Jesús de Mateo ‘Tuli’: ‘La hostelería se va a recuperar pronto’

“Cosa que me comentan, cosa que me gustaría hacer. Con estas sencillas palabras explica Jesús de Mateo, más conocido como Tuli, su espíritu emprendedor y ganas de progresar desde niño. Con 13 años recogía cartón y, tras compaginar su trabajo de comercial con el de camarero en bodas, acabó dirigiendo un pub, al que pronto le siguieron varios más. Actualmente es propietario del Palacio de Arce y de los locales ‘Carpe Diem’, ‘New Century’ y ‘La Factoría’, en la Plaza Roja de Torrelavega. También se encarga del catering en el Racing de Santander. El COVID-19 se lo ha puesto difícil, como a todo su gremio, pero ve el futuro con optimismo gracias a su especialización en bodas y reuniones de empresa.


P.- ¿Cuándo y por qué decidió ponerse al frente del hotel restaurante Palacio de Arce?

R.- Fue el 8 de enero de este año y lo cogimos con mucha ilusión. Lo primero que hice fue fichar a una persona muy importante para el proyecto, mi socio Manuel Céspedes, y empezamos a funcionar muy bien. Al principio, no tuvimos la sensación de hotel porque solo llenábamos los fines de semana, a la espera de que llegara Semana Santa. Y lo que vino fue el COVID-19. Reabrimos el 12 de mayo y nos centramos en la terraza. Nos dimos cuenta de que el sitio era menos conocido de lo que pensábamos y, hoy en día, estamos muy contentos por todas las posibilidades que le vemos al negocio.

P.- El Palacio de Arce había pasado por otras manos ¿Qué va a definir su etapa?

R.- Lo más importante para nosotros, y lo que mejor está funcionando, son los eventos privados, gracias al gran equipo que tengo a mi lado. Algunos ya trabajaban conmigo desde hace tiempo, pero a otros los he conocido en el hotel y he tenido mucha suerte porque son muy buenos profesionales. A la gente le gustan las instalaciones, el entorno y, sobre todo, el trato que les ofrecemos y que les hace sentir muy a gusto. ¡Ahora nos está desbordando el trabajo!

P.- Es curioso que ocurra esto en una época en la que se cancelan tantos eventos y bodas…

R.- Es cierto que ha habido anulaciones pero tenemos muchas expectativas puestas en la celebración de eventos privados en cuanto la situación vaya mejorando. A muchas parejas les atrae la posibilidad de disponer del edificio entero para celebrar bodas de hasta 130 personas y también tenemos un txoko para unas 25 o 30. Mi mujer, Raquel Domínguez, es la que se encarga de todo: desde buscar una iglesia para los novios hasta conseguir el coche, la música y hasta los fuegos artificiales. Suelen recurrir a ella personas que viven fuera de la comunidad pero quieren casarse u organizar un evento aquí. Tiene mucha experiencia y les da un trato personalizado, por lo que suelen quedar muy agradecidos. 

P.- Usted se encarga también del catering en el Racing de Santander ¿Es diferente el servicio cuando hablamos de fútbol?

P.- Lo que tiene el Racing de Santander es que abre muchas puertas. El fútbol es una gran pantalla, una bola de nieve que se va haciendo más grande y va ganando velocidad… En ese sentido, me siento muy agradecido al Grupo Pitma por la confianza que han depositado en mí. Ahora está todo parado pero me encargo de todos los bares interiores del campo, de la cafetería del box y del palco, y de dar los desayunos y comidas a los futbolistas en las instalaciones Nando Yosu de La Albericia.

P.- Es también propietario de céntricos pubs de moda de Torrelavega…

R.- Sí, del ‘Carpe Diem’, del ‘New Century’ y de ‘La Factoría’, en la Plaza Roja de Torrelavega.  Durante una época de mi vida fui comercial y decidí coger un pub. Por el día me ponía el traje y la corbata y por la noche atendía el local. Y, al mismo tiempo, trabajaba como camarero en bodas, con la chaqueta y la pajarita. Ahí descubrí que la gente te trata distinto según vayas vestido de una u otra forma. Empecé con un pub; al año siguiente tenía otro y continué de comercial hasta que tuve tres.

P. Ha demostrado ser una persona muy emprendedora ¿Es algo innato?

R.- Sí, siempre me ha picado el gusanillo de hacer cosas y, como no estudié, empecé a trabajar desde muy pronto de camarero. Yo suelo decir que “soy un camarero con inquietudes”. Comencé en un hotel de Puente Viesgo, lo que para otros sería un lujo dentro de esta profesión, pero yo no quería tener ese tipo de vida solo por un buen sueldo. Con 18 años ya tenía una discoteca junto a dos socios en Puente Nansa y notaba que necesitaba más. Quizá la explicación está en mi origen. Vengo de una familia humilde y tuve que madurar pronto y ser más responsable debido a la enfermedad de mi padre. Era hijo único y mi madre siempre me hizo partícipe de la economía de la casa. Aunque nunca me faltó de nada, con 13 años ya recogía cartón con un amigo, porque necesitaba más dinero.

P. De haber podido elegir. ¿Habría enfocado su futuro por otros caminos?

R.- Ser camarero no era mi pasión pero, como dejé de estudiar y quería independencia económica, opté por la hostelería. Lo que más me gusta es la posibilidad que me brinda este sector de conocer gente y de hacer negocios. Nunca me ha parecido aburrido ir a trabajar y me considero afortunado por poder hacer lo que me gusta. Tengo claro que no valdría para estar en una fábrica o en una oficina.

P.- A raíz del COVID-19, su colectivo ha sido uno de los más afectados. ¿Cómo ha vivido usted la pandemia?

R. Ha sido un cambio fuerte, pero hace años tuve un problema de salud y algún que otro fracaso en los negocios, así que esto del coronavirus no me ha parecido tan grave. No me ha quitado la sonrisa porque ya la había perdido antes por otras cosas. Me he pasado la vida toreando. Ahora nos vemos perjudicados por el aforo limitado o por la hora de cierre pero yo creo que nos vamos a recuperar pronto y que se va a arreglar todo. No sabemos cómo va a ser el futuro inmediato y nos esperan unos meses duros, por la cancelación de eventos y por la crisis económica que puede venir. Si no nos matan por un sitio, nos matarán por otro… Pero yo trato de estar siempre contento y de llevarlo con ilusión. Incluso, estoy pensando en poner en marcha otros proyectos de hostelería en Santander.

P.- Una crítica que suele escucharse en la calle es que en nuestro país hay demasiado negocios de hostelería. ¿Hay suficiente demanda para tanta oferta?

R.- A la hostelería se dedica mucha gente cuando pierde el trabajo en otros sectores, como la industria, porque lo ven como algo fácil. Es curioso, porque casi nadie suele abrir una carnicería si no ha sido carnicero antes o una peluquería sin experiencia previa. Sin embargo, en hostelería deciden meterse y hacer grandes inversiones cuando, en realidad, la mayoría de los negocios solo dan para el autoempleo, los sueldos no son altos y exigen muchas horas de dedicación.

P.-¿Ha aprovechado el confinamiento para hacer cosas que antes no podía, por dedicarse a un negocio tan absorbente?

R.- Una cosa que he descubierto durante esta etapa es que, si todo hubiera permanecido cerrado, me hubiera quedado en casa tranquilo con mi familia. He aprendido a disfrutar del hogar aunque, en cuanto nos soltaron otra vez, no he vuelto a parar. El problema que tengo es que me encantan los negocios… Cosa que me comentan, cosa que me gustaría hacer.

Patricia San Vicente

Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora