Venezuela después de Chávez

Venezuela es unos de los países con mayores reservas de petróleo del mundo pero, quizá por eso, tiene una economía productiva que no funciona. La entrada masiva de divisas provoca un aumento de las importaciones y una moneda nacional sobrevalorada. El PIB creció el 5,5% en 2012, pero también el gasto público se disparó debido a los programas sociales del chavismo y a una inflación del 20%. En los presupuestos de 2013 el Gobierno se ha marcado el objetivo de crecer el 6%, mantener el paro en el 7% y bajar la inflación hasta el 15%. Pero eso son los objetivos inmediatos. A largo plazo debería diversificar su economía productiva para no depender en exclusiva de las rentas del petróleo.
La producción de petróleo subió en 2012, aunque sin llegar a los niveles del pasado, lo que se achaca a la mala gestión tras la huelga general de 2002, que provocó que muchos técnicos fueran reemplazados tras la purga de la mitad de la plantilla de la petrolera estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Con Hugo Chávez, Venezuela ha acentuado su dependencia del petróleo, que proporciona más del 90% de los ingresos en divisas y está sometida, por lo tanto, a las incertidumbres que producen las fluctuaciones del mercado internacional del crudo. Además, durante el mandato de Chávez, la deuda pública se cuadruplicó desde los 24.000 millones de dólares hasta los 100.000 millones, pese a que los ingresos se han multiplicado, ya que lo precios del petróleo pasaron en este periodo de 10 dólares por barril a más de 100.
La excesiva dependencia del petróleo se plantea como un reto que debe superarse, aunque eso no es sencillo de interiorizar cuando se poseen unas reservas de 300.000 millones de barriles de crudo, petróleo suficiente para 300 años, siempre que la economía nacional no se colapse antes por cualquier otro motivo interno o externo.

Devaluación

Antes de la muerte de Chávez, Venezuela devaluó el bolívar un 31,7% frente al dólar, de manera que ha pasado de pagarse a 4,3 bolívares por dólar a 6,3. No obstante, para la liquidación de divisas pendientes al 15 de enero de 2013, varios sectores económicos mantuvieron el cambio anterior, como son los casos del sanitario, la alimentación, el comercio, los electrodomésticos, la electrónica, la informática, la prensa o las telecomunicaciones.
En Venezuela existe un sistema de control de cambios desde 2003 que obliga a recurrir al Estado para adquirir divisas, con el objetivo de atajar la inflación y la fuga de capitales.
Entre las nuevas medidas figura la eliminación del Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera, un organismo que permitía a importadores y particulares obtener dólares a 5,3 bolívares –una tasa superior a la oficial– mediante la compraventa de títulos de Deuda Pública. Igualmente, habrá una flexibilización de apertura de cuentas bancarias en moneda extranjera en el país, que incluye a receptores de remesas, de pensiones y de remuneraciones salariales obtenidas en el exterior.
El vicepresidente Nicolás Maduro defendió la devaluación diciendo que busca proteger el bolívar de ataques especulativos y argumentó que la nueva política cambiaria quiere defender el bolívar frente al ataque “de agentes económicos que viven de la especulación y del saqueo de las finanzas del país”. Sin embargo, los venezolanos pueden obtener determinados cupos de moneda extranjera a través de la Comisión de Administración de Divisas.
Las complicaciones de este sistema cambiario permitían suponer que no tardaría en aparecer un mercado negro al que acuden los ciudadanos y los pequeños empresarios, en el que el dólar puede llegar a costar cuatro veces más caro que por la vía oficial. En cualquier caso, la política cambiaria es el centro de gravedad de la economía venezolana porque dispara las importaciones. Además, un dólar barato provoca que los empresarios, que reciben incentivos fiscales y préstamos a bajo interés para producir y exportar, acaben convirtiéndose en importadores.
La falta de seguridad jurídica en la que mueven las empresas en Venezuela es una dificultad añadida y, de hecho, muchas han tenido que cerrar y otras han acabado en manos del Estado. La legislación laboral favorece que si una empresa quiebra pase a los trabajadores. Si tampoco por esa vía mejora la gestión, acaba de nuevo en la quiebra.
Pese a las dificultades, en 2012 las empresas privadas tuvieron una expansión del 3% mientras que la producción en las públicas cayó un 6,7%.

Agricultura e industria

La revolución agrícola ha resultado una promesa incumplida. Venezuela importa el 75% de los alimentos que consume, en gran parte porque el petróleo ha desincentivado el cultivo de la tierra y las expropiaciones han mermado la producción agrícola.
El exceso de controles y los precios regulados de los alimentos han llevado, por ejemplo, a que el grupo Polar, uno de los productores agroalimentarios más importantes de Hispanoamérica, haya traslado su actividad a Colombia y a Brasil por miedo a una confiscación.
El reto económico en estos momentos es transformar el aparato productivo, con una mayor contribución de la agricultura y la industria al Producto Interior Bruto. En la actualidad, la agricultura aporta el 4,5% del PIB cuando, para garantizar la seguridad alimentaria, debería llegar al 12%. En lugar de eso, Chávez creó Mercal, una red de supermercados estatales con precios subvencionados para los más pobres.
La industria representa el 14,4% del PIB y tendría que llegar hasta el 20% para producir el equivalente a las necesidades nacionales.
La industria de automoción también pudo haber sido una baza para la economía venezolana y en 2006 se exportaron 22.000 vehículos, pero en 2009 se redujeron a 14.000 y desde entonces no ha habido más exportaciones. Las ventas de automóviles en el país también han disminuido muy significativamente y pasaron de 491.899 en 2007 a 120.691 en 2011 debido a las restricciones a la importación de componentes y a los conflictos laborales que paralizaron las plantas existentes en el país.

El gasto público

En septiembre de 2012, la agencia Reuters publicó un informe sobre la empresa pública Fonden, que ahora realiza un tercio de las inversiones que se hacen en Venezuela, y descubrió entre sus activos instalaciones abandonadas o a medio construir, entre ellas fábricas de papel, molinos de aluminio y una flota de autobuses sin usar.
Desde su fundación en 2005, el Fonden ha absorbido 100.000 millones de dólares de las rentas petroleras de Venezuela. El Gobierno trata de frenar esa sangría y a finales de enero, recortó un 19% la contribución de la petrolera estatal, un presagio de recortes en el gasto público. Pero, si todo continúa como hasta ahora, lo probable es que esos recortes no lleguen a afectar a las políticas sociales porque, durante su última campaña presidencial, Chávez estableció como prioridad la vivienda y el salario mínimo, además de lanzar un plan para reconstruir tres millones de casas antes de 2018.

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