Tecnología cántabra para el tiro deportivo

Víctor Pardo ha diseñado un software para controlar las competiciones y gestionar clubes y federaciones

Hay quienes ven el tiro olímpico como una disciplina deportiva y quienes lo consideran el pretexto perfecto para que personas agresivas puedan utilizar armas de fuego. El emprendedor cántabro Víctor Pardo, que desarrolla programas de gestión para federaciones y clubes de tiro olímpico, asegura que la imagen que tiene la sociedad sobre los campos de tiro está muy alejada de la realidad. Pardo insiste en que son entornos extremadamente seguros regidos por una normativa muy exigente para los tiradores, cuya tenencia de armas solo es posible si cuentan con una licencia expendida por la Guardia Civil que acredita sus plenas facultades físicas y psicológicas.


Los amantes de la fotografía saben que en el proceso de inmortalizar un instante intervienen muchas más variables que la de pulsar el disparador. La perspectiva, el encuadre, la luz y la simetría son algunas de ellas. En el tiro olímpico, un deporte al que el imaginario colectivo siempre le ha atribuido una fuerte connotación bélica, sucede algo parecido.

Apretar el gatillo de un arma de fuego no garantiza en absoluto que el disparo dé en el centro de la diana. Entran en juego elementos como la respiración, la concentración y el foco en el momento. “El tiro olímpico se parece bastante más al yoga de lo que la gente cree”, opina Víctor Pardo, un emprendedor cántabro que ha convertido su afición por este deporte en Ridon, una empresa especializada en el desarrollo de plataformas digitales para federaciones y clubes de tiro olímpico, ubicada en La Albericia.

Se trata de un deporte minoritario, un poco más conocido desde que este verano una pareja española se alzó con una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio.

Un grupo de tiradores participan en una competición en un campo de tiro situado en Granada antes de la pandemia.

También es poco dado a los cambios. Según Pardo, muchas entidades de tiro olímpico son reticentes a modificar su metodología tradicional de trabajo y las puntuaciones que consiguen los deportistas en los campos de tiro todavía siguen registrándose a mano después de un cálculo mental, lo que da lugar a errores y polémicas.

En una competición, que suele durar aproximadamente una hora, un tirador puede realizar 60 disparos, y son 13 los participantes que suelen disputar una prueba. Al frente hay siempre dos árbitros, supervisando lo que acontece. Uno de ellos se encarga de anotar las puntuaciones en una hoja de papel y los datos se introducen posteriormente en una hoja Excel para obtener el acta definitiva.

Clasificación provisional en tiempo real

El programa informático que ha desarrollado Pardo y su equipo no solo hace ese recuento, también permite llevar a cabo todo tipo de tareas administrativas, como la gestión de socios, la de certificados, ventas de munición, recibos y remesas bancarias.

La plataforma de Ridon es también un sistema de puntuación digital que permite introducir los datos desde un ordenador o tablet y, a partir de la información recopilada, elabora en tiempo real una clasificación provisional que se puede visualizar en pantallas.

Varios deportistas en el Campeonato de España de Foso Universal.
FOTOS: REAL FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE TIRO.

De esta manera, los tiradores pueden saber en todo momento cuál es su posición con respecto a sus competidores. Hasta ahora debían esperar al término de la competición, cuando los árbitros dan a conocer los resultados.

Ridon tiene una versión gratuita, cuyas funcionalidades están limitadas y otra de pago. En este caso, cobra unos 60 céntimos por tirador federado, aunque ahora hay un descuento del 50%. “Una federación de 500 socios paga 170 euros al mes”, explica Víctor.

Numerosos estudios estiman que la vida media de cualquier software es de cinco años pero el impulsor de Ridon cree que la de su plataforma será mucho mayor, por la ausencia de alternativas en el mercado.

Antes de implementar esta solución tecnológica ‘made in’ Cantabria, la Federación Española de Tiro Olímpico llevaba más de veinte años utilizando otro programa. “Cuando inicié mi proyecto, me centré en las carencias que tenía esa plataforma para desarrollar una más eficiente”, explica.

Su primer trabajo fue para una entidad asturiana. Tras la renovación en la presidencia, el nuevo cargo se interesó por un programa de gestión más eficaz y Víctor se ofreció a resolverlo.

Luego, en su intento de conseguir más clientes por el territorio nacional para el software que había desarrollado, comprobó de primera mano las dificultades de algunas federaciones y clubes para entender las ventajas de Ridon. “Es un programa de gestión. Aparentemente no cambia nada pero mejora tu forma de trabajar. Es una optimización de los procesos internos”, expone.

El responsable de la compañía asegura que su equipo busca constatemente la manera de añadir más funcionalidades a la plataforma. “Hacemos actualizaciones semanales de seguridad y otras cosas. Algunas son tan pequeñas que no son perceptibles para el usuario”, detalla.

En estos momentos, usa su software una docena de federaciones y clubes, una cifra que espera aumentar sustancialmente ya que se han registrado alrededor de 2.200 personas interesadas en su plataforma.

Además de lo que factura por las suscripciones, Ridon también obtiene ingresos por el desarrollo de webs para clubes de tiro, federaciones y armerías, ya que la presencia en Internet de muchos de ellos es escasa o nula y las personas que quieren introducirse en el mundo del tiro deportivo tienen problemas para localizarles.


Un deporte muy controlado

Los campos de tiro poco o nada tienen que ver con los que aparecen en las películas de acción americanas. Tampoco está ajustada a la realidad la idea de que quienes se interesan por el tiro deportivo son personas predispuestas a la violencia o con escaso autocontrol.

La media de edad de los practicantes de tiro olímpico en España es de 40 años, aunque se pueden encontrar niños de seis o siete años y ancianos sosteniendo una pistola. En cualquier caso, gran parte de los federados a este deporte son personas que han realizado el servicio militar y no se han resignado a dejar de alimentar su pasión por las armas. Víctor Pardo compara su situación con la de otras disciplinas deportivas más aceptadas y populares. “Si una vez jugué al fútbol y me gustó, ¿por qué debería colgar las botas?”, plantea el emprendedor Víctor Pardo.

Normativa restrictiva

La polémica siempre ha acompañado a este deporte como una sombra, ya que, según Pardo, el manejo de armas de fuego “no está muy bien visto en la sociedad”. El propietario de la empresa tecnológica considera que existe mucha normativa en torno al tiro olímpico y los tiradores son los primeros interesados en que se cumpla: “Si uno de ellos hace una locura, este deporte se acaba”, expone.

Las dianas no tienen forma de silueta humana, sino circular o en su defecto, hexagonal

Víctor recuerda que en el tiro olímpico es imposible encontrar una sola diana con el más mínimo parecido a una silueta humana. Solo pueden tener forma circular o hexagonal, y los participantes no pueden visitar un campo de tiro vestidos con indumentaria táctica. Han de hacerlo con ropa deportiva. “Esto no es la simulación de un entrenamiento militar”, recalca el responsable de Ridon.

Está terminantemente prohibido realizar un disparo con un ángulo superior a 90 grados e incluso apuntar con un arma, aunque esté descargada. Entre las muchas modalidades deportivas que hay en el tiro olímpico, Pardo recuerda una en la que el tirador tiene que moverse y disparar contra el mayor número de dianas posible. “Si al correr y mover los brazos llegas a apuntar a tu cuerpo, quedas descalificado”, comenta para ejemplificar que “el nivel de seguridad es extremo. A la mínima que te salgas de la normativa, te tocan el hombro y se acabó”.

Licencias

El medio millar de federados de tiro olímpico que hay en Cantabria y los cerca de 50.000 repartidos por el país tienen algo en común más allá de su afición por las armas de fuego, su licencia para poder poseer una.

Para adquirir y utilizar un arma, es necesario asociarse a un campo de tiro y obtener las licencias pertinentes. Los aficionados a este deporte realizan varias pruebas, tanto teóricas como prácticas y psíquicas, para conseguir la licencia E, la correspondiente a tiro deportivo y caza. “No puedes comprarte un arma y ponerte a disparar sin más”, explica.

La Guardia Civil se encarga de llevar un registro de todos los poseedores de armas con sus datos personales y un control de todas sus acciones. De hecho, los tiradores están en la obligación de notificar cualquier adquisición o venta de un arma. “La gente que tiene armas está súpercontrolada”, manifiesta.

¿Cómo iniciarse?

Una vez las autoridades competentes han comprobado que el tirador está en perfectas condiciones para utilizar un arma, ya puede plantearse comprar una. Para ello, puede dirigirse a una armería o recurrir a su federación autonómica. También puede alquilar una en su campo de tiro.

Pardo recomienda a los nuevos tiradores comprarse su propia pistola o escopeta, ya que las armas alquiladas pasan por varios deportistas y cada uno la adapta a su gusto. “Si me cambian las miras, me han cambiado el arma”, resume.

El mercado ofrece una gran variedad de armas de fuego con precios que van desde los 300 euros hasta los 5.000 o 6.000. Algo parecido sucede con las de perdigón. Las de alto nivel rondan los 2.000 euros, las que califica como “Ferraris del tiro olímpico”.

Tras esta inversión, los gastos relacionados con la práctica de este deporte se moderan. Un paquete de 50 balas –las necesarias para disputar una competición– vale entre seis y siete euros; en el caso de perdigones, el importe es todavía menor, puesto que 500 unidades cuestan tres o cuatro euros.

Los agentes de la Guardia Civil y la Policía reconocidos como tiradores de alto rendimiento, tienen la posibilidad de consumir munición sin coste alguno debido a que sus departamentos especiales de tiro se la subvencionan.

Un deporte aún minoritario

El tiro olímpico sigue siendo un deporte minoritario y su práctica es desigual en todo el territorio nacional. Un solo club de Barcelona con 3.000 socios tiene tantos federados como toda la federación asturiana y seis veces más que la cántabra.

La presencia de mujeres en tiro olímpico todavía es escasa, pero aumenta entre los jóvenes. En la categoría senior, el 90% de los federados son hombres, pero el 30% de los tiradores jóvenes son mujeres. De hecho, Pardo reconoce que algunas tiradoras tienen tan buena precisión que se han convertido en deportistas de élite. “Cuando una mujer practica tiro olímpico, lo hace con mucha más pasión y dedicación que un hombre”, sostiene.

A día de hoy, los cántabros solo pueden hacer uso de su pistola en dos campos de tiro. Uno de ellos es el de la Federación Cántabra de Tiro Olímpico, junto a la Playa de Los Peligros, y el otro, de carácter privado, se encuentra en Hazas de Cesto.

En un mismo torneo pueden llegar a competir entre 40 y 50 personas. Por ahora, solo existen categorías en función de la edad y no del nivel de cada tirador, por lo que pueden coincidir en una misma competición deportistas amateur y profesionales. No hay suficientes federados como para establecer varias divisiones. Por ello, espera que la digitalización extienda y mejore la reputación de este deporte y el tiro olímpico cautive cada vez a más españoles.    


David Pérez

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