‘Cantabria es el lugar ideal para cualquier estudio poblacional de salud’

Marcos López Hoyos y Javier Crespo

En plena pandemia, Cantabria vio nacer el proyecto de investigación biomédica más importante de su historia, la Cohorte Cantabria. La iniciativa se marcó como objetivo conocer el efecto de un gran número de factores sobre la salud de la población y se fijó la ambiciosa meta de captar 50.000 voluntarios. Tres años después, supera los 34.500, una cifra que la coloca entre las mayores del mundo y que, según dos de sus impulsores, los doctores Marcos López Hoyos y Javier Crespo, asombra en los ámbitos científicos y crea grandes expectativas. Ambos desgranaron en el Círculo Empresarial de Cantabria Económica el potencial de esa investigación para aportar terapias futuras, pero también va a servir para que las empresas TIC cántabras, que colaborarán en el análisis de esos datos, entren en el jugoso mercado de la investigación sociosanitaria.


El célebre filósofo británico Francis Bacon dijo que el conocimiento es poder, una afirmación que si en su época tenía sentido, ahora mucho más. Los sistemas públicos de sanidad generan una cantidad ingente de datos, pero para adecuarla en pos de una mejor calidad asistencial es indispensable contar con la ayuda de la tecnología. Lo saben bien Javier Crespo, jefe del Servicio de Digestivo de Valdecilla, y Marcos López Hoyos, jefe de Inmunología del mismo hospital y director científico del Instituto de Investigación Valdecilla (Idival).

Ambos son impulsores, aunque no los únicos, de la Cohorte Cantabria, una iniciativa que surgió hace tres años en el Idival para comprender por qué se producen las enfermedades agudas y crónicas en la población cántabra, una meta especialmente ambiciosa si se tiene en cuenta que la muestra de voluntarios que se han fijado para llevar el proyecto a buen puerto asciende a 50.000 personas de entre 40 y 70 años, es decir, el 20% de los residentes de la comunidad autónoma en esa franja de edad.

En la última edición del Círculo Empresarial de Cantabria Económica –celebrada en la nueva sede territorial del Banco Santander y en colaboración con el Clúster Tera y el Grupo Derwent–, López Hoyos reveló que “los profesionales que hemos trabajado en Medicina siempre hemos dicho que Cantabria es el nicho ideal para cualquier estudio de salud”.

La respuesta ciudadana a estos estudios no suele pasar del 10%. En Cantabria está siendo del 52%

Los ponentes pusieron dos datos que lo confirman sobre la mesa: la Cohorte ya dispone de más de 34.500 voluntarios, y la tasa de cántabros que aceptan la invitación a colaborar tras una llamada a su domicilio es del 52%. “Es un porcentaje espectacular”, constató Marcos López Hoyos. “Habitualmente, las tasas de éxito oscilan entre el 10% y el 15%. Ese es el poder de la sanidad y la Medicina en Cantabria. La población confía en Valdecilla y en los sistemas sanitarios públicos. Eso nos da valor”.

La pandemia fue el desencadenante. En esos momentos de gran tensión asistencial, los sanitarios se vieron obligados a sumar esfuerzos para encarar una ola tras otra. La campaña de vacunación contra el coronavirus, que comenzó a finales de 2020, les dio pie a creer que ese contacto más directo con grandes masas de población podría ayudarles a captar usuarios para construir una cohorte con pocos precedentes en el mundo. “Es un sueño que siempre tuvimos”, remarcó el inmunólogo.

Al año de arrancar, el robot Jano fue puesto a disposición de la iniciativa. El asistente telefónico ideado por la empresa Idrus Soluciones, empezó a reclutar cántabros como voluntarios para Cohorte Cantabria, la misma labor que realizó previamente para que la vacuna contra el Covid llegase al mayor número posible de ciudadanos.

Datos ingentes

A los tres años de ponerse en marcha, la Cohorte Cantabria ya se puede dar por seguro que alcanzará los 50.000 voluntarios, un número que sorprende en cuantas reuniones científicas se pone de relieve. Además de las muestras orgánicas de sangre y tejidos, los participantes facilitan datos relacionados con su salud y hábitos de vida (actividad física, consumo de tabaco y alcohol…), con su trabajo, formación, ingresos o características de su vivienda.

La información se complementa con otras de registros oficiales, como la Historia Clínica, la receta electrónica, la Seguridad Social, el catastro e Instituto Nacional de Estadística. “Todos los datos están anonimizados y por lo tanto, nosotros no sabemos a quiénes corresponden”, matizó Crespo.

Asistentes al último encuentro del Círculo Empresarial de Cantabria Económica, celebrado en la nueva sede territorial del Banco Santander, en el palacete del antiguo Banco Mercantil, un edificio recién rehabilitado que pudieron conocer.

Para tomar conciencia del volumen de datos que se desprende de una investigación de estas características, el jefe de Inmunología puso como ejemplo a Valdecilla. “Nuestro hospital genera en un solo día muchos más datos que cualquier compañía aérea en un año”, y añadió que el fin último de Cohorte Cantabria es impulsar la medicina de precisión, la preventiva y participativa, pero también fomentar los tratamientos individualizados, porque “no todas las patologías son iguales en todo el mundo” y “hay individualidades que se deben conocer”.

Por su parte, Javier Crespo anotó que la Cohorte es “muy ambiciosa”, pero aclaró que su futuro depende del apoyo que reciba por parte de las instituciones públicas y del ámbito privado. “Es un proyecto a largo plazo. Para que la planta germine, necesita abono, pero no solo durante una temporada. Los resultados se empiezan a conocer entre el quinto y décimo año”, explicó.

JAVIER CRESPO: ‘Tendríamos que ir a por los 500.000 voluntarios’

López Hoyos advirtió que la pretensión no es comparar un dato con otro – por ejemplo, el porcentaje de grasa corporal promedio de hombres y mujeres– sino cruzar más de 1.300 variables distintas, y para ello es esencial trabajar de manera conjunta con empresas tecnológicas como las que forman parte del Clúster Tera, encargadas de sacar todo el jugo a esos datos. “Hace seis meses constituimos una Comisión de Salud Digital que nos ha permitido firmar un acuerdo con el Idival, a través de la Consejería de Salud, para ayudarnos a sacar información de las muestras”, explicó Roberto García, vicepresidente de TERA.

Javier Crespo se dirigió al comité directivo del Clúster para pedir que sus empresas cooperen casi desinteresadamente en los primeros proyectos, comprometiéndose a contar con ellas cuando la Cohorte vaya obteniendo financiación para llevarlos a cabo. “Es un proyecto vivo que necesita el cariño de la población”, trasladó y sugirió contactar con las empresas farmacéuticas para aprovechar su gran capacidad financiera, “convenciéndolas de que este proyecto puede ayudar a la industria”.


La importancia que tiene una cohorte para la salud mundial

La Cohorte Cantabria deparará una ingente base de datos sobre la influencia en la salud del estilo de vida, la formación académica y los aspectos socioeconómicos, una información obtenida tanto en el momento en que se hacen los análisis biológicos como de forma periódica.

Las certezas que se obtengan darán pie a las terapias del mañana. Y tanto por el tamaño de la Cohorte Cantabria, una de las mayores del mundo, como por las circunstancia sociales de la comunidad, que permiten convertirla en un pequeño laboratorio, puede ser una referencia para muchísimas otras investigaciones. Un ejemplo es lo ocurrido con la Cohorte Framingham, de Estados Unidos.

En Framingham, una pequeña ciudad de 70.000 habitantes de Massachussets se puso en marcha en 1948 una cohorte para estudiar los factores de riesgo cardiovasculares, con la participación inicial de 5.209 mujeres y hombres sanos de entre 30 y 62. A día de hoy, ya se ha incluido a la tercera generación.

En ese momento, la población de EE UU vivía un momento de especial confianza en el futuro, porque se había logrado el control de las enfermedades infecciosas gracias tanto a las medidas de saneamiento como a la mejora de las condiciones de vida y la aparición de los antibióticos. Pero uno de cada tres varones padecía una enfermedad cardiovascular antes de cumplir los 60. Su prevalencia doblaba a la del cáncer y ya era la primera causa de muerte en el país.

Gracias a la Cohorte Framingham, hoy nadie puede discutir muchos factores de riesgo cardiaco

No se había avanzado sobre las causas de la enfermedad cardiovascular ni había tratamientos eficaces. Los métodos de investigación tradicional, basados en el laboratorio y la clínica no habían producido frutos y, por tanto, había que buscar otros, como la prevención. Pero antes era necesario saber cuáles eran los factores desencadenantes o coadyuvantes y de ahí nació el Estudio Framingham, para determinar cómo surgía la enfermedad, explorar su comportamiento e identificar variables que se relacionasen con su desarrollo.

Los resultados científicos que ha deparado desde entonces son extraordinarios, al aportar al mundo certezas que ya nadie puede discutir. He aquí algunas de ellas, ordenadas por los años en que se constataron empíricamente con este estudio en que el han participado hasta hoy unas diez mil personas:

1960 Se demuestra que el hábito tabáquico se relaciona con un aumento del riesgo de padecer patología cardiaca. Hasta ese momento, las denuncias contra las compañías tabaqueras habían resultado todas fallidas por falta de pruebas científicas.

Toma de muestras de voluntarios de la Cohorte Cantabria.

1961. Se comprueba que el nivel de colesterol, la presión arterial y las alteraciones en el electrocardiograma se relacionan con un aumento del riesgo de padecer patología cardiaca.

1967 Algo que hoy parece evidente tuvo que esperar hasta ese año para constatarse: La actividad física se relaciona con una disminución del riesgo de patología cardiaca, mientras que la obesidad incrementa dicho riesgo.

1970. La hipertensión arterial se relaciona con un aumento del riesgo de padecer un accidente vascular cerebral. Asimismo, la fibrilación auricular se vincula a un riesgo cinco veces superior a la media de padecerlo.

1976. Se comprueba que la menopausia incrementa el riesgo de patologías cardiacas en las mujeres.

1978. Se sabe que los factores psicológicos influyen en las enfermedades cardiacas.

1988. Queda probado que los niveles elevados de colesterol HDL reducen el riesgo de mortalidad.

Años 90. Se constata que el aumento del tamaño del ventrículo izquierdo del corazón  incrementa el riesgo de accidente vascular cerebral.

Se publica el Framingham Risk Score, que predice el riesgo futuro de padecer episodios de enfermedad coronaria en los siguientes diez años. A la edad de 40 años, el riesgo es del 50% en los hombres y del 33% en las mujeres.

Años 2000. La llamada «presión arterial normal-alta» incrementa el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular.

El riesgo de desarrollar presión arterial elevada a lo largo de la vida es del 90%.

La obesidad es un factor de riesgo para la insuficiencia cardiaca.

Los niveles de aldosterona en suero predicen el riesgo de padecer niveles elevados de tensión arterial.

Los contactos sociales de las personas son un factor relevante en la presencia de obesidad, así como el hecho de si un fumador decide o no dejar el hábito tabáquico.

El riesgo de disminución de la memoria se incrementa en hombres y mujeres de edad media si los padres padecieron demencia.


Un polo de innovación

El equipo de la Cohorte Cantabria se ubica en el Pabellón 20 del Hospital Valdecilla, un lugar estratégico dado que el Idival y el Biobanco Valdecilla, donde se almacenan las muestras biológicas de los participantes, están a menos de medio kilómetro de distancia, lo que facilita la logística y la operabilidad del trabajo investigador.

López Hoyos hizo un primer balance de lo ocurrido hasta ahora en la Cohorte, que ya permite considerarla un modelo de éxito mundial, por las dimensiones del estudio y por la respuesta que está teniendo entre la población, aunque no en todos los municipios se da el mismo porcentaje de participación. Camargo, Bezana y Santander ha captado más voluntarios, proporcionalmente, por la proximidad a la sede de la Cohorte, mientras que no resulta fácil tenerlos en los más alejados, ni se pueden mantener equipos desplazados a esas zonas. “Nos encantaría tener instalaciones en Liébana, pero la logística se complicaría bastante”, reconoció.

El director Territorial del Banco Santander, Manuel Iturbe, dio la bienvenida a los asistentes.

Javier Crespo se mostró convencido de que es posible seguir recreciendo el proyecto y propuso la antigua Residencia Cantabria como emplazamiento futuro. En su opinión, sería el escenario ideal para colaboraciones con empresas tecnológicas y para atraer financiaciones públicas y privadas.

En esas instalaciones podrían desarrollarse proyectos que se harían íntegramente en Cantabria, sin tener por qué recurrir a compañías extranjeras. “Ahora estamos trabajando en una iniciativa con un cliente europeo, en la que se coloca unos implantes a los participantes para medir a diario los niveles de azúcar, frecuencia cardíaca y otros parámetros. Esos datos se transfieren automáticamente a la historia electrónica. Esto es algo que podría haberse realizado aquí”, lamenta.

El jefe de Digestivo añadió que otra buena forma de colaborar con la Cohorte es proporcionar ideas para desarrollar proyectos de investigación ya que es un material de trabajo susceptible de muchos abordajes distintos: “¿Por qué no intentar que la Cohorte sea un foco de atracción para jóvenes estudiantes que quieran hacer pruebas de doctorado o de máster?”, aportó como ejemplo.

Prueba del interés que suscita, incluso más allá de las fronteras europeas, es el convenio de colaboración firmado con una empresa americana para proporcionar la secuenciación exómica de los voluntarios, un estudio sobre mutaciones en genes que en ciertos casos provocan enfermedades como el cáncer.

Hay laboratorios que van a financiar un estudio con datos de la Cohorte que costará más de 10 millones

Su coste estará entre los 10 y los 15 millones de euros y aunque Cantabria no tendrá que hacer un desembolso económico, deberá realizar una cesión parcial de los datos recopilados. “No obstante, los resultados que obtengan gracias a nuestros datos, tienen que volver a nosotros para mejorar nuestra Cohorte”, confirmó Javier Crespo.

Los participantes en la Cohorte se mueven por generosidad, ya que tienen claro que al proporcionar sus datos actúan en beneficio de la salud colectiva y no de la suya personal o la de su entorno más cercano.

No obstante, algunas de las conclusiones que se obtengan en la investigación sí pueden tener un impacto directo sobre la salud de la población más cercana, como lo demuestra la cohorte que se impulsó hace unos años para erradicar la Hepatitis C en la región. Antes de realizar el cribado poblacional, la prevalencia de infección por ese virus en Cantabria era de 0,6 casos por cada cien habitantes. “Gracias a esta estrategia, el porcentaje disminuyó en 20 veces. Ahora estamos en el 0,03%, el límite para considerar que la enfermedad está eliminada desde el punto de vista de salud pública”, recordó Crespo.

Si se detecta un problema de salud grave en los participantes, también se le advierte al afectado pero matizó que Cohorte Cantabria “no sustituye a una consulta ni a un examen médico”.

A medida que se acerca el objetivo de los 50.000 voluntarios que se había establecido desde el principio, Javier Crespo cree que las aspiraciones de Cohorte Cantabria deberían ir mucho más allá de esa cifra. “En lugar de 50.000, tendríamos que ir a por los 500.000 habitantes. Tenemos que convencernos de que este proyecto será bueno para nuestros hijos”.

David Pérez

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