Qué escucha Alexa

La compañía desvela que, además de las peticiones habituales, los cántabros le hemos dicho 63.000 veces ‘Alexa, te quiero’ o le damos las buenas noches

Los altavoces inteligentes han pasado a formar parte de nuestras vidas. Quizá no sirvan para mantener con ellos conversaciones fluidas pero, al escuchar y responder, han dado un paso muy importante en ese camino. También suscitan inquietud, por no saber hasta qué punto siguen siendo privados nuestros ámbitos más íntimos cuando hay un aparato en casa con el oído permanentemente avizor. Alexa ha sido el primero en desvelar qué tipo de peticiones le hacemos y algunas resultan sorprendentes.

El asistente virtual Alexa nació en Estados Unidos hace ocho años de la mano de Amazon, pero llegó a España hace cuatro. También a Cantabria, y la compañía ha decidido desvelar algunas circunstancias curiosas de esta convivencia. Por ejemplo, que los cántabros que tienen un altavoz de su compañía conectado a internet (Google y Apple poseen los suyos) le han preguntado nada menos que un millón y medio de veces el tiempo que va a hacer.

Hasta aquí, nada sorprendente, aunque las peticiones más frecuentes suelen ser sobre el estado del tráfico, compras online o ajustar la luz o el termostato de la calefacción. También es muy habitual echar mano de Alexa para encontrar el móvil haciéndolo sonar, que le hayamos pedido 90.000 veces el recordatorio de citas, obligaciones o fechas, o que hayamos puesto 846.000 alarmas para despertarnos o atender un evento.

Llama más la atención que entre las 2,6 millones de horas de música que le hemos solicitado desde Cantabria en estos cuatro años, la canción más demandada haya sido ‘Tacones Rojos’, de Sebastián Yatra. Claro, que también ha sido la más reproducida por Alexa en el resto del país.

Una de las utilidades que más se demandan a este altavoz conectado a internet que casi todo lo sabe es la lista de la compra, en la que se puede añadir verbalmente un producto a medida que se detecta la necesidad, para no olvidarlo en el momento de ir al súper o al hacer la compra online. En concreto, los cántabros hemos metido medio millón de productos en esas listas que Alexa debe recordar o tramitar. También le hemos pedido que nos haga 135.000 llamadas a personas de nuestra lista de contactos telefónicos.

Lo que realmente sorprende es la cualidad casi humana que acabamos por reconocerle a medida que nos familiarizamos con el aparato. Según la compañía, en el último año, los cántabros le hemos dado los buenos días 152.000 veces. Por supuesto, Alexa ha contestado cortésmente. Por algún motivo que no es fácil interpretar, las buenas noches solo se las hemos deseado en 31.000 ocasiones, lo que indica que nos levantamos más sociables y predispuestos a llevarnos bien con todo el mundo de lo que nos acostamos.

Alexa confiesa que la mayor parte de las peticiones tienen que ver con la meteorología, con citas o con peticiones musicales.

Pero la prueba de que empieza a surgir algo más (es una ironía) son las 63.000 veces los cántabros le hemos dicho “Alexa, te quiero”. Quizá así le reconozcamos al aparato su permanente disposición a atender nuestras peticiones y sus nulas ganas de entrar en conflicto. Con el altavoz es imposible discutir aunque es evidente que también escucha malas palabras, pero la compañía no quiere revelar esa parte, quizá por caballerosidad. De hecho, el altavoz tiene contestaciones muy medidas e incluso con una pizca de sorna para este tipo de comentarios y de insultos, porque de todo oye. Es evidente que los programadores lo veían venir.

El propio hecho de que utilice una agradable voz femenina contribuye a crear una atmósfera relajada que no conviene enturbiar.

Queda grabado

Esta pequeña selección que ha hecho la multinacional norteamericana de cómo convive su asistente de voz con los cántabros indica lo curiosa que puede ser la forma de comunicarnos con el altavoz, que no es otra cosa que una máquina, pero también desvela que todas estas conversaciones quedan grabadas, algo más preocupante. Cada vez que alguien empieza una frase por “Alexa” u otra palabra de activación –puede que también ocurra con otras sin que lo sepamos– el aparato lo registra y lo compila; de lo contrario no podrían extraerse estas estadísticas. No deben entenderse como un control en modo ‘Gran Hermano’ pero sí como una advertencia de que hay un ordenador que escucha. Si esa información se cataloga o interpreta más allá de estos datos curiosos o si el aparato está programado para atender a otras palabras concretas, de forma que esas conversaciones quedan registradas con otros fines, no lo sabemos.

Derecho al borrado

Lo que sí podemos constatar es cómo vamos digitalizando nuestras vidas. En Cantabria ya se han hecho siete millones de interacciones a través de Alexa vinculadas al hogar digital (poner y quitar luces, subir las persianas o el volumen del televisor, activar cualquier aparato doméstico que esté vinculado al Internet de las cosas…). Solo en los últimos meses se han configurado cuatro millones de rutinas, un 59% más que el año anterior.

Todos estos datos pueden inducir a pensar que estamos ante un pequeño espía doméstico, del que apenas sabemos nada más que su capacidad para ayudarnos y hasta de hacernos compañía, pero hay que aclarar que existe un derecho al borrado de las grabaciones que nos realiza, y lo puede ejercer uno mismo. Todo aquello que Alexa recoge cuando se activa al mencionar este nombre, el de Amazon Echo o a través del ordenador y las grabaciones que se hacen accidentalmente cuando se pronuncia alguna palabra que suena parecido puede ser escuchado por el propietario del altavoz a través de su configuración y lo puede eliminar. También es posible silenciar el micrófono cuando se quiera evitar que el altavoz escuche.

Quizá no sea una garantía absoluta de que nadie más pueda acceder a esa información que se está recopilando desde el interior de nuestras casas, pero es todo lo que la compañía dice poseer. Solo Amazon sabe si realmente es así.

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