nuestro proceso requiere cerca de dos años desde que se presenta el proyecto hasta que se termina el trabajo, y en dos años hay mucho riesgo.

P.- ¿Hay que entender, entonces, que hay constructoras que están perdiendo dinero con su cartera de obras?

JP.- En muchos casos es actividad sin margen o incluso a pérdida. Ahí entra en juego la estrategia de cada empresa.

Seguramente este año se va a dar la tesitura de que, a pesar del aumento de la actividad, tener resultados negativos.

P.- ¿Presume que pueda haber un parón en la obra pública después de las elecciones?

JP.- Lo que nos transmiten es que no, que se va a intentar mantener la inversión.

Durante nuestros peores momentos, los dos grandes inversores han sido el Gobierno de Cantabria y el Ayuntamiento de Santander. También el Ayuntamiento de Torrelavega y el resto de municipios, en la medida que han podido.

Habrá que ver qué pasa ahora, pero esperamos que se mantenga la actividad actual. Hay inversiones muy importantes en marcha, algunas estatales, como las del Puerto, que son un balón de oxígeno.

Y aunque después de las elecciones siempre hay un periodo de adaptación en el que se produce un pequeño parón, esperemos que no se note tanto y que la inversión privada e industrial esté recuperada para cubrirlo.

P.- Los fondos europeos parecían augurar buenos tiempos para la construcción, al impulsar sobre todo la rehabilitación. ¿Realmente está ocurriendo así? 

JP.- Cuando se aprobaron los fondos, hubo mucha actividad. Ahora se ha parado un poco, ya que, aunque sea una buena financiación, también hay una parte que deben pagar los vecinos y no es un buen momento para ellos.

Sin embargo, estamos seguros de que el futuro, especialmente en las grandes ciudades, pasa por la rehabilitación, antes que por el suelo nuevo, ya que tampoco hay tanta población como para seguir creando mil viviendas nuevas al año. La actualización del parque de viviendas existente es un nicho muy interesante y mucho más atractivo que la inversión en suelo nuevo o construcción.

Esperemos que dé tiempo a gestionar todos los fondos y que lleguen a los ciudadanos.

P.- Hace ya varios años que existe una evidente escasez de personal en la construcción. ¿También es una cuestión de salario, como se dice de los camareros?

JP.- Se trata de un motivo estructural, no económico. Tenemos uno de los convenios con salarios más altos. Tampoco hay pegas respecto a desplazamientos, ya que en Cantabria prácticamente todo está cerca; ni con los horarios, ya que se trata de jornadas de ocho horas, como en cualquier otro trabajo.

El problema es que no se ve como un trabajo atractivo, y menos aún entre la gente joven. Tenemos un perfil de trabajadores muy orientado a gente de 50 años para arriba. No entra gente nueva…

P.- ¿Cuántos trabajadores más serían necesarios en su sector en Cantabria y qué perfiles son los más demandados?

JP.- Actualmente el sector de la construcción emplea a 17.000 personas directamente en la región, pero calculamos que se necesitan otros 3.000 más.

Los perfiles que se demandan son de todo tipo, no solo albañiles, encofradores u oficiales. También se necesitan de todos los gremios con los que trabajamos: soldadores, fontaneros, electricistas, pintores…

Como esta situación es idéntica en todo el país, nuestra asociación nacional se está planteando incluso traer gente de fuera, pero es un contrasentido si tenemos en cuenta las cifras de paro que hay en España.

P.- ¿Afecta esta falta de personal a la ejecución de las obras?

JP.- Se está notado en los ritmos. Al final, intentas hacer lo mismo con menos gente, porque no encuentras más. Y esto ocurre tanto con el personal propio de una constructora como con el de las subcontratas. Al final, por cada obra pasan unas 30 empresas y a todos nos ocurre lo mismo.

P.- ¿Se atreve, finalmente, a hacer una predicción sobre el futuro inmediato de la construcción y la promoción?

JP.- Es complicado porque la situación es rara. Si se normalizase todo un poco; es decir, si frenasen las subidas de la energía y de las materias primas, y tuviésemos una actividad normal, creo que debería irnos bien.

Somos un sector que hemos pasado mucho estos años y empleamos directamente a 17.000 personas e indirectamente a muchas más. Por eso quizá las Administraciones Públicas deberían protegernos un poco más, con inversión pública y facilitándonos el trabajo en lo que a trámites se refiere.

Pero, lamentablemente, creo que de aquí a fin de año van a venir tiempos complicados. A pesar de que se vea actividad, a nivel de márgenes no va a ser un buen año, especialmente para las grandes empresas que tienen muchos trabajadores, ya que necesitan mucha actividad para mantenerlos.

María Quintana

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