Astander recupera la libertad de construir

Recuperar una dimensión del negocio amputada por decisión administrativa es, sin duda, una buena noticia. Pero puede llegar tarde. Eso le ha pasado a Astander con la capacidad para volver a construir barcos, cercenada hace algo más de una década cuando España, como otros países comunitarios, se vio obligada a hacer concesiones en este sentido para resolver el exceso de capacidad de los astilleros de la Unión Europea.
El plazo de restricción ha vencido, pero para Astander la posibilidad de volver a construir buques, y no sólo para transformarlos, llega cuando ha logrado afianzarse en el mercado de la reforma de barcos, impulsado por la industria petrolera que opera sobre plataformas marinas off-shore. La remodelación de buques de todo tipo para dedicarlos a la prospección de nuevos yacimientos o de apoyo a esas plataformas petrolíferas se ha convertido en un floreciente mercado para Astander, ante la urgencia de las compañías petroleras en contar cuanto antes con esos medios. Un barco nuevo requiere una espera de tres años desde el encargo hasta la botadura, mientras que la transformación de otro ya en uso es cuestión de meses.
Astander ha logrado hacerse un hueco en ese competido sector, en el que, dada la complejidad que pueden alcanzar los trabajos de reforma, la cuantía de algunos contratos llega superar en importe a la construcción de barcos nuevos. La especialización que ha alcanzado y el esfuerzo invertido en abrirse paso en un sector que tan buenos rendimientos da, hace que el astillero no se plantee hacer uso de la libertad de construcción recuperada y descarte, por el momento, abordar esa actividad.
Competir en el mercado de las nuevas construcciones requería, por otra parte, cuantiosas inversiones para adecuar los diques del astillero a esa nueva función y la feroz competencia de los países asiáticos sigue teniendo un efecto disuasorio a la hora de aventurarse en un desembolso semejante.