De fusión fría a banco con capital privado

Desde que en diciembre las cinco cajas asociadas aprobaron trasladar toda su operativa bancaria a lo que provisonalmente se ha denominado Banco Base, las integradas han pasado a convertirse en una mera marca regional, aunque propietarias de una parte en el negocio conjunto, en función de su aportación.
El hecho de que, desde el comienzo, esta alianza (SIP) apostase por una completa mutualización de los beneficios ya dejaba claro que era una fusión sin reservas y sin marcha atrás. Claro que a otras que tomaron más cautelas, preservando para sí una parte del negocio, no va a servirles de mucho, porque la vorágine de acontecimientos de los últimos meses va a conducir a todas las cajas a convertirse en bancos, donde la única diferencia estará en la mayor o menor participación privada (o pública) y ni siquiera esa decisión está ya en sus manos, dado que va a depender de sus necesidades de capital. Su anclaje con el pasado estará en el mantenimiento de la obra social, a la que van a entregar parte de los beneficios, aunque probablemente sean más modestas que ahora.

Predominio asturiano

El 28 de diciembre se constituyó el consejo de administración del Banco Base, en el que Enrique Ambrosio Orizaola, presidente de Caja Cantabria es uno de los vicepresidentes y Javier Eraso, director de la caja, consejero, y antes de concluir el año ya se habían puesto en marcha los mecanismos de integración de los negocios. Manuel Menéndez, presidente de Cajastur y factotum de la nueva entidad como primer ejecutivo, ha impreso una gran velocidad al proceso y tras la firma del contrato de integración en la SIP se procedió a solicitar formalmente un préstamo de 1.493 millones de euros al FROB para capitalizar el banco.
En el siguiente consejo, quedaba definido el modelo de organización, con un claro predominio de los ejecutivos asturianos (siete), frente a los seis que aporta la CAM y los dos de Caja Extremadura, aunque formalmente la selección ha quedado en manos de un asesor externo. El único representante de Caja Cantabria en esa dirección formada por dieciséis miembros es Javier Eraso, que va a ejercer como responsable de la división internacional del nuevo banco, un área que hoy por hoy está prácticamente por crear, dado que la operativa de las cajas integrantes ha estado centrada en sus regiones de origen y sus veleidades expansionistas se quedaron en las regiones limítrofes o en Madrid.

Semiprivatización

El Banco Base tiene un core capital del 8,1%, lo que no es un mal punto de partida, aunque la cifra baja al 6,2% si se restan los 1.493 millones que ha pedido prestados del FROB.
Con estas aportaciones en su capital, es probable que no necesite sacar a Bolsa más allá del 40% del Banco Base, lo que evitará una excesiva dilución de los socios actuales. Esta privatización se realizaría a través de una ampliación de capital que no suscribirían los actuales accionistas y que reduciría la participación de todos ellos. La de Caja Cantabria, que actualmente es del 9% quedaría reducida, en este caso, a un 5,4%. Eso también mermaría sus derechos sobre los beneficios (los dividendos que mantendrán a partir de ahora la Obra Social) aunque la entidad cántabra siempre ha confiado en que su participación en el nuevo grupo generará más rentabilidad anual de la que obtenía por sí sola.

Fuerte caída de los resultados

En 2010, el último ejercicio en el que las entidades fusionadas van a presentar cuentas por separado, Caja Cantabria obtuvo un beneficio bruto de 28,5 millones de euros, la mitad que el año anterior. El grupo, por su parte, hubiera obtenido un resultado bruto de 502 millones, de forma que la parte correspondiente a la entidad cántabra (el 9%) le hubiese supuesto algo más de 45 millones de euros.
Los beneficios hubiesen sido sustancialmente más elevados de no haber optado las entidades asociadas por imputar al ejercicio de 2010 todo el coste de las prejubilaciones (350 millones de euros entre las cuatro). Con todo, el resultado de Cajastur mejoró un 16%. La CAM y Caja Extremadura bajaron un 11 y un 12% respectivamente, bastante menos que Caja Cantabria, muy afectada por el descenso de los tipos de interés, que ha provocado una drástica caída de sus márgenes, y por la disminución de negocio en un 4%.

50 ejecutivos

El nuevo banco parte con 50 ejecutivos, de los cuales al menos Javier Eraso y otros dos más procederán de Caja Cantabria, que tendrá que redefinir su staff. Ese equipo tendrá que poner marcha su operativa conjunta, pero además deberá acometer de forma inmediata el proceso de venta de acciones, que no será sencillo, porque la Comisión Nacional del Mercado de Valores no está dispuesta a que se haga una mera colocación entre inversores particulares. Quiere que una parte se venda a inversores institucionales, lo cual dará un valor mucho más real a los títulos, sobre todo cuando se trata de sociedades de nueva planta cuyo valor es opinable, tanto como el patrimonio y el negocio que aportan las cajas.
La CNMV pretende evitar que los pequeños inversores se vean atrapados en un negocio con un mercado estrecho y con una cotización a la baja, pero sólo hay una forma de evitarlo: lanzar al mercado un número elevado de acciones y ofrecerlas a un precio barato, algo que resultará tentador para muchos bancos, sobre todo los extranjeros, que no tienen los problemas de digestión inmobiliaria de los españoles.
En el caso del Banco Base, casi uno de cada cuatro créditos otorgados a los promotores es dudoso (el 22,4%) porque la mora en los pagos supera los 90 días y otro 19,6% es subestándar, lo que en lenguaje más cotidiano quiere decir que no están adecuadamente documentados. Con ser preocupantes, no son ni mucho menos los peores datos del sector. Rodrigo Rato tendrá que lidiar con una situación aún más difícil al frente de las fusionadas Caja Madrid y Bancaja. De hecho, un informe de Merrill Lynch situaba al Banco Base –a entidad que gestionará el negocio de la CAM, Cajastur, Caja de Extremadura y Caja Cantabria– como una de las entidades que mejor resistiría un posible empeoramiento de la situación económica. En concreto, en un escenario muy negativo, con una hipotética caída del precio de la vivienda del 40% y unas pérdidas equivalentes al 10% de todos sus créditos problemáticos, sólo necesitaría captar en los mercados 200 millones de euros para recapitalizarse, frente a los más de 13.000 millones que debería conseguir la SIP de Caja Madrid y Bancaja, los 8.100 de La Caixa o los 4.300 de Catalunya Caixa.
En total, la alianza de Caja Cantabria acumula 23.286 millones de euros en crédito promotor y se ha quedado con viviendas, locales o suelo por importe de 3.000 millones más.
Al menos, ya ha imputado a los resultados del pasado año 350 millones de euros de los costes de las prejubilaciones, lo que le quita una carga onerosa para el futuro.

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