El confinamiento impulsó la banda ancha de Netcan en el mundo rural

Su internet por ondas de radio se extenderá ahora a los Valles Pasiegos y a la cuenca del Nansa

El confinamiento ha disparado el uso de Internet y ha dejado aún más aisladas a las zonas donde no llega o lo hace a duras penas. En parte de ellas, lo ha resuelto ya la operadora cántabra NetCan, que está llevando la banda ancha a municipios con poca población, como Valderredible, Campoo de Enmedio o San Roque de Riomiera, a través de conexiones inalámbricas por ondas. Durante esta crisis ha registrado un aumento de los tráficos en un 160% y la llegada de nueva clientela que necesitaba urgentemente internet para teletrabajar desde casa o para que sus hijos siguiesen las clases online. Gracias a un sistema barato y ágil (basta una parabólica para tener de inmediato una conexión de 30 Mb) esta compañía se propone acabar con la brecha digital que padecen las pequeñas poblaciones y algunos municipios enteros.


El coronavirus ha puesto sobre la mesa una realidad difícil de rebatir. El entorno rural es menos vulnerable que el urbano ante la aparición de una pandemia  como la de la Covid-19 y los pueblos son lugares cada vez más atractivos para vivir o trabajar, pero siempre que tengan un Internet de banda ancha, algo que resulta más imprescindible aún para aquellos que tienen un negocio o están pensando en abrirlo.

La operadora cántabra NetCan percibió pronto esa necesidad y está extendiendo por el medio rural de toda la región una red inalámbrica que puede resultar decisiva para ayudar a corregir el despoblamiento rural, un fenómeno que parecía irrevocable antes del estado de alarma y ahora no tanto.

Una de las antenas de NetCan está emplazada en el Monumento al Indiano, de Peña Cabarga.

La escasa población de estos lugares hace que hayan quedado al margen de las infraestructuras de las grandes operadoras, porque el volumen de negocio que pueden aportar no justifica las inversiones requeridas. Netcan, en cambio, puede aprovechar ese nicho de mercado al utilizar una tecnología mucho más barata y mucho más sencilla de instalar: un parque de antenas emisoras bien orientadas y una parabólica en el domicilio del cliente. Eso evita costosas infraestructuras y agiliza enormemente la cobertura de muchas zonas.

Con unas inversiones modestas (el año pasado empleó 250.000 euros y para este tiene previsto un presupuesto semejante), Netcan ya ha facilitado el acceso a la banda ancha a municipios como Ruente, Cabuérniga, Los Tojos y Corvera de Toranzo, donde viven alrededor de 15.500 personas. Anteriormente había actuado en Campoo de Enmedio y Valderredible y entre sus objetivos inmediatos están Saro, San Roque de Riomiera y Arredondo, donde ha comenzado a instalar sus torres el 1 de junio.

Fernando Gaspar, gerente de la empresa cántabra, tiene en cartera 16 proyectos para dar cobertura en todo el territorio de los Valles Pasiegos y la zona del Nansa. “En ese momento tendremos cubierto el 90% de la superficie cántabra”, explica Gaspar.

Tecnología inalámbrica

El objetivo de NetCan es mejorar la conectividad en las zonas en las que Internet es deficiente o no llega, y garantizar una conexión de 30 MB, la mínima fijada por la Agenda Digital Europea.

Para ello, utiliza tecnología inalámbrica basada en radioenlaces, ondas de radio que van de punto a punto o punto multipunto. Con ellos puede ofrecer Internet de alta velocidad en pequeños núcleos, en áreas de muy baja población o en aquellos lugares donde la orografía es compleja (pueblos hundidos en pequeños valles donde se pierde la conexión de las operadoras convencionales. En resumen, todas aquellas áreas que no están atendidas por otras compañías o lo hacen de forma insuficiente, lo que provoca quejas permanentes de los vecinos por no poder disponer de internet o estar sometidos a una navegabilidad muy deficiente.

Fernando Gaspar considera que su tecnología de radio es “la única rentable” para facilitar el acceso a Internet en esas zonas con escasa población. Según el gerente de NetCan, el coste de llegar con fibra óptica a estos entornos es de unos 1.000 euros por conexión, “mientras que a nosotros, la cobertura de Valderredible nos ha costado 50 euros por vecino”, compara.

Su operadora garantiza a sus clientes particulares que la velocidad de servicio será, como mínimo, el 60% de lo contratado (el 90% en el caso de empresas), a diferencia de lo que ocurre con otros proveedores, ya que por ley solo están obligados a ofrecer el 10% de la velocidad contratada. De este modo, si un cliente paga por 100MB, la compañía cumple con proporcionar únicamente 10. “Nuestras conexiones son más profesionales, cobramos por lo que damos”, enfatiza Gaspar.

Consumo intensivo

Radioenlace de NetCan en Reocín.

El 60% de los clientes de NetCan son pequeñas empresas, la mayoría de ellas negocios de ocio y hostelería. “Tenemos de clientes a campings, escuelas de surf y hoteles en sitios paradisíacos a los que, de otro modo, nunca les llegaría una conexión”.

El hecho de que el sector hotelero ­–uno de los más perjudicados por el estado de alarma– sea una fuente de ingresos importante para NetCan parece una mala noticia para la operadora cántabra. Sin embargo, durante el confinamiento ha experimentado un aumentado del tráfico del 160% en comparación con los días previos a la cuarentena, muy por encima del incremento del 40% que se ha producido en el ámbito nacional.

La crisis sanitaria, a la vez, le ha aportado nuevos clientes particulares, personas que necesitaban teletrabajar desde sus domicilios y familias con estudiantes que debían continuar el curso de forma online.

NetCan cuenta con una plantilla de 18 trabajadores, entre operarios dedicados a la instalación de antenas, comerciales y personal administrativo. Tenía previsto incorporar a tres becarios para seguir acometiendo el despliegue de banda ancha por la región pero las restricciones del Gobierno central lo imposibilitan. “Lo necesitábamos como el comer, y después hubiesen pasado a contrato”, lamenta Gaspar.

Eso no impide que sus proyectos sigan adelante, contribuyendo a disipar la brecha digital que separa a los habitantes de los grandes núcleos, que tienen Internet de alta velocidad, y quienes por vivir en zonas de baja densidad de población no podían disponer de una conexión o la tenían desesperantemente lenta.                        

David Pérez

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