CEOE tendrá que contratar a un gerente provisional

Las diferencias internas en la CEOE se han dejado sentir desde el minuto uno y la nueva presidenta, Gema Díaz Real, no lo tendrá mucho más fácil que sus antecesores Alfredo Salcines y Miguel Mirones. El sector que perdió las elecciones por un puñado de votos lo dejó bien claro en la primera Junta Directiva, al enviar nada menos que ocho faxes en los que advertía a la presidenta que la convocatoria no se había realizado con el plazo suficiente de 48 horas, aunque la presidenta mantuvo que era perfectamente correcta según los estatutos de la patronal que no menciona horas sino días (dos).
En cualquier caso, lo importante no parecía el motivo de las diferencias, sino dejar bien sentado que las hay, a tenor del rechazo de la primera medida propuesta por Díaz Real, la de integrar en la Junta a los presidentes de tres comisiones que se han creado en el interior de la CEOE –Santiago Díaz Zavala (Estatutos), Francisco Zunzunegui (Desarrollo Sostenible) y José Fernández (Comercio Exterior)–, aunque eso hubiese dado más peso a los críticos. La propuesta de la presidenta, que finalmente se retiró sin ser votada, iba a producir otro efecto, el de dar más peso en la Junta a las grandes empresas y compensar el excesivo peso que tienen en este órgano las pequeñas asociaciones gremiales.
En el sector crítico se atribuye esa reacción a la decisión de Díaz Real de poner sólo a sus hombres de confianza en el Comité Ejecutivo, en lugar de integrar con el mismo o parecido peso a los representantes de la canditatura perdedora. Un gesto que ya intentó Alfredo Salcines, durante su interinaje, con muy escasos resultados, dado que los enfrentamientos resurgieron en el interior del órgano que gobierna el día a día de la patronal.
Una vez designado un Comité compuesto exclusivamente por hombres de su confianza, los posibles encontronazos de Díaz Real con lo que se autodenominó la Tercera Vía sólo se producirán cada dos meses en la Junta Directiva, en la que también se sientan unos 70 representantes de las asociaciones sectoriales y donde confluyen muchos intereses contrapuestos como para saber si se apoyará o no al Comité Ejecutivo.

Un gerente provisional

Pero en la marcha diaria hay otro problema más incómodo. La decisión del juez de declarar nulo el despido del secretario general, Yves Díaz de Villegas, al considerar que fue una represalia por sus denuncias, ha provocado una situación de interinidad muy compleja de resolver. Aunque el Comité Ejecutivo ha recurrido la sentencia, con el argumento de que es imposible tener una relación de confianza con quien hizo unas gravísimas denuncias públicas que luego no fueron probadas, tendrá que decidir si contrata un gerente mientras se resuelve el recurso o continúa sin nadie en el cargo, tal como ha estado en el último año.
Fuentes cercanas a la nueva dirección dan por segura el fichaje de un gerente, aunque sea con carácter provisional, para evitar que la propia presidenta tenga que haga esta labor o se cree una sensación de desgobierno.
A pesar de que los estatutos de la CEOE dejan las tareas ejecutivas en manos del secretario general, hay algunas patronales regionales que cuentan con un gerente, aunque en ninguna se da una situación semejante a la que vive la de Cantabria. La flexibilidad estatutaria, en cualquier caso, es la suficiente para que durante el último año la patronal cántabra haya podido subsistir sin secretario general, asumiendo el presidente las tareas ejecutivas, aunque Salcines descargó buena parte de estas responsabilidades sobre los hombros de un hombre de la casa, Gregorio Fuentecilla.

Una plantilla sobredimensionada

La CEOE cántabra ha de enfrentarse en los próximos meses a varios problemas de calado que se han ido aplazando. El primero de ellos es la excesiva dimensión que adquirió la plantilla durante el mandato de Mirones (se acerca a las 60 personas), lo que resulta imposible de justificar ahora que la recesión económica ha reducido notablemente los ingresos por las cuotas de las empresas y probablemente caigan también los obtenidos por subvenciones públicas y cursos de formación. El propio Mirones ya sugirió en su momento la posibilidad de externalizar algunos servicios para, al menos, ganar en flexibilidad, aunque era evidente que también buscaba una reducción de costes.
El hecho de que la CEOE siga teniendo una posición financiera muy sólida, gracias a la liquidez acumulada en los años anteriores, hace que el ajuste de personal no sea una necesidad urgente, pero sí inevitable.
Otro de los problemas heredados es la legalización del edificio de Campogiro que suscitó parte de las denuncias de Díaz de Villegas. Aparentemente, es un problema irresoluble, dado que es muy difícil encajar en las ordenanzas urbanísticas la costosa reforma que se hizo, pero las circunstancias han cambiado lo bastante en poco tiempo como para que eso haya dejado de ser una preocupación para el nuevo Comité Ejecutivo.
El edificio se arrendó y se transformó en un centro de formación deprisa y corriendo, porque la CEOE corría el riesgo de perder los fondos de formación dirigidos al sector de la construcción que venía manejando, ya que no tenía un centro homologado donde poder realizarlos. Con la vuelta a la patronal de la Asociación de Constructores y Promotores, Campogiro ya no es necesario, puesto que ese mismo papel lo cumple la Fundación Laboral de la Construcción. La nueva presidenta, en realidad, sólo tendrá que buscar la mejor manera de dar carpetazo al edificio, negociando con los propietarios la rescisión.

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