Vitrinor, una superviviente en las cocinas

En un sector tecnológicamente maduro como el del menaje de cocina, fácilmente accesible para las industrias emergentes de los países asiáticos o del Este de Europa, no anticiparse a esa inevitable competencia se puede pagar muy caro.
Los trabajadores que fundaron en 1995 Vitrinor (Vitrificados del Norte), como sociedad anónima laboral tras el descalabro de Magefesa, lo saben y han orientado sus esfuerzos inversores hacia la elaboración de productos de gama media-alta, donde la competencia es mucho menor, y a aumentar el rendimiento de las instalaciones, que en su día utilizó la antigua fábrica de Magefesa en Guriezo (Gursa). En este proceso han empleado ya más de seis millones de euros.
La fábrica de menaje de cocina en acero vitrificado y aluminio también va a tratar de diversificar su actividad, aprovechando el utillaje que tiene y las posibilidades que encierra el enorme recinto en el que está ubicada –28.000 m2 de naves, de los que sólo utiliza 18.000–.
La última fase en este proceso de modernización industrial supone la inversión de 1,8 millones de euros. En septiembre ha incorporado la primera de las dos líneas robotizadas de prensas y soldadura con las que va a incrementar notablemente la productividad. A esta novedad le seguirán una nueva instalación de decapado, un segundo horno para fijar el esmalte de ollas y sartenes y la automatización de la línea de montaje, donde se da el acabado final a las piezas.

Acero vitrificado

El proceso de fabricación de las sartenes y baterías de cocina comienza en la zona de prensas, donde se lleva a cabo el corte y la embutición de las bobinas de chapa para dar forma a las más de mil piezas distintas que se fabrican en Guriezo. Vitrinor es el fabricante español con más amplia gama de productos, en parte por el éxito logrado por esta firma en los mercados extranjeros, a los que destina el 45% de su producción y que exigen adaptarse a una extraordinaria variedad de gustos locales. En los países árabes, el consumidor muestra preferencia por el esmaltado en colores fuertes y cálidos, de tonalidades rojizas, mientras que los países asiáticos, como Japón o Corea, se inclinan por el esmalte decorado y poco tienen que ver estos gustos con los de Estados Unidos, Sudamérica o la Unión Europea.
La puesta en funcionamiento de las dos nuevas líneas robotizadas ampliará las posibilidades de las veinte prensas con que ya contaba Vitrinor. La mayor eficiencia de los equipos automatizados se notará, sobre todo, en la fase de soldadura de la patilla a la que se atornilla el mango de la sartén, ya que el nuevo equipo podrá soldar 600 pernos a la hora.
Una vez cumplimentado este paso, las piezas estampadas se almacenan en jaulas a la espera de su esmaltado. Antes, es preciso someter a las piezas a un proceso previo de decapado. Tras desengrasarla, la chapa es tratada con un baño químico para crear en el acero unas mínimas cavidades que aseguren la fijación del esmalte. También aquí se van a realizar cambios, con la sustitución de los habituales cestones en los que se introducen las piezas en el baño químico, por una cinta que agilizará el proceso.
Una vez tratada, la sartén o cacerola queda lista para su esmaltado. El esmalte no cumple sólo una función decorativa, sino que protege al acero de la oxidación mediante un vitrificado, y asegura la idoneidad de estos utensilios para su utilización en el tratamiento de alimentos.
La calidad del esmalte es uno de los rasgos que diferencian la gama de productos elaborada por Vitrinor, que ha lanzado al mercado una promoción de baterías de cocina con una nueva fórmula que consigue más brillo y calidad en los acabados, y cuya composición es guardada celosamente.
La elaboración del esmalte se realiza en las propias instalaciones de Guriezo. En un molino de bolas se preparan y mezclan los diversos componentes (arcillas, cuarzos, colorantes, agua y un material vítreo que se conoce como frita). La mayoría de los productos fabricados por Vitrinor llevan dos capas de este esmalte.
La pasta se vitrifica en su paso por los hornos, a temperaturas muy elevadas, pero perfectamente controladas. Este era otro cuello de botella de la fábrica, que va a adquirir un nuevo horno para duplicar la capacidad de estas instalaciones.
Tras su esmaltado, las piezas quedan listas para la aplicación del antiadherente, un polímero (PTFE) que impedirá que los alimentos se peguen a la sartén. La fijación de este recubrimiento se lleva a cabo en otro horno de cocción.
El proceso de fabricación culmina en la sección de montaje, donde se colocan los herrajes y cerquillos decorativos, se acoplan los mangos y asas y se adhieren las etiquetas. En la gama alta que fabrica Vitrinor, los herrajes de baquelita habitualmente empleados en las baterías de cocina, han sido sustituidos por acero inoxidable.
El plan de renovación contempla también la automatización del atornillado de mangos y asas, uno de los puntos más vulnerables de estos utensilios de cocina, especialmente en el caso de las sartenes.
Aunque el grueso de la producción de Vitrinor se realiza en acero vitrificado, la empresa mantiene desde su fundación una línea de aluminio para aquellos que prefieren sartenes más ligeras. La única limitación de este material es que no puede ser usado en cocinas de inducción, aunque es perfectamente válido para vitrocerámicas o cocinas a gas.

Almacenamiento para clientes

La amplia gama de menaje que fabrica Vitrinor multiplica también los formatos de empaquetamiento. La firma cántabra es líder nacional en la venta de los set de sartenes. De hecho, la sartén es el producto con más demanda en el país, no en vano nuestros hábitos culinarios muestran una clara preferencia por los fritos, por lo que este utensilio es el que más desgaste sufre en las cocinas. De las 16.000 piezas que fabrica Vitrinor cada día, el 60% son sartenes.
Aprovechando el holgado espacio del que dispone en lo que fueron las antiguas instalaciones de Gursa, Vitrinor ha puesto en marcha un servicio de almacenamiento para sus distribuidores, que le ha permitido crear nuevos puestos de trabajo. Desde las naves de Guriezo, los productos se llevan directamente al cliente final, evitando a los distribuidores la necesidad de contar con almacenes propios.
Este servicio, que ha sido aprovechado por su distribuidora francesa para eliminar su almacén, supone una ventaja competitiva para la empresa de Guriezo frente sus competidores del Este de Europa.
En los 4.000 m2 habilitados para esta función tiene espacio suficiente, también, para almacenar los stocks de un mes de producción que le exigen sus compromisos con las grandes superficies comerciales para asegurarse de que no haya interrupciones en el suministro.
La importancia que ha cobrado este nuevo servicio ha animado a los responsables de la fábrica a plantearse la transformación de estas naves en un almacén ‘inteligente’ para optimizar su rendimiento.

Pruebas de laboratorio

Los utensilios de menaje son sometidos en su uso cotidiano a duras condiciones de abrasión y temperatura, que ponen a prueba la resistencia y calidad de los materiales empleados en su fabricación. Para verificar que lo soportarán, Vitrinor recrea en un laboratorio las exigencias a las que van a estar sometidas las sartenes y ollas.
Las pruebas van dirigidas sobre todo a testar las cualidades del esmalte y del antiadherente. En su laboratorio se mide desde la capacidad del esmalte para soportar el ataque de los ácidos y del vapor de agua, hasta el espesor y la resistencia a la abrasión que tiene el antiadherente (teflón). También se comprueba la resistencia del mango de las sartenes, o cómo afecta el uso frecuente de lavavajillas al color de las piezas o a la duración de la capa antiadherente. En otras pruebas se revisa la adecuada concavidad del fondo de ollas y sartenes para contrarrestar la dilatación que sufre el acero al someterlo a las elevadas temperaturas que se alcanzan en las cocinas modernas.

Sin gas natural

Además de la progresiva amenaza que representa para la fábrica de Guriezo la competencia de los países en crecimiento, Vitrinor cuenta en España con dos serios rivales en la fabricación de menaje de cocina, la firma San Ignacio, de Vitoria, y la zaragozana Vitrex.
La batalla comercial siempre es difícil y no resulta fácil aquilatar los costes. La chapa se ha encarecido un 60% en lo que va de año, pero ese problema afecta por igual a todos los fabricantes; en cambio, la factoría de Guriezo debe soportar un coste añadido que le perjudica frente al resto, el no tener red de gas natural en la zona, lo que encarece en un 12% la elevada factura energética de sus hornos.
Para afrontar un escenario de dura competencia, los 146 socios de Vitrinor, supervivientes de la dura batalla laboral librada en los ochenta, han aplicado lecciones extraídas de su propia experiencia, después de lograr evitar el cierre de la planta: “Del pasado hemos aprendido que no invertir es morir” sintetiza el presidente de la SAL, José Bernardo Oti, quien se felicita de que ahora sea más sencillo buscar soluciones, “porque las decisiones no se toman fuera de Cantabria” .

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