Cobra adquiere el proyecto Hidrocaleras para almacenar energía con agua de mar

La inversión para la primera central reversible de Europa que utilice agua de mar será de 85 millones

La empresa de infraestructuras Cobra, que va a ser vendida por ACS a la multinacional francesa Vinci, se ha convertido en accionista mayoritario del proyecto Hidrocaleras, una central hidroeléctrica reversible que se construirá en los terrenos de una antigua mina de hierro de Mioño (Castro Urdiales). Se trata de una iniciativa pionera en Europa, y prácticamente en el mundo, por utilizar agua de mar.


Una de las razones por las que en España se han instalado pocas centrales reversibles es la dificultad para encontrar un lugar con agua abundante para  esta tarea, que requiere dos embalses para su exclusivo uso:uno superior, del que se deja caer el agua en horas punta (por lo general, de día) para generar energía eléctrica y otro inferior, que recibe ese agua. Una vez completada esa transferencia, el agua es bombeada cuando baja el precio de la energía hasta el embalse de origen.

Esta tarea, aparentemente tan absurda, adquiere una lógica aplastante cuando se comprueba el brusco descenso del consumo de electricidad de noche crea un problema en el sistema eléctrico nacional, que requiere un permanente equilibrio entre oferta y demanda. Con la electricidad no hay trampas:no se puede consumir más de lo que se produce pero tampoco se puede producir más de lo que se consume, porque la red no lo soportaría

El cuenco de la antigua mina, un espacio sin uso que nunca fue regenerado, ahora serviría como embalse superior. El inferior sería el propio mar, que se encuentra a poco más de un kilómetro, como puede verse en la ortofoto inferior. La zona sombreada es el espacio que ocuparía el embalse.

La energía eléctrica, que no es almacenable en grandes cantidades, se transforma en energía potencial utilizando para ello grandes masas de agua. Aprovechando su caída por gravedad, ese agua devuelve en las turbinas alrededor de dos terceras partes de la que se consume al bombearla de noche. Incluso con ese margen de ineficiencia, es económicamente justificable, ya que al entrar en el mercado en momentos de demanda punta, esa electricidad se paga a un precio mucho más caro que la que consume cuando es muy excedentaria. Con ese diferencial se puede cubrir suficientemente la pérdida de energía en el proceso.

Lo que no alcanza es para amortizar la inversión inicial y, por ese motivo, el proyecto aspira a obtener una parte de los fondos europeos que lleguen a Cantabria. Tiene ya la bendición del Gobierno regional, decisiva para que se lleve a cabo. El hecho de que Cobra, filial de ACS para el sector de las infraestructuras hidráulicas, haya pasado a ser accionista mayoritario del proyecto parece apuntar en la misma dirección. Hasta ahora, los accionistas eran un grupo de ingenieros de caminos (que conservarán una participación) y la propia Cobra.

Un salto de agua subterráneo

La repotenciación de la central de Aguayo que pretende llevar a cabo Repsol es una buena muestra de las expectativas que genera el almacenamiento de energía, en un escenario de fortísimo crecimiento de la generación eólica y la fotovoltaica, que necesitan este tipo de centrales para guardar su producción en las horas en que no hay consumo suficiente. Lo que no se había intentado nunca es resolver ese problema de almacenamiento de energía con agua de mar. El proyecto de Hidrocaleras no tiene precedentes en Europa y comporta un cierto riesgo, porque aún no está suficientemente testada en la práctica la capacidad de una instalación de este tipo para afrontar el carácter fuertemente corrosivo que tiene el agua del mar, por las sales disueltas.

Esquema longitudinal del proyecto de Hidrocaleras en Mioño.

Frente a este inconveniente, que los proyectistas están convencidos de superar, el resto solo son ventajas. Mientras que el resto requieren dos embalses, ésta solo necesita uno, ya que el inferior es sustituido por el mar. Allí puede disponer de agua de forma ilimitada; además, se encuentra cerca de un gran centro de consumo, como Bilbao, y prácticamente no crea afecciones al medio ambiente, porque va a utilizar para el embalse superior el vaso de una vieja mina agotada, y la tubería para la captación del agua del mar (y para la turbinación en el camino de vuelta) discurrirá por un túnel subterráneo de 1.260 metros de longitud que desembocará en un punto de la costa cercado a la fábrica Derivados del Flúor.

La diferencia de cota en tan poca distancia es de 260 metros, lo que indica que se trata de una zona muy abrupta y especialmente propicia para un proyecto de este tipo.

De hecho, este emplazamiento no ha causado las habituales protestas de los ambientalistas o los vecinos porque se trata de un área muy degradada que el proyecto mejorará.

El objetivo es conseguir una potencia de 50 Mw, con la que se puede abastecer de electricidad una ciudad de tamaño medio, aunque es preciso tener en cuenta que una central de este tipo no puede producir indefinidamente.  Por lo general, no serán más de diez horas al día, el tiempo que tarde en agotarse el agua del embalse superior.

La inversión prevista por Hidrocaleras es de 85 millones de euros, y durante los dos años y medio de construcción trabajarán en este proyecto unas 250 personas, pero los promotores han dado especial relevancia a la importancia social del proyecto, al convertir a Cantabria en pionera de un negocio perfectamente escalable y de muy amplio recorrido, ya que da racionalidad al sistema eléctrico, asegurando el suministro en horas punta, y cumple los objetivos que se ha fijado la Unión Europea, desde el impulso a la innovación a la descarbonización de la economía.

Este tipo de centrales reversibles son un complemento muy eficaz de los aerogeneradores, que pueden funcionar día y noche, mientras haya viento, sin consumo del recurso. No tiene sentido que queden fuera de servicio de madrugada por falta de demanda eléctrica cuando, de poder almacenarse esa energía limpia podría sustituir a que durante el día no puede obtenerse con renovables, como la producida con gas, fuel o carbón, materias primas que, además, de contaminar, son caras y han de ser importadas.

Esta necesidad se acrecentará en el momento en que empiecen a implantarse los parques eólicos marinos –una perspectiva cada vez más cercana– que, sin limitaciones de tamaño, dispararán la producción renovable.

Una larga tramitación

El proyecto estima que la gestión de la planta requerirá 30 puestos de trabajo directos y otros tantos indirectos. En la foto, el único precedente, una central que Japón construyó hace dos décadas en Okinawa.

Este tipo de centrales son un recurso estratégico para los gestores del sistema eléctrico, que sacan cada día a subasta la generación que prevén que España va a necesitar al día siguiente. Pero hay muchas circunstancias que pueden alterar esta previsión sobre el consumo, y el sistema eléctrico ha de echar mano en ese momento de aquellas centrales que puedan arrancarse casi instantáneamente, como las hidráulicas o las reversibles (que también son, básicamente, hidráulicas). Ni las nucleares pueden despertar de una hora para otra (por lo general funcionan de manera ininterrumpida hasta que es necesario recargar el combustible) ni los aerogeneradores pueden producir si no hay viento o los parques solares cuando no hay sol.

El principal problema de este tipo de centrales es la larguísima tramitación que requieren, no menos de diez años, hasta superar todos los pasos administrativos. Un recorrido que Hidrocaleras ya tiene prácticamente hecho, porque el proyecto comenzó a gestarse a comienzos de la pasada década. En su caso, además, ha sido ha sido relativamente sencillo, al no haber prácticamente afecciones paisajísticas.

Tanto esas circunstancias como el utilizar agua de mar, un recurso que no ha de disputarse con nadie, han facilitado un proceso administrativo casi imposible de superar en otro lugar. Basta ver que en lo que va de siglo, no se ha construido ninguna central hidroeléctrica nueva en España.

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