PANORAMA INTERNACIONAL

Guerra comercial verde
Los ministros de Comercio de la UE acaban de votar que aplicarán tarifas punitivas a los biocombustibles importados de los EE UU. La medida equilibra el terreno de juego para los productores europeos, quejosos de las subvenciones americanas a estos combustibles que han llevado a multiplicar por 25 sus ventas en Europa durante 2006.
Como otras renovables, los biocombustibles no son viables comercialmente sin subvenciones, aunque al Congreso de EE UU, haciendo gala de su sabiduría, se le ha ocurrido poner cuotas de producción aún mayores, provocando un chorreo de biocombustible.
Europa está más interesada en proteger su propia industria de biodiésel que en ver a los conductores llenar su depósito con combustible bajo en carbono.
No paramos de escuchar las ventajas de la tecnología verde, pero los puestos de trabajo ecológicos siguen costando mucho en subvenciones y eso sin mencionar la competitividad que pierden por el camino otras empresas o sectores, debido a los mayores costes de la energía para todo. Con la recesión en pleno apogeo, ni Europa ni los EE UU se pueden permitir esta clase de revolución verde.
Wall Street Journal

Menos Maastrich
Si se interpretan de forma estricta los criterios de convergencia de Maastrich, es decir, las reglas para ser miembro de la Eurozona, pueden ser un paso hacia el suicidio. Hasta ahora, el pacto solo ha sido vinculante para los más pequeños, mientras que los grandes se lo han saltado con impunidad.
Hoy en día, las reglas de Maastrich están siendo discretamente olvidadas en toda la Eurozona por el peligro que supone ponerlas en práctica con rigidez. La peor caída sufrida por la UE, unida a la restricción del crédito al sector privado, han convertido a los gobiernos en gastadores y prestamistas.
Los países de fuera de la Eurozona tienen que escoger entre una política sensata o cumplir con Maastrich ya que, por ejemplo, los eurocandidatos deben mantener la inflación un 1,5% por encima de las tres tasas más bajas en la UE, que probablemente sean negativas.
Una moneda única necesita reglas y en el futuro deberán ser más estrictas, pero ahora han de interpretarse con flexibilidad.
Financial Times

Demasiadas reservas
En teoría, el nuevo proyecto de ley estadounidense para el estímulo de la economía, de 787.000 millones de dólares, no tiene gastos reservados según la nueva definición de reserva que hacen los demócratas. Antes de la llegada de Obama, una reserva de gasto hacía referencia a un destino especial que se saltaba el proceso presupuestario normal, pero ahora, los políticos se han puesto a disfrazar más sus trabajos y, bajo la cobertura de gastos de emergencia, estos proyectos se han hecho mucho más grandes.
Esta legislación de emergencia no debe ser un vehículo para tales aspiraciones y los líderes de ambos partidos deben anteponer las urgencias de la nación a sus estrechos intereses.
De los 410.000 millones de dólares del proyecto de ley para el gasto general de 2009 que se está tramitando en el Congreso, hay al menos 8.570 reservas con un coste de 7.700 millones de dólares. Y Obama no parece que esté preocupado o que vaya a presentar un veto.
Wall Street Journal

Kiev, en el precipicio
Sería reconfortante pensar que los líderes ucranianos han decidido que la crisis les importa más que sus propias ambiciones políticas, pero nadie apostaría por ello.
Es una buena noticia que el presidente y su primer ministro hayan pedido cooperación al FMI, pero deben demostrar que ellos también cumplirán. Con la economía cayendo en picado, la necesidad de refinanciación de los bancos y los socios extranjeros a punto de perder la paciencia, Kiev tiene poco tiempo para evitar el colapso.
Ucrania necesita urgentemente retomar el programa de rescate de 16.000 millones de dólares del FMI que quedó aplazado.
La UE ha decidido no elaborar un plan de apoyo financiero a nivel regional, de manera que no se puede esperar que haga nada por Ucrania. Pero Bruselas debería apoyar al país acelerando el libre comercio y los acuerdos de facilitación de visados.
Nada sería de más ayuda que ver algún indicio de su futura entrada en la UE, aunque sea lejana, porque eso daría anclaje político a sus líderes, que falta les hace.
Financial Times

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