SONIA CARRILLO, GUARDERÍA EL CRUCERITO: ‘No se puede meter a los niños en burbujas’

Los niños han sido los otros héroes de esta pandemia por su capacidad para adaptarse como si no hubiera pasado nada. Pero, todavía se desconocen los efectos que pueda tener sobre muchos de ellos el aislamiento social, la falta de ejercicio o el miedo de sus padres ante el contagio. En este sentido, guarderías y centros infantiles como El Crucerito, en Revilla de Camargo, están realizando un gran esfuerzo para que puedan seguir creciendo a partir del contacto con iguales y del cariño. No lo tienen fácil porque, además de tener que cumplir con las rigurosas medidas anticovid, ahora acuden bastantes menos niños, porque sus padres están en paro o teletrabajando.


P.- ¿Cómo vivieron el confinamiento de marzo?

Sonia Carrillo, propietaria de El Crucerito.- Estuvimos cerrados hasta junio, pero mantuvimos un contacto diario con los padres a través de la página web y las redes sociales. Hacíamos actividades y vídeos con frecuencia para mostrarlos en internet y así mantenernos unidos y no perder el vínculo. Es un centro familiar y el contacto con los padres es muy cercano porque sabemos que nos están dejando al cuidado de su valor más preciado.

P.- ¿Y qué tal han ido las cosas desde la reapertura?

R.- Al principio, teníamos un poco de miedo y, sobre todo, de incertidumbre por no saber cómo iban a responder las familias tras la aplicación de las nuevas medidas frente al covid. Pero, al final, te acostumbras a la situación y, afortunadamente, no hemos tenido ningún caso. Al centro solo entramos los trabajadores y los niños, que llevan un calzado especial; estamos limpiando todo el rato; pasamos más tiempo en la calle… En definitiva, han cambiado las actividades y la propia vida es distinta pero los niños vienen muy contentos al centro y son los que mejor se adaptan a las nuevas rutinas.

P.- ¿Han podido mantener un número de niños similar al que tenían antes?

R. No, estamos trabajando a la mitad porque algunos niños se han ido al colegio y otros se han quedado en casa con padres que están en paro o teletrabajando. También hay familias que, tras el covid, no han querido mandar a sus hijos ni al colegio, ni a la guardería, por miedo. De hecho, me consta que algunas guarderías han tenido que cerrar pero nosotros nos mantenemos, aunque sea a un ritmo distinto al que teníamos en febrero y sin poder reincorporar a dos trabajadores porque no tenemos grupo para todos.

P.- ¿Hay muchos padres que han dado de baja a sus hijos su temor al contagio? 

R.- Hemos tenido de todo, también lo contrario. Niños que no asisten al colegio porque sus padres consideran que allí tienen mayor riesgo y la guardería les permite conciliar mejor su vida laboral y familiar. Yo respeto las opiniones de todos, pero creo que los niños tienen que seguir yendo al colegio, lo mismo que los adultos al trabajo. La vida sigue y tenemos que seguir trabajando.

P.- ¿Qué mensaje le daría usted a esos padres?

R.- Los entiendo, pero les diría que los niños necesitan estar con iguales. No basta con ir al parque, deben convivir con otros niños sin estar presentes sus padres. No se les puede meter en burbujas porque tenemos que ser fuertes y seguir haciendo nuestra vida ‘a pesar de’. Lo mismo que los adultos necesitamos salir de casa y airearnos, los niños también deben tener un mundo donde poder compartir sus vivencias personales, ser independientes y tener autonomía.

P.- Hace tiempo que se habla de los devastadores efectos que podría tener esta pandemia sobre los más pequeños…

R.- Lo que se aprende desde los cero hasta los seis años es lo más importante de la vida: todo lo que hayan tocado, visto, experimentado… Y muchos de estos niños pandémicos no van a poder desarrollar una buena autoestima porque se les está negando todo. Se están perdiendo cosas como socializar con otros iguales, compartir con ellos. La situación es dura para todos, pero no se puede abandonar a los niños y las necesidades que tienen.

P.- ¿Por qué cree que a los niños se les ha abandonado más que a otros colectivos?

R.- Las instituciones no se han acordado lo suficiente de ellos. Ha faltado equilibrio entre las necesidades de las distintas partes de la población. Cuando empezó el desconfinamiento, los niños fueron los últimos y lo siguen siendo. Por ejemplo, con la suspensión del deporte infantil hasta los 18 años. Al principio dijeron que tenían mayor posibilidad de contagiar el virus pero ha quedado probado que no es así.

P.- ¿A niños tan pequeños como los que acuden a su centro se les puede negar un abrazo?

R.- No, no se puede aplicar el distanciamiento social. Necesitan abrazos y besos para su desarrollo. Yo llevo desde junio trabajando muchas horas en contacto con ellos y aquí estoy, a ninguno nos ha pasado nada. Los padres que traen a sus hijos aquí lo entienden y lo aceptan porque el contacto es necesario.

P.- ¿Y cómo les ha afectado que lleven mascarilla?

R.- Pensábamos que no nos iban a conocer, pero nos relacionamos de la misma manera. Lo bueno es que los niños tienen una gran capacidad para adaptarse y desarrollar herramientas para seguir adelante. Ellos se comportan como si no pasara nada. Son los que nos dan ejemplo, lo tengo comprobado.

P.- ¿Cuánto hace que puso en marcha El Crucerito?

R.- Hace siete años. Había estudiado Educación Infantil y Especial pero me casé joven y, como tenía deseos de ser madre, estuve cuidando de mis tres hijos. Siempre tuve la ilusión de tener una guardería así que, en 2013, cuando surgió la oportunidad de un local cerca de mi casa, me decidí con el apoyo de mi marido. Emprender de cero es difícil, pero soy una persona tenaz y comprometida y eso genera confianza. Los dos primeros años fueron duros porque tuvimos que trabajar muchas horas con pocos niños y sin ingresos suficientes para los gastos que conlleva. Pero tuve fe y esperé hasta que las cosas empezaron a ir bien. Y hasta ahora, cuando la pandemia ha puesto un paréntesis. Los niños son algo vocacional e innato. Yo me dedico a cuidar de los niños de los demás como si fueran los propios.

P.- ¿Qué distingue su centro infantil?

R.- Sobre todo, las instalaciones, que no encajan con el concepto de guardería en una casa o en un piso. El Crucerito es como un colegio en una sola planta. Muy espacioso, con diferentes aulas, pasillos, comedor, una zona de ludoteca, instalaciones creativas… Además, es muy luminoso, no está abarrotado de juguetes y estanterías y todo está adaptado a la altura de los niños para que puedan ser totalmente autónomos. También nos diferenciamos por seguir el Método Montessori y trabajar la vida práctica y sensorial de los niños, el lenguaje, las matemáticas, la música, la psicomotricidad… de una forma más abierta, a través del ensayo error, sin necesidad de que un adulto tenga que corregirlos si se equivocan.

P.- ¿Qué expectativas tiene para los próximos meses?

R.- Me preocupa la situación, por no saber hasta cuándo vamos a estar así y las consecuencias sanitarias y económicas que todo esto pueda tener. Son contratiempos con los que no contaba. Pero, dentro de lo que cabe, seguimos trabajando y esto no me va a hacer abandonar. Sigo pensando que mi centro es lo mejor que puedo ofrecer y que los niños están como en su segunda casa. Me motiva levantarme para estar con ellos y que aprendan. Además, la satisfacción que tengo con las familias no se paga con dinero. Llego a casa cansada, pero con un buen trabajo hecho porque los padres están tranquilos.

Patricia San Vicente

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