Vencer a la geografía
Cerca de 137,5 millones de euros (22.880 millones de pesetas) ha costado comunicar los valles de Buelna e Iguña a través de la A-67, entre obras, expropiaciones e ingeniería. Pero no sólo ha sido dinero. Este tramo, que apenas representa una sexta parte del recorrido de la Autovía de la Meseta por Cantabria, ha provocado más de un quebradero de cabeza a la constructora Sacyr,responsable del trayecto, que ha tenido que superar un enclave geográfico de especial dificultad.
Tres años después de iniciar las obras, y a punto de agotar el plazo que tenían para su ejecución, la adjudicataria acaba de entregar los diez kilómetros de un tramo que parte de Los Corrales de Buelna y atraviesa Cieza y Arenas de Iguña para llegar a Molledo. Su discurrir es casi paralelo a la N-611 de Santander a Palencia, con la que enlaza a través de dos rotondas en forma de diamante, ubicadas en Arenas de Iguña y Santa Cruz de Iguña, en Molledo. Medio kilómetro al sur de esta conexión, el trazado empalmará con el siguiente tramo de la Autovía de la Meseta, Molledo-Pesquera, que se encuentra en obras.
A partir de ahora, los cálculos apuntan a que unos doce mil vehículos (un 13% de ellos, tráfico pesado) circularán por el nuevo tramo en un día laborable normal, de forma que la N-611 quedará prácticamente para el uso de las pocas poblaciones que se encuentran en la zona.
Aunque no se trataba del tramo de máxima dificultad de esta complicada autovía –que será la más cara del país por kilómetro construido– gran parte de su trazado serpentea a lomos de viaductos o se cuela en el macizo montañoso por túneles. Nada menos que dieciocho infraestructuras ha tenido que hacer la UTE Sacyr-Compañía Auxiliar de Voladuras para desafiar al medio natural y, al tiempo, ser respetuosa con él, ya que en el acondicionamiento posterior se han empleado más de dos millones de euros, para tratar de restablecer la riqueza paisajística del espacio que atraviesa la carretera.
Gran dificultad técnica
En la construcción de este tramo, Sacyr-CAV ha necesitado mover más cuatro millones de metros cúbicos de tierras de desmonte, y la morfología del terreno tampoco ha acompañado en estos trabajos, dado que estaba compuesto por roca en un 60%.
La carretera descansa sobre enormes estructuras para poder salvar los desniveles del terreno y, entre todas ellas, destaca el Viaducto de Cieza, una construcción de proporciones colosales presidida por un doble arco de 220 metros de largo y un tablero de más de 11 metros de ancho, que se eleva 85 metros sobre el río Cieza y se acerca a los 142 metros de luz.
No menos llamativo es el Viaducto de Pedrero, de 930 metros de longitud. Gracias a esta espectacular plataforma, la Autovía cruza el valle del mismo nombre y salva el río Llares. A diferencia del anterior, se ha proyectado como un puente de viga continua con una anchura de algo más de ocho metros que llega a multiplicarse por cuatro gracias a un sistema de costillas prefabricadas sobre las que se apoyan las losas laterales del puente.
Para salvar los obstáculos naturales ha hecho falta algo más que pasos elevados. Nada menos que un 33% de la longitud del tramo que va desde Los Corrales de Buelna hasta Molledo discurre por el interior de las montañas, en concreto en dos largos túneles dobles que han atravesado un macizo de argilitas y areniscas.
El túnel que atraviesa el Monte de Gedo, de dos kilómetros y medio, será el más largo de la región, si se exceptúa el nunca utilizado de La Engaña. Quizá por eso, hará que el contiguo túnel de Pedredo, de un kilómetro, pase más desapercibido. Ambos presentan una sección circular de cerca de 13 metros de diámetro, con dos carriles de 3,5 metros, arcenes exteriores de 2,5 metros e interiores de un metro.
Aunque la anchura de la mediana varía a lo largo del trazado, en los túneles alcanza los 26 metros. Por su interior no podrán circular vehículos que rebasen un gálibo de cinco metros de altura.
Sacyr ha ejecutado varias pruebas en las últimas semanas para comprobar los sistemas de seguridad. La inversión en este terreno ha sido muy cuantiosa: 13 millones de euros han permitido dotar a los túneles de mecanismos de eliminación de filtraciones y vertidos, sistemas de extinción de incendios y de detección automática de incidentes y un circuito cerrado de televisión que cubrirá todo su interior, además de las bocas de acceso.
Más cerca de la Meseta
La puesta en servicio de estos 10 kilómetros es un hito más en la carrera de la A-67 hacia la Meseta. El primero fue la inauguración del tramo Torrelavega-Los Corrales de Buelna, en mayo de 2003. El siguiente se produjo en febrero de 2004, al quedar orillado el puerto de Pozazal gracias al nuevo recorrido entre Reinosa y el límite de la provincia con Palencia.
Con los tres trayectos construidos, la Autovía de la Meseta suma ya 40,1 kilómetros de los 62,74 que recorrerá por Cantabria. La culminación está prevista para el verano del 2006 y, para entonces, se habrán empleado unos 500 millones de euros. Por el momento, restan por terminar los difíciles doce kilómetros que unirán Molledo con Pesquera poniendo fin a Las Hoces de Bárcena –iniciados en abril de 2003 y con final previsto en febrero de 2006– y los 8,5 kilómetros que separan Pesquera de Reinosa, que también comenzaron a construirse a principios de 2003 y se entregarán antes de que termine el presente año.
Con la finalización de estos dos complejos tramos –el primero de ellos prácticamente discurrirá sobre viaductos y túneles– se habrá completado un objetivo histórico de la región, con grandes implicaciones en su economía, como ya lo demostró en su día la Autovía del Cantábrico.