SOS-Cuétara vuelve la vista hacia Reinosa

La creación de Galletas Cuétara hace 62 años fue obra del empuje empresarial de unos emigrantes cántabros que hicieron fortuna en Méjico, los Gómez-Cuétara. Los tiempos han cambiado para el que llegó a ser el mayor grupo galletero del país, pero la suerte que vaya a correr la fábrica campurriana, la primera de todas, va a continuar dependiendo de dos miembros de otra saga familiar que comparte con aquella su origen cántabro y su condición de emigrante al mismo país centroamericano, los Salazar.
Jesús y Jaime Salazar, fundadores del grupo alimentario SOS Arana, adquirieron en 2000 la empresa galletera y ahora quieren convertir la fábrica reinosana, obsoleta en comparación con las otras plantas del grupo, en un centro fabril más competitivo, ya que en las condiciones actuales peligra su continuidad. Los hermanos Salazar han presentado al Gobierno cántabro un plan industrial para modernizar y ampliar la fábrica de Reinosa, de forma que pueda competir dentro del nuevo escenario creado tras la llegada a España de las grandes multinacionales galleteras.

Una fábrica especializada

La pérdida de protagonismo de la planta de Reinosa no es reciente, sino que se inició hace décadas conforme el grupo Cuétara se expandía y abría nuevas factorías por España y, especialmente, la de Villarejo de Salvanés, en la provincia de Madrid. Además de la de Villarejo y Reinosa, el grupo SOS-Cuétara conserva otras dos fábricas de galletas, ubicadas en Jaén y Pombal (Portugal).
La planta reinosana ha venido siendo modernizada durante los últimos cuatro años, pero la productividad aún está lejos de lo que el grupo necesita para competir con multinacionales como Kraft (propietaria de Fontaneda y Artiach), que es el mayor fabricante de galletas del mundo, o Danone (Lu), la segunda en el ranking mundial del sector. A esto se une la presión de fabricantes nacionales de fuerte tradición galletera, como las empresas radicadas en Aguilar de Campoo. Las exigencias de este escenario las resume así el presidente de SOS-Cuétara, Jesús Salazar: “No podemos permitirnos andar con obradores. Hay que tener fábricas modernas, con gente especializada y producto de altísima calidad, y eso es lo que hemos venido a plantear con este plan industrial”.
La dirección del grupo ya ha dado pasos hacia la especialización de la fábrica, que elabora una gama de galletas propia. A las tradicionales campurrianas se le han ido sumando productos destinados a dar respuesta a las nuevas demandas de los consumidores, como los flakes, una mezcla de cereal y galleta, o las nuevas líneas de integrales y chocolateados. El plan industrial que prepara SOS-Cuétara incidirá en la orientación de la planta hacia los productos de mayor valor añadido.

Empleos estables

Como paso previo a las modificaciones que se quieren introducir en los procesos de fabricación, la empresa ha alcanzado un acuerdo con las federaciones agroalimentarias de UGT y de CC.OO para regular, por primera vez, las condiciones laborales, sociales y económicas de la plantilla en un convenio colectivo que tendrá cuatro años de vigencia (2007-2010).
El acuerdo afecta a los cerca de 90 trabajadores de la planta, la mayoría de los cuales serán hechos fijos. Tampoco se descarta que, si la aplicación del Plan tiene el éxito que se espera, pueda generarse nuevo empleo.
La defensa de estos puestos de trabajo en la fábrica más antigua del grupo ha sido uno de los argumentos de peso a la hora de diseñar el plan para relanzar la factoría reinosana: “Cuétara tiene otras plantas –señala el director general del Grupo, Jaime Salazar– y por lo tanto podíamos optar por una u otra. Pero el origen de Cuétara está aquí, es una zona que necesita empleo y ese planteamiento lo hemos tenido en cuenta tanto la empresa como los trabajadores”.

Un grupo atractivo

Las galletas son sólo una de las tres patas sobre las que se sostiene el Grupo SOS-Cuétara. Más peso tiene la división de arroces y mayor aún la producción y comercialización de aceite de oliva.
Como propietario de las marcas Carbonell y Koipe controla el 15% del mercado mundial del aceite de oliva, lo que le otorga el liderazgo pero, al mismo tiempo, le convierte en un bocado muy apetecido por otras grandes firmas alimentarias y por compañías internacionales de inversión. En las últimas semanas se han sucedido los rumores sobre una posible opa hostil a SOS-Cuétara por parte del grupo Ebro-Puleva. Sin embargo, el hecho de que cerca del setenta por ciento del capital esté en manos del consejo de administración, convierte en bastante remota la posibilidad de que prospere una opa de estas características. Los accionistas de referencia en SOS-Cuétara son, además de su presidente, Jesús Salazar (17,49%), su hermano Jaime (8,53%) y las cajas andaluzas que controlan más de un 27%. Otros dos accionistas minoritarios poseen casi un 11%.
El grupo ha dado recientemente el salto a los biocombustibles y prepara la instalación de una planta de biodiésel de 200.000 Tm de capacidad en Andújar (Jaén). Por el momento, sus negocios arrocero, aceitero y galletero superan ya los mil millones de euros de facturación. Una cifra difícil de imaginar hace quince años, cuando los hermanos Salazar, propietarios de la Corporación Arana, se lanzaron a una cadena de adquisiciones que les ha llevado a ser uno de los mayores grupos internacionales de alimentación.

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