El ‘Obamacare’ es acogido con frialdad
En EEUU hay 45 millones de personas que no tienen ningún tipo de seguro de salud. Otros 150 millones tienen un seguro médico privado contratado a través de su empresa. Además, hay alrededor de 25 millones de personas con un seguro médico individual contratado con compañías aseguradoras que no se benefician de ninguna tarifa colectiva. Estos últimos, junto a los que carecen de seguro son los destinatarios del Obamacare.
Para poner en práctica el nuevo sistema sanitario, el Gobierno lanzó en octubre un portal en Internet en el que se ofrece un catálogo de seguros privados que eventualmente recibirían una subvención pública. Obama pretende que 30 millones de estadounidenses que actualmente están sin seguro acaben haciéndoselo gracias a esas subvenciones.
El objetivo principal de la Ley es que los adultos que no tienen seguro ninguno puedan alcanzar una cobertura mínima. Y para animar a la contratación, Obama ha dispuesto que quienes ganen menos del cuádruple de lo que se considera el nivel de pobreza legal (lo que en EEUU significa 92.200 dólares al año para una familia de cuatro personas) reciban créditos fiscales para pagáselo.
La Ley, además, prohíbe a las compañías de seguros tener en cuenta condiciones preexistentes de salud o de sexo, y exige que den cobertura a todos los solicitantes, ofreciendo las mismas tarifas sea cual sea su caso. La Secretaria de Estado de Salud, Kathleen Sebelius, ha dicho que «a partir de ahora, ser mujer ya no se considerará un antecedente médico”.
El objetivo inicial del Gobierno era que se asegurasen 7 millones de personas, pero el caso es que hasta el momento no se ha llegado a la mitad de esa cifra. Oficialmente se dice que ha habido una aceleración de las inscripciones en diciembre, tras unos meses de octubre y noviembre catastróficos a causa de graves problemas informáticos en el sitio web oficial.
El Gobierno, haciendo las cuentas de la lechera, agrega otros casi 4 millones potencialmente incorporables a los programas públicos de asistencia, como el denominado Medicaid, el programa sanitario para personas con escasos recursos, que Obama ha extendido con objeto de incluir a quienes ganen hasta el 133% por encima de la línea de la pobreza.
Cada Estado cuenta también con un programa Medicaid que proporciona cobertura médica a familias, niños y ancianos pobres así como a los discapacitados. A partir este año, la mayoría de los adultos menores de 65 años con ingresos individuales por debajo de los 15.000 dólares al año estarán incluidos.
El otro programa público de salud es Medicare, que cubre a todos los mayores de 65 años que hayan sido residentes legales en el país durante al menos 5 años. No obstante, si ni ellos ni su cónyuge han cotizado por Medicare durante diez años, para beneficiarse es imprescindible pagar una prima mensual.
El recurso de las monjas
Pero no se acaban aquí los problemas de Obama, pues el Partido Republicano se opone a la reforma legal porque dicen que provoca un aumento de los precios de los seguros para las familias de clase media, que no tienen derecho a reducciones impositivas, y el asunto ya se ha convertido en materia de polémica para la campaña de las legislativas de noviembre de este año.
Para complicar aún más las cosas, el Tribunal Supremo, que en 2012 ratificó la constitucionalidad de Obamacare, el 1 de enero ha decidido atender las peticiones de los grupos conservadores y ha suspendido parcialmente la aplicación de la ley porque dice que «no se puede obligar a una entidad patronal a proveer a sus empleados un seguro de salud que pague por un aborto, si eso va en contra de sus convicciones religiosas». Concretamente el recurso que ha motivado esta decisión judicial fue interpuesto por un hospicio de monjas católicas de Denver (Colorado), llamado Little Sisters of the Poor Home for the Aged.
Hay que tener en cuenta que Obamacare obliga a los empresarios a tener un seguro de salud integral para sus empleados, lo que incluye la prevención del embarazo y el aborto. Para que esto sea efectivo, es preciso firmar un permiso autorizando a la compañía de seguros a pagar esos gastos y eso es a lo que se oponen las monjas, que no quieren firmar ese documento porque atenta contra sus convicciones.
La Ley, además de prohibir a las aseguradoras modificar las primas según los antecedentes médicos o el sexo del beneficiario, les impide negarse a dar cobertura a un paciente demasiado costoso o poner un techo a los reembolsos anuales, prácticas hasta ahora legales que conducían a la ruina a algunos enfermos. A cambio, obliga a cualquier residente en EE UU, ya sea norteamericano o extranjero, a contratar un seguro de salud, y quien no lo haga podrá ser multado con 95 dólares, cantidad que irá creciendo hasta ser de 695 a partir de 2016. El razonamiento es simple: si todo el mundo se asegura, las primas pagadas por quienes están sanos compensarán los sobrecostes vinculados a los asegurados con más o mayores enfermedades y que generan más gastos.
La Ley también define los tratamientos que las aseguradoras deberán cubrir ineludiblemente. Y así, a partir de ahora, todos los seguros deben incluir los ingresos hospitalarios, sobre todo las emergencias, y los cuidados preventivos, como la detección de la diabetes o el cáncer, además de las vacunas y la contracepción, que deberán ser íntegramente pagadas.
Subasegurados
En el nuevo sistema también hay perdedores. Para quienes tienen un salario modesto y sufren, por ejemplo, de cáncer o esclerosis múltiple, es magnífico tener un seguro pero lo que tendrán que pagar anualmente de su bolsillo puede llegar a ser muy considerable. Es una cantidad que el paciente debe abonar antes de que el seguro comience a cubrir las facturas, así como cualquier copago, y hay otros costes que el Obamacare sólo paga parcialmente. Por ejemplo, una persona de menos de 65 años sin seguro médico en su empresa y que gane 24.000 dólares al año sólo pagará en primas el 7% de sus ingresos, pero si enferma de gravedad o tiene un accidente sus gastos podrían llegar a 5.200 dólares al año, una vez descontados los subsidios adicionales que están previstos para las personas con ingresos modestos y gastos médicos elevados. Esos 5.200 dólares supondrían ya más del 20% de sus ingresos.
Las compañías de seguros pueden ofrecer cuatro niveles de cobertura, aunque la diferencia entre ellos está exclusivamente en el respaldo económico. El Plan de Bronce cubre el 60% de los costes previstos, el Plan de Plata cubre el 70%, el de Oro cubre el 80% y el de Platino el 90%. Los planes de oro son lo más parecido a la cobertura que ofrecen las empresas a sus trabajadores, pero el Plan de Plata es la norma para la mayoría de los norteamericanos.
Los créditos fiscales para ayudar con el pago de la prima del seguro se vinculan con un Plan de Plata en cada zona geográfica, pero la cobertura de platino u oro puede ser la mejor opción para quienes tienen serios problemas de salud, ya que pagarán más en primas, pero reducirán los gastos colaterales.