A dónde va el aceite industrial usado

El aceite procedente de vehículos y maquinaria industrial es uno de los residuos más contaminantes que existen, por eso es tan importante su recogida y tratado. Si se hace adecuadamente, puede ser totalmente reaprovechado en forma de nuevas materias primas o energía. El Sistema Integrado de Gestión de Aceites Usados (SIGAUS), creado en 2006, recogió el año pasado en Cantabria cerca de 2.000 toneladas de aceite usado que se han convertido en nuevos lubricantes y combustible de uso industrial.


Los aceites y lubricantes  reducen la fricción y el desgaste de la maquinaria, por lo que resultan imprescindibles para el funcionamiento de estos aparatos. Sin embargo, durante su uso se van degradando y, con la exposición a las altas temperaturas y a la presión a las que están sometidos dentro de los motores, se cargan de sustancias tóxicas (cloro, azufre y otros hidrocarburos) y de metales pesados (plomo, cadmio o cromo), por lo que una vez cumplida su misión se convierten en unos residuos altamente contaminantes.

En 2006 entró en vigor en España la legislación que impone a los fabricantes, comercializadores e importadores de aceites lubricantes la responsabilidad de hacerse cargo de los residuos que generan sus productos. En ese momento, un grupo de fabricantes tuvo la iniciativa de crear el Sistema Integrado de Gestión de Aceites Usados (SIGAUS), para que se encargase de realizar esta tarea en todo el país.

La cuantía de residuos que se genera es ingente y, afortunadamente, ya no van a los desagües, como ocurrió durante tantas décadas. Solo en Cantabria, en 2021, SIGAUS recogió 1.968 toneladas brutas de aceites usados –incluyendo impropios como el agua y otros sedimentos– entre 540 talleres mecánicos, industrias, empresas de transporte, comercios, negocios de hostelería y constructoras de 67 municipios (en el resto no hay actividades que generen estos residuos).

Elevado coste

Sigaus se encarga de que este residuo esté completamente controlado desde los puntos donde se produce hasta su recogida, traslado, almacenamiento, análisis y tratamiento final. Para ello, cuenta con una red de empresas gestoras formada por 166 compañías, que a su vez disponen de 207 instalaciones repartidas por el país.

Ese número indica que la recogida no es fácil, porque España es fundamentalmente rural (el 82% de los municipios y el 84% de la superficie nacional tienen esta consideración), aunque en ellos apenas viva el 16% de la población.

Los aceites y lubricantes no solo se usan en el ámbito industrial, sino en otros sectores como ganadería, hostelería, comercio…

Estas amplias zonas, sin embargo, generan notables cantidades de aceites usados y eso exigen un servicio de recogida que, independientemente de su rentabilidad económica, evite los riesgos ambientales que produciría su vertido incontrolado.

Cantabria también responde a este patrón. En 2021, el 46% de los puntos de acopio generaron menos de una tonelada de residuo. Eso obliga a que, para recoger todo el aceite usado de la región, fuera necesario efectuar 1.177 operaciones en 67 municipios.

Esto hace que recuperar esos residuos resulte muy elevado, ya que implica largos desplazamientos poco rentables, y menos ahora, con el elevado precio de los combustibles.

Tratamiento

Una vez recogido, el aceite usado es trasladado a centros de transferencia para la eliminación de impropios, un proceso que dejó la cantidad neta de aceites usados recogidos en Cantabria en 1.443 toneladas, las que finalmente se han reconvertido en nuevos productos.

Para ello, se someten a un proceso de regeneración, la opción ambientalmente más recomendable y la que prioriza la normativa española. Consiste en eliminar el agua, los aditivos, los metales pesados y otros sedimentos. Con ello se vuelve a obtener una materia prima de alta calidad apta para fabricar nuevos aceites lubricantes.

No todo ello alcanza este destino, el más noble. De los aceites recogidos en la región se pudieron regenerar las dos terceras partes (912 toneladas), con las que se produjeron cerca de 600 toneladas de nuevos lubricantes, puesto que con tres litros de aceite usado se obtienen dos del nuevo. Para conseguir la misma cantidad a partir del primer refino de petróleo se necesitan 140 litros. Eso significa que con el aceite reutilizado de Cantabria se ahorraron más de 268.000 barriles de petróleo, además de evitar la emisión a la atmósfera de más de 600 toneladas de CO2, y el gasto de 12 GWh. de energía.

El aceite usado que no puede ser regenerado se somete a un tratamiento de descontaminación que permite obtener un combustible de uso industrial de similares características al fuelóleo. De esta manera, se logra un aprovechamiento completo de este residuo, que vuelve al mercado en forma de materias primas o de energía.

Con este aceite usado valorizado energéticamente (531 toneladas) fue posible evitar la emisión de 291 toneladas de CO2 a la atmósfera y el ahorro de 0,5 GWh de energía.

En un momento en el que la escasez de recursos y la crisis climática han puesto la economía circular en el centro de todas las miradas, el reciclaje del aceite industrial usado supone un ejemplo de cómo la recuperación de residuos permite ahorrar recursos naturales y reducir las emisiones de gases que amenazan el futuro del planeta.

María Quintana

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