Olvidados de las economías emergentes

La apertura de la economía de Cantabria al exterior es una realidad que no deja de consolidarse año tras año. No en balde, España se ha situado entre los quince primeros países del mundo en volumen de intercambios comerciales. Pero incluso en ese contexto tan favorable de crecimiento económico, Cantabria fue el pasado año una de las regiones más dinámicas en su comercio exterior, con cifras que superaron la media nacional. Las exportaciones de las empresas cántabras sobrepasaron por primera vez la barrera de los dos mil millones de euros y crecieron un 9,7%, tres puntos por encima de la media de las regiones españolas, que se situó en el 6,8%. Diferencias más acusadas se han dado en las importaciones, que experimentaron un incremento del 17,6%, casi nueve puntos más que el conjunto del país.
Estas cifras reflejan el creciente peso del comercio exterior en la economía regional, cuya tasa de apertura –la suma de exportaciones e importaciones con relación al PIB– ha aumentado cuatro puntos en los últimos tres años y se sitúa ya en el 37%.
El mérito es aún mayor si se tiene en cuenta que se ha logrado en un contexto poco favorable, con una fuerte revalorización de la moneda europea frente al dólar, en mínimos históricos, y un repunte de la inflación en nuestro país que resta competitividad a los productos que fabricamos.

De la subcontratación a los bienes de consumo

Para llegar a este punto, las empresas de Cantabria han recorrido un largo camino de modernización y apertura al exterior. Hace una veintena de años, la internacionalización de nuestra economía se limitaba a un puñado de grandes empresas, filiales en muchos casos de multinacionales que contaban con centros de producción en Cantabria. A su vez, el potente sector de empresas metalúrgicas que actúan como subcontratistas para la automoción estaba limitado a moverse en una zona geográfica que no iba más allá de Europa, donde se ubican sus clientes.
Sin embargo, en estas dos décadas ha aparecido en el tejido industrial de la región un sector de fabricantes de bienes de consumo que han logrado llegar a escenarios geográficos muy variados, probablemente porque, al tratarse de producto acabado, puede viajar con más facilidad a cualquier punto del globo.
A pesar de esta pequeña apertura a nuevos mercados, las empresas de Cantabria adolecen de un mal común a la economía española: la excesiva concentración de su clientela exterior en el ámbito europeo. Más del 70% de las exportaciones cántabras van a parar a países de la Unión Europea y, especialmente, a Alemania, Francia e Italia. Esto significa que nuestra economía es tan competitiva como para vender en un mercado tan exigente como el europeo, pero señala también la carencia de estrategias para penetrar en otros mercados con un gran potencial, como los de los países en vías de crecimiento. Las empresas de Cantabria están ausentes o son irrelevantes en la mayoría de las catorce economías mundiales que más crecen como mercados, entre ellas China, India, Indonesia, Rusia o los Emiratos Arabes.
Uno de los objetivos de la Cámara de Comercio de Cantabria a la hora de planificar las misiones comerciales de este año es, precisamente, aproximar a nuestras empresas a esos escenarios en los que todavía no tienen presencia y a algunas economías desarrolladas, pero geográficamente lejanas, como Australia o Nueva Zelanda, incluso, a Canadá y Estados Unidos, ya que el país más poderoso del mundo continúa siendo una asignatura pendiente para nuestras compañías. Para tender un puente de acceso, la Cámara de Comercio está preparando una base logística en California, a través de acuerdos con consultorías, empresas locales y una universidad de aquel estado.
El objetivo es promover la presencia cántabra en una zona que, por afinidades lingüísticas, puede ser más accesible para un empresario español. De hecho, uno de nuestros grandes hándicaps, sobre todo en el caso de las pymes, sigue siendo el desconocimiento del inglés, que es la lengua franca de los negocios. Esta barrera idiomática hace que los esfuerzos exportadores se dirijan prioritariamente hacia países castellanohablantes, dando por perdidas las oportunidades de negocio en otros ámbitos.
También, y por primera vez en la historia más reciente, el continente africano puede ser un destino interesante para las empresas cántabras. Países como Ghana y Nigeria se han situado en una senda de crecimiento que puede ser aprovechable como destino de nuestras exportaciones.
El balance exterior de Cantabria el pasado ejercicio apunta que el empresariado local empieza a prestar atención a esos escenarios emergentes. En 2007 se ha notado un notable repunte de las exportaciones hacia Finlandia, Noruega, Brasil, Chile, Polonia y Eslovenia, es decir, hacia los países nórdicos y los emergentes o recién integrados en la Unión Europea, que por ese motivo se han convertido en un mercado natural para nuestros productos.

Crece la importación de bienes de equipo

A pesar de las señales de desaceleración que empieza a emitir la economía española, con el motor de la construcción en caída libre, en las importaciones realizadas el pasado año por las empresas de la región destaca el crecimiento experimentado por los bienes de equipo, un 23,5% en relación al año anterior. En concreto, la maquinaria para industria aumentó un 38%, lo que ha sido interpretado por el consejero de Economía, Ángel Agudo, como una señal de confianza de los empresarios cántabros en el futuro, a pesar de la sensación de crisis que se ha extendido coincidiendo con la campaña electoral.
Aunque el balance anual sea tan esperanzador, las entidades financieras sí que han constatado una ralentización de las inversiones en bienes de equipo a partir del cuarto trimestre, que puede responder a las incertidumbres que comienzan a pesar sobre nuestra economía.
Otro dato resaltable, aunque su peso relativo en el comercio exterior cántabro es todavía bajo, es el crecimiento de las exportaciones agroalimentarias, que el pasado año crecieron un 16%. También es destacable el alza experimentado por las semimanufacturas, sobre todo el alambrón de acero y los cables, que ha experimentado un aumento de casi el 40%.

Profesionalizar el comercio exterior

Tan importante como la vitalidad que reflejan estas cifras, es el cambio experimentado por los empresarios cántabros en su percepción de la importancia que tiene el comercio exterior. Los empresarios, aunque no todos lo practiquen, han interiorizado la idea de que asomarse a otros mercados es la mejor manera de asegurar el futuro de sus negocios. Y no necesariamente para vender o comprar: “La gente viaja para ver” –señala el secretario general de la Cámara de Comercio de Cantabria, Antonio Mazarrasa–. “El objetivo fundamental es observar; vender vendrá después. Primero hay que saber si puedes vender o puedes comprar, o si tienes que cambiar de producto, que también es bueno conocerlo”, añade Mazarrasa.
La puesta al día en procesos de fabricación, en nuevos productos o en innovaciones que todavía no han llegado a España es otro de los grandes argumentos para salir al exterior. Este enfoque es el que aplica la Cámara de Comercio a la hora de organizar misiones comerciales como la que este mes va a llevar a un grupo de empresarios cántabros del sector de la madera a Oregón, donde se celebra la feria de la industria forestal más importante del mundo. En esa visita, los empresarios de ACEMM (la patronal de la madera) tendrán ocasión de familiarizarse con los últimos avances del sector, desde la explotación de los montes a los procesos industriales de trasformación o al reciclaje de residuos.
Un conocimiento que puede ser el germen de futuros negocios o de la mejora de los actuales, y que forma parte de ese aprendizaje necesario para competir en una economía globalizada que borra muy deprisa las fronteras, tanto que la diferencia entre el mercado interior y el exterior empieza a ser tan sólo una cuestión de logística.

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