Una oportunidad para Ruesga
El valle de Ruesga difícilmente encuentra hueco en los medios de comunicación. Alejado de las ciudades, de las industrias y de las zonas turísticas, los pueblos languidecen en un despoblamiento progresivo para el que nadie se molesta en dar soluciones. Quizá por eso, la iniciativa de una empresa para crear un gran complejo termal de ocio resulta aún más sorprendente.
El afloramiento de agua mineromedicinal a través de unos sondeos, ha tenido el efecto del petróleo. El alcalde ha conseguido que buena parte de los vecinos secunden la iniciativa y, a través de la aportación de terrenos, muchos de ellos serán copromotores de un centro termal muy distinto a los balnearios que conocemos, tanto por su concepción como por su arquitectura.
El eje del proyecto es una residencia de dos alturas y ochenta habitaciones, construido en piedra y madera. En sus cercanías estará el balneario propiamente dicho, que ofrecerá un recorrido termal desde la laguna del origen por estancias con agua a 30, 36 y 34 grados de temperatura, zonas con nieve y de aromas, hasta acabar en las denominadas lagunas del relax y del reposo.
Casas con agua termal
Pero el componente más novedoso del conjunto es la aldea termal, una especie de pueblo montañés, formado por casas-bungalows individuales donde las familias podrán alojarse y recibir el tratamiento termal y los mismos servicios que en la residencia, como si realmente se encontrasen en su vivienda.
El circuito de agua caliente minero medicinal llegará canalizado a todas las casas, y el caudal de aguas termales será suficiente para formar varios lagos que, ubicados junto a tan peculiar aldea, darán un carácter aún más bucólico a este singular pueblecito donde hasta los coches desaparecerán de la vista, gracias a unos aparcamientos subterráneos disimulados en la ladera de la montaña.
El de Ruesga quiere ser un centro de salud diferente a todos los que existen en España. Está pensado especialmente para la familia, y con un especial cuidado del entorno, por lo que el diseño se ha dejado en manos del arquitecto catalán Javier Barba, especialista en construcciones bioclimáticas, y del cántabro Agustín Lavín.
El conjunto ocupará una parcela de 6,6 hectáreas, sobre la que se construirá una superficie de 6.500 metros cuadrados en planta. La edificación necesitará unos recursos económicos próximos a los 5.000 millones de pesetas. Una cuantía muy notable en una zona donde las inversiones han sido muy escasas y que no parece desanimar a los inversores, ya que en el proyecto se han interesado cinco grupos hasta el momento, que esperan a la finalización de los trámites para tomar una decisión definitiva.
La relativa proximidad del lugar elegido para la ubicación del centro termal con importantes núcleos urbanos, no sólo de Cantabria y del País Vasco, sino también de Navarra y el norte de Castilla-León, garantizará, en opinión de los promotores del proyecto, la afluencia de visitantes al complejo.
Cómo se gestó el proyecto
El complejo termal es el resultado final de un proyecto que nació como un mero campo de golf, con el que se pretendía revitalizar un valle cada vez más deprimido. La iniciativa empezó a tomar otros visos cuando el profesor de la Escuela de Caminos, Francisco Ballester, advirtió que las fallas geológicas de la zona podrían propiciar la presencia de agua termal.
Tanto el alcalde de Ruesga como la empresa Ruesga Resort, promotora del proyecto, decidieron que lo más urgente era comprobar que efectivamente el agua caliente existía. Con ese objeto, contactaron con una empresa de Barcelona que sobre el terreno corroboró la teoría de Ballester.
Antes de iniciar los sondeos hubo que llegar a acuerdos con el centenar de propietarios de las 260 parcelas afectadas, distribuidas por las localidades de Valle y Ogarrio. Tras una decena de reuniones celebradas en la iglesia, en la escuela, en cafeterías y hoteles, el proyecto obtuvo el respaldo de la gran mayoría de los vecinos, a quienes se ofrecieron varias opciones, entre ellas la de participar accionarialmente.
La mayoría de los propietarios se decidieron por una opción de compra por el doble del valor de sus terrenos y entrar en el accionariado de la sociedad Ruesga Termal, que será la que explotará el agua termal.
En estos momentos, Ruesga Resort ya ha reunido cerca del 80% del espacio que ocupará el proyecto a través de opciones de compra, lo que, en virtud de la nueva Ley del Suelo, le permite continuar adelante con el proyecto.
Tras obtener el apoyo mayoritario de los vecinos, la empresa promotora se lanzó an busca del agua minero-medicinal. Después de realizar numerosos sondeos a profundidades comprendidas entre los 220 y los 746 metros de profundidad, se han obtenido tres pozos con agua a diferentes temperaturas. En uno de ellos sale a 36 grados, en el segundo a 18 y del tercero se obtiene agua fría de gran calidad y en abundancia.
Según los ensayos realizados en Cantabria, tanto por la Consejería de Sanidad como por la Universidad, el agua que aflora en esos pozos es minero-medicinal, si bien esa circunstancia debe ser certificada por el Instituto Geológico Minero de Madrid.
El proyecto también está pendiente de que se apruebe su estudio de impacto ambiental y de obtener la declaración de utilidad pública. La tramitación administrativa puede estar concluida antes de acabar el año y las obras se iniciarán, según la empresa, la próxima primavera. Si se cumplen los plazos, Las Termas de Ruesga podrían estar en funcionamiento en el 2004.
El proyecto tiene una segunda parte de carácter más convencional, que incluye un campo de golf y varias promociones de viviendas alrededor, todas ellas guardando la tipología de la zona y agrupadas en aldeas. Esta parte, que no condiciona al proyecto termal, requiere la ejecución de un nuevo ordenamiento urbanístico de todo el municipio y elevaría la inversión global hasta los 9.000 millones de pesetas lo que, según sus promotores, favorecería la creación de 360 puestos de trabajo, 160 de ellos directos.