El sector del metal repunta, a pesar de la fuerte subida de las materias primas

La demanda crece con fuerza pero tiene grandes dificultades para encontrar personal cualificado

La industria cántabra del metal estaba inmersa en una lenta recuperación desde mediados de la pasada década, después de haber atravesado una crisis económica que había provocado la pérdida de más de 13.000 empleos. Ahora, la crisis sanitaria ha hecho tambalear los cimientos de esa recuperación, pero el sector siderometalúrgico ha probado que está cimentado sobre una base sólida y ha plantado cara a esta situación. 2021 va a ser un año de transición hacia un 2022 con previsiones muy esperanzadoras, por la recuperación del consumo, pero hay dos factores que preocupan al sector: la espectacular subida de los precios de las materias primas y la falta de mano de obra especializada


El metal español ha sufrido la caída del consumo y de la inversión, el parón de otros sectores de los que dependen –como el de la automoción– y unos mercados exteriores que, afectados por los mismos males, no han servido como refugio, al contrario de lo que ocurrió en la anterior crisis económica.

En Cantabria, lo que ocurra con el sector siderometalúrgico tiene una enorme relevancia, ya que concentra casi la mitad de las afiliaciones industriales a la Seguridad Social, con unos 30.000 trabajadores.

“El comienzo del año 2020 se abordaba con incertidumbre por el desarrollo del Brexit, las guerras comerciales entre EE UU y China, o la crisis de automoción provocada por el diesel, pero al llegar marzo todo eso se hizo pequeño ante la pandemia”, rememora Tomás Dasgoas, presidente de la asociación empresarial Cantabria Metal, al abordar la situación de su sector.

No obstante, “la industria del metal se comportó mejor que otros sectores”, precisa. “Tener un negocio basado en la exportación y con proyectos que seguían siendo necesarios, en la mayoría de los casos, hizo que, una vez pasado el impacto inicial de la enfermedad (de marzo a mayo), la actividad se normalizase”.

Y aunque desde entonces haya habido meses convulsos, en los que la incertidumbre se ha trasladado a los negocios, la sensación en el sector es que la industria siderometalúrgica va a poder estabilizar su actividad rápidamente.

“La facturación se vio bastante afectada en marzo y abril, pero la recuperación fue relativamente rápida, entre mayo y junio”, constata Rafael Gómez, gerente del grupo Gomur, que durante el confinamiento tuvo a un 5% de la plantilla en ERTE. En esos momento, la alteración de la vida ciudadana y el miedo a los contagios hicieron disminuir los pedidos. Luego, las cosas empezaron a normalizarse y el empresario señala que el segundo semestre del año 2020 fue “tranquilo”.

En Cantabria, la industria del metal da empleo a 30.000 personas.

Gomur abarca un amplio campo de actividades dentro del sector y puede servir como termómetro fiable de la evolución general en 2021: “Desde abril, vuelve a haber bastantes pedidos y una actividad más normalizada. Las perspectivas para el tercer trimestre también son buenas, pero no nos podemos aventurar sobre el cuarto”, advierte Gómez. Y es que los empresarios del sector son moderadamente optimistas pero aún andan con pies de plomo.

Por su parte, Roberto González, gerente de Tirso, también hace hincapié en los efectos que ha tenido la pandemia: “Fuertes impactos sobre el empleo, la actividad, la facturación y la liquidez de las empresas”. En su caso, espera que su compañía recupere el terreno perdido antes de finalizar este año. “Las previsiones económicas de la mayoría de analistas para este segundo semestre son buenas”, dice.

Dasgoas coincide en estas apreciaciones, ya que “las necesidades industriales se mantienen, la confianza vuelve y en nuestro sector se han mantenido las capacidades en la mayoría de los casos”.

La clave está en lo que ocurra con la enfermedad en lo que queda de año. Si se restablece la normalidad prepandemia, “este año habrá sido de transición hacia un esperanzador 2022, que llegará ofreciendo nuevos retos al sector”. Dasgoas prevé que “la evolución de la sociedad hacia un modo de vida más sostenible demandará muchas inversiones en nuevas formas de producir energía, cambiará la forma en desplazarnos, la gestión de los residuos… Estos grandes cambios generarán nuevas oportunidades de negocio, ya que necesitarán grandes inversiones en nuestras empresas para satisfacer las necesidades”. “Es un año para prepararse”, adelanta el presidente de Cantabria Metal.

Fondos de recuperación

En este horizonte también juegan un papel relevante los Fondos Europeos y, sobre todo, su correcta gestión y aplicación en proyectos realmente enfocados a mejorar la productividad y la competitividad y a generar empleo.

En la industria metalúrgica de la región, hay al menos dos grandes proyectos vinculados a estos fondos: el plan de ultra-competitividad de la planta de Nissan de Los Corrales de Buelna, que se traducirá en la inversión de más de 40 millones durante el cuatrienio 2020-2023, y los proyectos innovadores de la fábrica SEG Automotive, de Treto, que están reorientando la fábrica hacia la producción de componentes electrónicos y donde ganará mucho peso la fabricación de motores para vehículos eléctricos, con una inversión de 55 millones de euros.

Las espectaculares inversiones que se preparan en otros sectores también van a repercutir muy directamente sobre la industria metalúrgica, como la instalación de una nueva caldera en Solvay, los parques de aerogeneradores o las centrales eléctricas que se anuncian.

Una hélice de acero inoxidable fabricada por FAED y Eurofucan en el sus instalaciones de Requejada.

Hasta entonces, el reto del sector es mantenerse y poner en marcha ideas, alianzas y proyectos punteros que puedan optar a esos fondos, especialmente en el caso de las pequeñas y medianas empresas que están mostrando una resistencia admirable.

Desde Cantabria Metal muestran cierto escepticismo ante la posibilidad de que les lleguen directamente estas ayudas europeas. “Nuestro Gobierno ha basado la recuperación en estos fondos y hemos escuchado hablar de cantidades de dinero que pueden hacer pensar que los problemas se solucionarán solos”.

“La industria del metal es un sector trascendental para la recuperación y el futuro de Cantabria, es un sector que da estabilidad y calidad en el empleo, por lo que pedimos que se tenga en cuenta. Los fondos deben destinarse a proyectos donde cada euro sea un euro invertido y no gastado rápidamente para tener un impacto cortoplacista”, reivindica el presidente de la asociación empresarial. “Invertir en el sector industrial del metal es hacerlo en el beneficio futuro de Cantabria y eso ha de primar sobre necesidades o réditos políticos”, agrega.

Encarecimiento de las materias primas

Desde principios de año, hay una circunstancia que está causando gran preocupación entre los empresarios. Se trata de un insólito ascenso en el precio de las materias primas que se utilizan en la fabricación de piezas. Acero, acero inoxidable o aluminio se han encarecido hasta un 40% en la Bolsa de Metales de Londres (The London Metal Exchange), que acaba fijando los precios mayoristas.

Han coincidido en el tiempo varias circunstancias que pueden justificar esta inesperada y espectacular subida: la menor producción de estos materiales durante la pandemia; el incremento de la demanda como consecuencia de la recuperación del consumo en casi todo el mundo y las dudas que ha traído la propia crisis sanitaria sobre la estabilidad política en buena parte de los países productores, debido a la posterior crisis económica.

Tampoco pueden descartarse los movimientos especulativos. Dado que muchos productos financieros están atravesando una época de rendimientos negativos, los inversores se refugian en las materias primas, que se encarecen ante ese repentino interés.

Hay quienes señalan a China, ‘la fábrica del mundo’, que sigue siendo el mayor consumidor de estos productos. Casi todo el comercio marítimo de mineral de hierro se mueve en aquella dirección y si los precios de los metales están subiendo, es por algo que está sucediendo en el coloso oriental, dicen.

“Este año vuelve a ser complicado, por las fuertes subidas de precio de las materias primas, probablemente impulsados por la recuperación económica y los estímulos fiscales y monetarios globales”, interpreta Rafael Gómez, y advierte que “las empresas estamos más expuestas dependiendo en qué sitio nos encontremos en la cadena de valor”.

El gerente del Grupo Gomur constata que, como consecuencia de esta evolución de los precios, “muchos clientes están esperando a hacer los pedidos, si no tienen absoluta necesidad de ellos”.

La perturbación en los precios, que Gómez no cree que desaparezca antes de concluir el año, empieza a dar lugar a un temor generalizado a quedarse desabastecido y, sobre todo, una incertidumbre continua sobre los costes de producción. También está provocando un cambio en las formas de trabajar, al verse obligadas muchas compañías a hacer las compras de suministros sobre la marcha y, a la vez, a padecer unos plazos de entrega mucho más dilatados que de costumbre.

Otro gran problema derivado de esta situación es la imposibilidad de repercutir sobre los clientes, en muchos casos, la subida de las materias primas. “La teoría es que, si sube la materia prima, sube el producto en la misma medida, pero a veces no se puede, y los beneficios se resienten”, explica Gómez. Los clientes tratan de evitar que sus presupuestos anuales se desajusten y se resisten, aunque “poco a poco, se van concienciando”.

Se necesitan trabajadores

La resiliencia de las empresas es innegable y los propietarios prefieren ver el vaso medio lleno. “Todos hemos detectado nuevas oportunidades, ya que, al vernos obligados a parar nos ha dado más tiempo para la reflexión, la corrección de ineficiencias o la formación…”, indica  el gerente de Tirso, Roberto González. Pero a veces no es suficiente.

Otro de los retos de este sector es la necesidad de aumentar las vocaciones. Los oficios metalúrgicos se encuentran entre los puestos de trabajo que más cuesta cubrir en la región: soldadores, caldereros, fresadores, torneros y mecánicos, según un estudio de la empresa de recursos humanos Adecco.

Instalaciones de transformación de producto largo, en Hierros Tirso.

La consultora señala que la necesidad de una formación profesional específica y el hecho de que la demanda haya superado a la oferta hacen escasear estos profesionales. Por ello, algunas empresas están optando por formarlos y que aprendan la profesión a través del propio manejo de la maquinaria en el día a día.

La retribución de estos perfiles es muy variada, dependiendo de si se trata de una FP de grado medio o superior y de las funciones que se asuman, pero pueden ir desde los 18.000 euros brutos anuales para un recién titulado hasta los 35.000 de un profesional con experiencia.

Según Adecco, el problema no es salarial. Simplemente, constata que en Cantabria no hay suficiente población activa con esta formación o experiencia y cuesta cubrir las posiciones o se hace necesario recurrir a candidatos de otras autonomías.

Otra ETT, Nortempo destaca que “la mayoría de las personas que encajan en esos puestos son personas de edad avanzada, que se jubilarán en los próximos años. Al no existir jóvenes que aprendan estos oficios, es cada vez más difícil encontrar esta clase de profesionales”.

No ve perspectivas de solución a corto plazo: “Mientras la oferta cada vez es más baja, la demanda sigue incrementándose, lo que genera grandes desequilibrios en esta industria”.

“El problema de la contratación de personal –no solo formado, sino motivado– es el gran reto de los próximos años”, confirma Dasgoas, que advierte que “un profesional del sector del metal se hace con años de experiencia y de formación continua”.

Puesto que la mayor parte de los empresarios del sector son conscientes de que es difícil encontrar personal, Dasgoas sugiere que sean las propias asociaciones empresariales las que divulguen los beneficios de trabajar en él y promuevan la formación especializada que proporcione profesionales bien formados.

Por su parte, el gerente del grupo Gomur considera que la solución está en la Formación Profesional Dual. “Ya vamos tarde. Tenía que haberse potenciado hace quince años, porque los profesionales se jubilan y es muy complicado cubrir esos puestos”, se lamenta. “La FP Dual permite a los estudiantes aprender en las empresas y a los empresarios ver cómo trabajan y formarles. Esto supone que, al acabar, la gran mayoría estarían automáticamente contratados, siempre que muestren dedicación, compromiso y ganas de aprender”, asegura.

El gerente de Tirso coincide en que este problema, que en su opinión se agravará en los próximos años, solo podrá atajarse cuando el sistema educativo combine los procesos de enseñanza en el centro con los realizados en la empresa. “Debemos estudiar bien el sistema de formación en países anglosajones e, incluso, en países como Alemania, donde la formación práctica es un factor fundamental. Hemos dados pasos de gigante en este sentido, pero todavía es manifiestamente insuficiente”, advierte Roberto González.

María Quintana

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