Cavada compra la fábrica de hélices de Wartsila para ampliar su actividad a la eólica marina

Pretende fabricar también palas de bronce para los grandes aerogeneradores marinos

El ingeniero cántabro Javier Cavada, presidente de la multinacional británica Highview Power, ha adquirido la fábrica de hélices navales Navalips al grupo finlandés Wartsila, al que ha estado vinculado muchos años. Cavada se queda con la factoría, que tiene 45 empleados y factura unos doce millones de euros al año, y Wartsila le garantiza durante varios años la carga de trabajo que ya tenía esta filial. Además de mantener esta actividad, Cavada pretende que la fábrica abra una línea de grandes palas de bronce para la eólica marina.


Cavada ha sido vicepresidente mundial de Wartsila y presidente de su división energética, la que más crecía, instalando plantas de generación de electricidad en los cinco continentes. El conocimiento de ese mercado llevó al ingeniero cántabro a un acuerdo con su compañía para ponerse al frente de otra empresa a la que auguraba una gran proyección, la británica Highview Power, que prácticamente daba sus primeros pasos con una tecnología innovadora de almacenamiento de electricidad a través de la compresión del aire.

La empresa británica preparaba la construcción de su primera planta y la llegada de Cavada a la presidencia le dio un empuje sustancial. Hoy, solo en España tiene 17 proyectos, con 700 Mv/h de potencia, y ya ha instalado plantas en Gran Bretaña, EE UU y varios países más. En Cantabria está analizando tres emplazamientos en el polígono de Vallegón (Castro Urdiales), Guarnizo (Astillero) y Torrelavega (la más probable), con una inversión individual superior a los cien millones de euros.

La fábrica de Maliaño, dedicada a la fundición y mecanización de hélices marinas, tiene 45 trabajadores.

Cavada, que también intentó adquirir la planta de Sidenor Forgings & Casting de Reinosa, y no pudo conseguirlo, al decantarse el grupo vasco propietario por otra oferta competidora, vuelve a apostar ahora por Cantabria al comprar Navalips, con la que tiene una larga vinculación. Con 26 años fue directivo de esa fábrica y encargado de renovar sus equipamientos. Eso supuso el inicio de su fulgurante carrera en el gigante finlandés Wartsila, propietario de Navalips, hasta llegar a formar parte, con menos de 40 años, del consejo de administración y, poco después, alcanzar la vicepresidencia.

Aunque dejó Wartsila, su relación con la multinacional sigue siendo muy estrecha y eso le ha llevado a proponerles la adquisición de su filial cántabra de hélices. A pesar de que siempre ha sido una factoría muy rentable, Wartsila ha aceptado la propuesta y la planta, de hecho, seguirá trabajando mayoritariamente para el grupo finlandés, el mayor constructor de motores y componentes de barco del mundo, que por sí solo puede generarle actividad suficiente para completar su capacidad.

Una industria pionera

Las miras de Cavada van bastante más lejos y eso es lo que justifica la compra. Sin abandonar sus responsabilidades en Highview Power, que está en plena expansión mundial, pretende que Navalips sea pionera en la carrera por la construcción de las palas metálicas que serán necesarias en los grandes aerogeneradores marinos.

Para sobrepasar los 6 Mw de potencia, los molinos eólicos han de tener alturas de 140 metros o superiores y requieren componentes muy sólidos, capaces de transmitir la fuerza que genera esa gigantesca envergadura. La fibra de vidrio o de carbono no proporciona la suficiente robustez en las palas que sobrepasan los 60 metros de longitud, por lo que tendrán que ser fabricadas en metal, por lo general en bronce, la especialidad de la antigua Navalips.

La fundición del bronce en la fábrica de Maliaño, con el que se fabricará luego la hélice. FOTO: ROBERTO RUIZ

Entrar en ese mercado exigirá redimensionar alguno de los hornos de la fábrica de Maliaño, que ahora hacen coladas de hasta 10 toneladas, y será la segunda vez que Cavada protagonice esta tarea, ya que su paso por esa planta como ingeniero estuvo protagonizado, precisamente, por la renovación de la fundición.

Resulta imposible, por el momento, hacer una previsión del mercado que se abre en el campo de la eólica marina, porque la carrera por los grandes aerogeneradores de alta mar (offshore) está por empezar. Aún necesitan desarrollar plataformas flotantes que sean capaces de permanecer estables en las condiciones marinas más duras, algo que no resulta nada sencillo con una arboladura como la que requieren estos molinos, mucho más grandes que los de tierra.

Cavada está convencido de las posibilidades que tiene Cantabria en la industria eólica marina, la que se va a desarrollar en aguas abiertas, donde la gran profundidad no permite fijar al fondo las plataformas de los molinos. Es una batalla por la que Sodercan y algunas industrias locales apostaron hace más de diez años y que acabó por ser abandonada, pero que no está perdida. La comunidad cuenta con un sector naval y una gran industria calderera que pueden propiciarlo, y podrían construir las grandes plataformas flotantes a pie de muelle.

Las piezas no encajarán, no obstante, hasta que la tecnología no ofrezca una solución viable para estas plataformas, y en Cantabria también se hacen ensayos en ese sentido, como el protagonizado por la ingeniería vasca Saitec en El Sardinero.

Los otros proyectos de Cavada

El ingeniero cántabro  reside en Londres pero  acude con frecuencia a Cantabria donde también pretende establecer al menos una de las plantas del almacenamiento energético que está construyendo la multinacional que preside, Highview Power, por varios países. Se trata de instalaciones de 50 Mw/h, cada una de las cuales requiere una inversión de 105 millones de euros, en las que la compañía británica actúa como tecnóloga y estará acompañada por socios locales.

Proceso de mecanización de las hélices de barco en la planta cántabra de Wartsila. FOTO: ROBERTO RUIZ

Aunque la inversión que requieren por Mw/h es bastante menor que la de las plantas de generación, su función no es comparable. El almacenamiento de energía se produce mientras hay excedentes en el mercado eléctrico (por lo general, de noche) y en su caso se realiza por un sistema novedoso, la compresión del aire hasta licuarlo a baja temperatura. Cuando la electricidad es más demandada (durante el día) esa especie de enorme batería realiza el proceso inverso, la descompresión del aire, lo que genera energía, que se turbina y se vuelve a convertir en kilovatios/h.

Estos almacenes racionalizan el sistema eléctrico y lo hacen mucho más eficiente, al aprovechar la energía que los aerogeneradores pueden producir de noche y que ahora no encuentra comprador, por mucho que el Gobierno incentive el uso de las tarifas nocturnas en los hogares.

Aunque sus plantas solo puedan producir unas 10 horas al día (el resto del tiempo lo necesitan para la recarga por compresión del aire) presentan una ventaja incuestionable: trabajan con una materia prima que se desaprovecharía y que es renovable; sus procedimientos no son contaminantes ni peligrosos (la compresión se realiza a 10 bares) ypueden situarse cerca de los lugares de generación o de consumo, lo que evita las pérdidas de transporte. Incluso podrían utilizar emplazamientos urbanos, ya que no contaminan. Muchas ventas en una actividad, como la generación eléctrica, que siempre fue conflictiva.

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