El fiscal pide 25 años de cárcel para la acusada del crimen del cráneo de Castro Urdiales

El fiscal del crimen del cráneo de Castro Urdiales pide 25 años de prisión para la acusada de decapitar a su pareja, cuya cabeza apareció hace más de dos años en el interior de una caja que la sospechosa había entregado tiempo atrás a una amiga suya para que se la guardara.

El ministerio público imputa a la procesada, Carmen Merino, un delito de asesinato en el que concurre alevosía con agravante de parentesco, y la pena que solicita es la máxima en estos supuestos, según han informado a Europa Press fuentes jurídicas.

Por su parte la acusación particular, ejercida por familiares del decapitado, Jesús María Baranda, banquero vasco jubilado de 67 años, interesa por el mismo delito para la acusada prisión permanente revisable, que el Código Penal solo contempla para asesinato hiperagravado, o subsidiariamente 25 años de cárcel.

Los escritos de acusación se han presentado esta semana en el Juzgado Instrucción número 3 de Castro Urdiales, encargado del caso, y ahora tiene que presentar el suyo la defensa.

El caso se destapó en septiembre de 2019 con el hallazgo del cráneo en el interior de una caja de cartón que la acusada había entregado meses atrás a una amiga suya para que se la guardase en su casa, y que ésta abrió ante el mal olor que desprendía.

En su interior descubrió un cráneo humano, dentro de una bolsa de plástico y envuelto a su vez en una página de periódico con un pasatiempo cumplimentado.

La víctima se encontraba desaparecida desde febrero de 2019 y su cuerpo no ha sido encontrado hasta ahora.

La acusada, natural de Sevilla, llevaba varios años residiendo en Cantabria y se encuentra en prisión provisional en el centro penitenciario de El Dueso, en Santoña, desde el descubrimiento del cráneo.

Entre las declaraciones tomadas hasta ahora en sede judicial, que en dos años ha cambiado tres veces de titular, destaca la practicada a la sospechosa en noviembre de 2020, cuando rompió su silencio para asegurar que no tuvo «nada que ver» con la desaparición y fallecimiento de su pareja.

Añadió que no tenía «ni idea» de qué había «podido ocurrir» al hombre, con el que convivía desde hacía siete años en un piso de la calle Padre Basabe de Castro Urdiales, y que ambos «se querían muchísimo», según remachó.

Además, de acuerdo con la testifical de una mujer -hermana de la que abrió la caja con el cráneo- la procesada le había asegurado tras el descubrimiento que había podido «guardar» la cabeza de su pareja y el «secreto tan gordo» de lo ocurrido meses antes «gracias a las pastillas».

DESCUBRIMIENTO DEL CASO

El hallazgo del cráneo desató todo tipo de conjeturas sobre lo sucedido y su identidad se determinó días después de su aparición por las pruebas forenses que se practicaron.

Durante las jornadas siguientes, la Guardia Civil de Cantabria, con apoyo de especialistas de Madrid y con ayuda de perros, inspeccionó el piso de la pareja, terrenos que tenía el fallecido en la zona, y hasta se desplazó al vertedero de Meruelo, el más grande de Cantabria, para informarse sobre tratamiento de residuos.

El juez decretó el secreto de las actuaciones y lo prorrogó durante varios meses, hasta el 30 de junio de 2020 cuando se levantó, es decir, nueve meses después del hallazgo. Y en julio la Audiencia Provincial de Cantabria denegó la libertad provisional a la procesada al apreciar riesgo de fuga, entre otros motivos.

Cuando se cumplieron dos años de lo sucedido -el plazo legal establecido para prorrogar la cárcel preventiva para este tipo de delitos-, el magistrado acordó dicha prórroga.

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