El barco que arruinó al astillero Barreras ha sido una bendición para Cantabria

En el último año y medio, el armador ha tenido unas 700 habitaciones de hotel contratadas para alojar a los trabajadores que traía de fuera

Lo que no es bueno para unos puede serlo para otros. El ‘Evrima’, el primer crucero de lujo construido en España, iba a abrir un importante mercado para la construcción naval pero las diferencias entre el precio acordado con su armador, la cadena hotelera Ritz-Carlton, y el coste real hundieron el astillero vigués que consiguió el encargo. Trasladado a Astander, el barco ha sido una bendición para Cantabria, tanto para la hostelería, que ha vendido 700 habitaciones diarias durante año y medio, como para las empresas locales que han participado en los trabajos, aunque la mayoría de los operarios (en ocasiones más de mil) han llegado de fuera. Según las cuentas de la armadora, el grueso de su inversión en este buque, que al final va a costar cerca de 500 millones de euros, se ha hecho en Cantabria.


Desde que se le puso la quilla hace cinco años, el ‘Evrima’ fue una extraordinaria fuente de problemas para los astilleros gallegos Barreras, a los que llevó a la quiebra, y para el armador, la cadena hotelera de lujo Ritz-Carlton que se vio obligada a adquirir el astillero vigués, a asumir el sobrecoste y a retrasar la puesta en servicio casi una decena de veces, lo que también ha supuesto devolver otras tantas los pasajes contratados para las primeras travesías. El barco, en cambio, ha sido una fuente de ingresos inesperada para Cantabria, donde se desplazó el grueso de la inversión, unos 245 millones de euros. Solo en la hostelería, se calcula que ha dejado unos 100 millones.

En septiembre de 2017 el histórico astillero vigués Hijos de J. Barreras, con más de 400 construcciones a sus espaldas, acometió un proyecto ilusionante, el primer crucero que se haría en España, un encargo que abría grandes expectativas, dado que es el único mercado de construcciones navales en el que Europa puede ser competitiva y es, también, el que depara mayor valor añadido, porque requiere una inversión muy superior a la de un carguero. Este proyecto, en concreto, se valoraba en 240 millones de euros y el armador abría la puerta a contratar dos más, porque su intención era crear una flota de cruceros de lujo.

En los viajes de recreo, el lujo no está en los grandes barcos capaces de transportar miles de pasajeros sino en los megayates para unos cientos, puesto que la ratio de tripulación por pasajero es mucho más alta y los espacios que se les dedican, también.

El barco durante su traslado a Cantabria en marzo de 2021 y a su salida, casi finalizado, a las pruebas de mar, dirigidas por el capitán Steven MacBeath.

El ‘Evrima’, de 190 metros de eslora, está repartido en 149 suites, cada una de ellas con balcón y amplios ventanales. Cuando el 29 de octubre salga de Barcelona (si no se produce un enésimo retraso) cada pasajero habrá desembolsado entre 7.500 y 9.000 euros por ocho días de travesía.

Primero y quizá último del Ritz-Carlton

El barco ha permanecido en Astander desde marzo de 2021, para continuar los trabajos que quedaron interrumpidos en Barreras (el reparto interior, el pintado y las pruebas de mar). Del astillero cántabro ha partido hacia Gibraltar para hacer el repostaje y a un astillero que la compañía no ha desvelado para ultimar la habilitación interior que aún resta.

La famosa cadena de hoteles de ultralujo The Ritz- Carlton no tenía experiencia en este tipo de negocio y se propuso adentrarse en él con tres buques, el primero de los cuales sería el ‘Evrima’, que en griego puede traducirse como ‘descubrimiento’, pero lo que descubrió es que se trata de un mundo muy complejo. Hay quien dice que los otros dos se harán en un astillero francés (uno de ellos llegó a estar firmado con Barreras) y hay quien da por seguro que Ritz-Carlton ha perdido todo el interés por esta actividad y trata de vender el ‘Evrima’ entre las compañías especializadas en cruceros de lujo.

Lo cierto es que el coste final del barco se va a acercar a los 500 millones de euros, el doble de lo previsto. Las razones del fortísimo incremento son muchas, y van desde la falta de experiencia del astillero gallego a la hora de presupuestar este tipo de buques a una baja temeraria consciente, porque esperaba compensar las pérdidas con los dos encargos siguientes de la cadena hotelera. Tampoco ayudaron los continuos cambios que introdujo el armador en el proyecto.

El astillero vigués pronto se vio extraordinariamente endeudado, y la propia Ritz Carlton se encontró forzada a hacerse cargo de él –a través de una filial– para poder concluir el barco, una responsabilidad que la cadena americana nunca imaginó. Tampoco pudo reflotarlo y a mediados de 2020 declaró el astillero gallego en suspensión de pagos, dejando un reguero de acreedores, y trasladando el barco a Astander.

‘Descubrimiento’ para Cantabria

E l auténtico ‘Descubrimiento’ (‘Evrima’) ha sido para Cantabria, que ha hecho un magnífico negocio con el barco. La compañía armadora decidió alquilar un muelle a Astander (en algunas publicaciones se ha barajado un precio de un millón de euros al mes) y continuar ahí sus trabajos por su cuenta.

El astillero cántabro solo ha ejercido de casero y ha aportado algunos suministros y equipos, pero toda la gestión de la construcción ha corrido a cargo del armador, que ha llegado a requerir más de 40 empresas y unos mil trabajadores foráneos, aunque no todos simultáneamente. Aunque se presumía que buena parte de ellos serían los que ya estaban participando en el proyecto en Galicia, esos han resultado una minoría, frente a los que la naviera ha contratado en Polonia, Rumanía o Bulgaria. Fuentes del sector lo justifican por dos circunstancias: la dificultad para encontrar en el mercado local tantos trabajadores especializados y la diferencia de coste; mientras que un calderero de Barreras cobra 20/25 euros la hora, en la Europa del Este ese mismo trabajo se paga a 14/15. No obstante, también han sido requeridos trabajadores de los países del Norte o EE. UU.

Cada día, una riada de autobuses recogían a los trabajadores por los distintos hoteles donde estaban alojados para acercarlos al astillero, que a su vez mantenía su actividad habitual, como se ve con los trabajos en el buque de Brittany Ferries que aparece en la foto.

Aunque ese gasto se haya ido fuera, en estos meses los propietarios del barco han tenido contratadas, de media, 700 habitaciones hoteleras en la región, una clientela llovida del cielo para los establecimientos locales, especialmente durante el invierno, cuando muchas de sus habitaciones permanecen vacías.

Hasta 40 autobuses se movían cada día para llevar y traer estos trabajadores a sus hoteles, desde los más conocidos del Sardinero a los más próximos de Maliaño o Astillero, pero también de Noja, Laredo, Suances, Torrelavega, Liérganes, Somo… Con la llegada de la temporada turística, fue necesario incluso, alojarles en los hoteles de la estación invernal de Alto Campoo.

La propietaria declara en sus cuentas que la mayor parte del gasto (245 millones) se ha hecho desde que el barco llegó a Cantabria

El sector estima que solo en alojamientos, comidas, desayunos y cenas, el barco ha dejado en Cantabria unos 100 millones de euros, repartidos por más de una veintena de establecimientos. Pero eso, y el alquiler de las instalaciones del astillero (unos 20 millones) solo es una parte. Las cuentas de la filial luxemburguesa de Ritz-Carlton que es propietaria del buque (OCM Luxemburg EPF IV Cruise Yacht Master Holdco), indican que sus inversiones netas en el barco fueron de 135 millones de euros en 2020 y de 245 millones en 2021(casi diez meses de ese ejercicio estuvo en Cantabria). La cifra va a ser bastante mayor, porque ha sido en 2022 cuando los trabajos se aceleraron y lo que en principio iba a ser solo pintura exterior de la obra viva, la obra muerta y la superestructura, se convirtió en prácticamente todo lo que restaba, porque el barco no regresó a Vigo, como aseguró la armadora inicialmente.

La experiencia ha dejado un buen sabor de boca en Cantabria, especialmente en los sectores beneficiarios de los contratos (la hostelería y algunas empresas auxiliares de Astander), pero no será fácil que tenga continuidad. El mercado de los cruceros es muy complejo y no todo resultó rodado desde que el barco llegó a la región. La epidemia de covid afectó en determinado momento a un bueno número de trabajadores del barco y la huelga del sector metalúrgico cántabro del pasado junio añadió retrasos, por las dificultades para mantener el flujo de los suministros, unas incidencias que aparecen en la hoja de ruta de justificaciones de la naviera.

El barco va a prestar servicio en Europa, para trasladarse después a las costas americanas, como es habitual en el sector de cruceros, que reparte el año en dos temporadas distintas.

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