Puerta de Hierro: una fábrica de banderas con sello cántabro

La empresa de tercera generación produce en Raos cerca de 30.000 banderas al año

La ONU reconoce 193 países. Cada uno de ellos tiene su bandera, un signo histórico de unidad que nació en Asia varios siglos antes de la era cristiana. No solo hay banderas para agrupar a las personas de un mismo territorio, sino también militares, náuticas, estandartes, de entidades públicas, empresas, equipos deportivos y hasta de colectivos sociales. Para todos estos destinatarios trabaja Banderas Puerta de Hierro, una empresa nacida en 1978 y cuyas instalaciones se encuentran en Raos, donde fabrica cerca de 30.000 al año. Un trabajo artesano y de calidad, según su gerente, Tamara Terán.


Uno de los atributos de un país para considerarse como tal, es tener su propia bandera. Pero no solo los países. En España hay otras 19 oficiales de comunidades autónomas y la tienen muchos de los más de 8.000 municipios. Militares, náuticas, deportivas, empresariales, de colectivos… Una situación de la que se favorece Banderas Puerta de Hierro, una empresa familiar de tercera generación que está situada en el polígono de Raos.

Es sus instalaciones se suceden las máquinas estampadoras, las planchas que utilizan para transferir los diseños, cortadoras, mesas de costura, rollos de tela y papel, y, por supuesto, banderas terminadas.

Una empresa pionera

Manuel Terán era el dueño de una mueblería de Heras llamada Puerta de Hierro. Un día, quiso darle más notoriedad a su negocio, resaltando su ubicación con varias banderas propias pero no encontró en la región una empresa que se las fabricara.

En realidad, apenas había en el país empresas dedicadas a este producto, y las existentes solo aceptaban encargos más voluminosos. Ante estas circunstancias, decidió estudiar cómo producirlas él mismo y decidió abrir la fábrica que, pocos años después, heredó su hijo, Gabriel Terán.

En 2019,  Tamara Terán, la tercera generación, accedió a la dirección de la empresa. Las primeras gestiones en el cargo de esta licenciada en Administración y Dirección de Empresas fueron crear una página web para su compañía, con tienda online, y, después, posicionarla en los buscadores. “Antes, los clientes venían a nosotros. Desde la crisis de 2008, ha habido un declive, por lo que mi objetivo es darnos a conocer y ampliar nuestra red de comercialización”, explica.

Uno de los empleados de la Banderas Puerta de Hierro utilizando la plancha que permite trasladar los colores e imágenes del papel a la tela.

No obstante, todos los pasos son cautelosos: “En este sector se vende mucho a través de distribuidor, lo que, en cierto modo, nos impide publicitarnos, porque no queremos pisar el trabajo de nadie”.

Los primeros clientes de Puerta de Hierro fueron ayuntamientos de todo el país y algunas grandes cadenas hoteleras. Con el tiempo, la clientela fue adiversificándose, pero los encargos institucionales siguen siendo los más habituales. De hecho, ha fabricado la bandera más grande y comentada de la región, la que el Ayuntamiento de Santander colocó en la rotonda de Puertochico, de 70 metros cuadrados.

Además de las banderas clásicas de exterior, de todo tipo de medidas, la empresa tiene otros productos muy populares, como las de sobremesa, las banderolas e incluso los photocalls para eventos.

Proceso artesanal

Con el paso de los años, el número de fábricas de banderas ha crecido. Actualmente, existen en España cerca de una decena, repartidas entre Madrid, Cataluña, Andalucía y Valencia. Terán destaca que la mayor parte de ellas realizan sus banderas mediante impresión textil, mientras que en Puerta de Hierro se sigue usando la técnica que usaba su abuelo: por transferencia desde papel.

Tras recibir o realizar el diseño, se imprime en papel. Esta impresión se lleva, junto a la tela blanca donde irá transferida, a la máquina de estampación. Gracias a sus más de 180ºC de temperatura, en cuatro minutos ese diseño queda fijado en la tela.

El siguiente paso es comprobar que se ha plasmado correctamente. Pero sigue siendo una tela hasta que pasa al taller de confección, donde se corta y cose, convirtiéndose en una bandera.

Dos empleados de Banderas Puerta de Hierro preparan una impresión en papel sobre la tela en la que se estampará.

Aunque esta forma de trabajo es artesanal les permite ser extremadamente ágiles. “Atendemos pedidos incluso en el propio día”. “Es algo que aprecian nuestros clientes”, añade.

Las banderas de la empresa cántabra son de poliéster, por norma general, un material que “coge bien los colores de la impresión”, aunque disponen de una extensa variedad de tejidos que se utilizan en función del producto deseado. “Depende de si el cliente quiere que sea o no opaco, que pase o no el agua…”, concreta Terán. Se utiliza el raso para el artículo de interior –banderas de sobremesa o despacho–; canvás para estandartes, photocalls o pancartas de farolas; tejidos plastificados para algunos roll-ups…

“Nuestro cliente mira mucho la calidad y quiere banderas buenas y duraderas”, recalca, y añade que la vida media de sus banderas en el exterior es de alrededor de un año, aunque en muchas ocasiones duran dos y tres en perfecto estado. Todo depende del lugar donde se coloquen y las adversidades meteorológicas a las que esté expuesta.

Crisis y modas

La empresa, que actualmente cuenta con nueve trabajadores, vivió su momento álgido justo antes de la crisis de 2008, cuando llegó a facturar un millón de euros. Ahora esa cifra ha disminuido sensiblemente.

Basta ver los balcones para constatar que cada vez son más quienes lucen unas u otras banderas, pero su presencia en ese mercado es pequeña, ya que en su mayoría son productos de baja calidad y procedencia china. Esta desviación de la demanda también ha influido sobre algunos productores nacionales, que tratan de hacerse un hueco “y prefieren reducir la calidad o incluso importar de China para poder rebajar precio y competir con el producto asiático”, se lamenta la gerente de Puerta de Hierro.

“Como ocurre con otros productos, comprar una bandera de baja calidad, además de dar mala impresión, significa tener que renovarla antes, lo que finalmente sale más caro”, asegura Terán, cuya dedicación le lleva permanentemente a fijarse en cuándo una bandera está mal impresa o no luce los colores adecuados.

Resulta curioso comprobar cómo se mueve la demanda de banderas en función de los acontecimientos, desde algunos eventos deportivos como a la guerra de Ucrania. La empresa de Raos reconoce que, desde que empezó, son muchos los metros que han hecho de esta bandera azul y amarilla. Pero, a la vez, las ventas se ven afectadas por las crisis.

En los peores momentos del covid, la empresa vio cómo disminuían todos sus pedidos, especialmente los de hoteles y eventos, sectores que tuvieron que paralizar su actividad; pero también los institucionales, que son una gran parte de su negocio.

La crisis de materiales tampoco pasa de puntillas por la fábrica cántabra. “El hilo, que viene de China, se ha encarecido mucho. Y aunque compramos los tejidos en España, los acabados requieren gas, que también se ha disparado”, explica la gerente. Los mástiles para las banderas son de acero inoxidable y aluminio, dos materiales que también han visto incrementados sus precios.

Puerta de Hierro tiene clientes repartidos por toda la geografía nacional pero Terán sabe que su producto es “muy específico”, y entre los objetivos que se ha marcado al mando de la empresa familiar se encuentran alcanzar una mayor relevancia en Internet y ampliar su red de distribución, para que la compañía que fundó su abuelo continúe su andadura.

María Quintana

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