El fin de una época… o no

‘Yo veo esta tierra con grandes proyectos y un gran futuro. La pena es tener 80 años”. Revilla cerraba así su intervención en el Círculo Empresarial Cantabria Económica, demostrando que 24 años de vicepresidente y presidente no se le han hecho largos. También hubiese seguido Modesto Piñeiro en la Cámara de Comercio, después de presidirla en los últimos 25 años. Cargos tan dilatados parecen insólitos en tiempos tan cambiantes pero el mundo está lleno de paradojas, con gobernantes que nacieron cuando ni siquiera eran imaginables internet o las redes sociales. Revilla nació mucho antes, incluso, que la televisión, lo cual no le ha resultado un obstáculo para utilizarla como nadie, pero hay que reconocer que esta pervivencia es anómala. Hemos pasado de tener líderes de 40 años a tenerlos de 80 en un mundo mucho más complejo.

Las elecciones siempre son inciertas pero nunca como las de este año que cierra una legislatura en la que ha habido desde una guerra a una pandemia. No ha sido fácil de gestionar, hay un cansancio general y puede ocurrir que todo siga igual… o que todo sea absolutamente distinto. Lo único seguro es que, esta vez sí, serán las últimas de Miguel Ángel Revilla. Pero también puede ser la última de cada uno de sus rivales, que tienen la mitad de años.

Todo depende de unos pocos votos, los que le den entrada o no al tándem Podemos+IU. Sin ellos, es posible que regionalistas y socialistas no consigan sumar los 18 diputados que dan la mayoría absoluta en Cantabria y el poder pase a manos de PP y Vox.

Hasta aquí, lo ya sabido. Pero cuando este partido se juega en varios campos a la vez, como en los finales de liga, lo que ocurra en unos puede condicionar el triunfo o el descenso de otros y lo que suceda a partir de las 8.00 de la tarde del 28 de mayo puede ser histórico en Cantabria: Una derrota de regionalistas y socialistas que pondría fin a las carreras políticas de Revilla y Zuloaga, y por fin consolidaría la de Sainz de Buruaga. En cambio, si suman para gobernar, ese resultado se llevará por delante a la actual presidenta de los populares cántabros.

Como es probable que tampoco en Santander Gema Igual obtenga la mayoría, el encaje final en uno y otro campo puede deparar muchas sorpresas. El hecho de que el PRC haya dado libertad absoluta a sus candidatos municipales para pactar invita a pensar que veremos alianzas imprevistas y los pactos de la capital pueden condicionar lo que pase en el Gobierno. Aunque Revilla esté muy cómodo con el PSOE, esta vez entran en juego demasiados factores: De no sumar para gobernar, el PP no aceptaría nunca que Buruaga apoyase con Revilla para ser vicepresidenta… a no ser que necesitase a los regionalistas para conservar la alcaldía de Santander. Porque volver a perder el Gobierno sería muy duro para los populares, pero perder también Santander, la única capital española en la que lleva gobernando 44 años seguidos, sería una catástrofe. En un segundo escenario, si Revilla tiene menos votos que el PSOE, como dice el CIS de Tezanos, tampoco sería fácil para Zuloaga hacerle presidente, algo que los suyos criticaron a sus predecesoras en el partido. Las piezas que estén dispuestos a ceder cada fuerza política en esta partida de ajedrez no solo pueden decidir Santander y el Gobierno, también pueden provocar la jubilación inmediata del dirigente del PRC (si no consigue la presidencia) o la jubilación política anticipada de Buruaga.

En cualquier caso, el PRC no tiene tan malas perspectivas como indica el CIS, porque la inercia municipal le ayuda a reducir el desgaste de Revilla que reflejan las encuestas y Piña garantiza una base sólida de votos en Santander, donde corría el riesgo de perder más que en la región. Y lo que ocurra en la ciudad es una incógnita. Aunque Gema Igual recolectará muchos de los votos de Ciudadanos, no hay que olvidar que en 2019 retuvo la alcaldía por apenas 200 sufragios y el conflicto de la limpieza la ha desgastado más que el no tener Presupuestos ni Plan General o no haber aprovechado el dinero del Ministerio para la cubrición de las estaciones.

El riesgo es para todos, pero si el PP no consigue desplazar al actual Gobierno regional y pierde Santander, se quedaría sin ningún poder en una región en la que llegó a controlarlo todo. Un vuelco que nadie hubiese podido imaginar cuando estuvo a punto de destruir al PRC –que se quedó con solo dos diputados– y en ese caso sería Revilla quien se iría de la política habiendo destruido al PP local.

Ganen unos u otros, estas elecciones van a marcar la puerta de salida para muchos de los políticos que hemos conocido hasta ahora.

Alberto Ibáñez

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