Los periodistas toman el poder

Consejeros y alcaldes optan por comunicadores y no por militantes como jefes de gabinete

Tras la investidura fallida de Sánchez todos los partidos tratan de imponer su relato de los hechos. Comunicar se ha convertido en tan importante como gobernar, o más y también en Cantabria, donde tanto el Gobierno como los ayuntamientos han dejado los puestos clave de su staff político en manos de periodistas. En el ámbito local, la llegada de las coaliciones de partidos también ha abierto un nuevo escenario: Si hace una década, la disputa era por ver quién se quedaba la concejalía de obras y urbanismo, ahora el objeto de deseo es la portavocía y salir en la foto.


Ciudadanos se ha hecho con la portavocía del Ayuntamiento de Santander. No es el resultado casual de un cambio de cromos. El partido de Rivera ha dado la orden de anteponerlo en todas las negociaciones, incluidas las de los gobiernos autonómicos. No es el único partido que ha optado por esta estrategia. Pablo Zuloaga, secretario general del PSC-PSOE, se ha reservado, como su antecesora, Eva Díaz Tezanos, esa misma función en el Gobierno cántabro.

¿Tan importante es dar la cara ante la prensa? ¿Más, incluso, que la propia labor de Gobierno? Esa es la conclusión que parecen haber sacado todos los partidos, a tenor del número de periodistas que han fichado para dirigir la acción política de sus consejerías y ayuntamientos en los cuatro próximos años. La jefatura de gabinete de la mayoría de los consejeros y de la alcaldesa de Santander, que en la práctica supone la máxima confianza de quien lo nombra y el control de la fontanería interna, ha quedado en manos de periodistas que ni son militantes de esos partidos ni anteriormente habían tenido más contacto con la Administración que a través de su labor informativa. Ahora serán ellos los que marquen gran parte de la acción política.

Gema Igual se decide

La alcaldesa de Santander, Gema Igual, por fin se ha decidido a nombrar una jefa de gabinete y ha elegido a una persona que ya estaba en su círculo político más estrecho, su jefa de prensa, Olga Garay.

El Grupo municipal Popular tiene, además, tres periodistas a su servicio. Y los restantes tienen al menos uno, también pagados por el Ayuntamiento. Lo han elegido así, cuando podían haber contratado un asesor político, urbanístico o económico. Es evidente que, para todos ellos, lo importante es salir en los medios. Eso ha dado lugar a que se junten más periodistas en el staff del Ayuntamiento de Santander que en la inmensa mayoría de los medios de comunicación locales.

Otro tanto ocurre en el Gobierno regional. Además de tener un gabinete de prensa profesional, la mayoría de los consejeros han optado por periodistas al nombrar sus jefes de gabinete, en lugar de optar por un hombre de partido o un allegado de su confianza. Una política que empieza a poner en entredicho la teoría de que, al tocar poder, los partidos lo primero que buscan es colocar a los suyos, y que en cambio abona la de que entre políticos y periodistas siempre hay una extraña relación de amor-odio.

El consejero de Innovación e Industria, Francisco Martín, ha sorprendido a todos al nombrar jefe de gabinete al periodista de información política de El Diario Montañés Enrique Munárriz, que ahora estará en el otro lado de la mesa.

La consejera de Empleo ha elegido como jefe de su gabinete al hasta ahora director de Eldiario.es en Cantabria, Rubén Vivar, y la consejera de Educación ha nombrado a otra periodista, Nuria González. Pero ha sido el consejero de Medio Rural, el regionalista Guillermo Blanco el que ha optado por un fichaje aún más sorprendente, el de Alfonso Pérez Aristi, un periodista de la SER que en la anterior legislatura fue jefe de gabinete de Díaz Tezanos. Un salto de partido (del PSOE al PRC) poco habitual, que en este caso está justificado por el estrecho contacto que mantenían Blanco y él cuando compartían las dependencias del edificio de Peña Herbosa, siendo uno jefe de gabinete del presidente y el otro, de la vicepresidenta.

Más desconcertante es el salto que ha dado, del PP a Ciudadanos, otro periodista, Oscar San Emeterio, implacable polemista en Internet al servicio del Partido Popular, que ha sido fichado como asesor por el líder del partido naranja en Santander, Javier Ceruti.

El propio presidente del Parlamento también ha optado por un experto en comunicación, Óscar Sañudo, para llevar su gabinete, en el que también hay una conocida periodista.

El hecho de que todos los partidos apuesten por fichar comunicadores para un puesto político de la máxima responsabilidad (el jefe de gabinete solo responde ante el consejero o el alcalde) desvela el contacto estrecho que mantienen con los medios de comunicación, y, sobre todo, lo convencidos que están sobre la influencia de prensa y de su importancia para llegar a los ciudadanos.

El prestigio como estratega que ha alcanzado Iván Redondo, el jefe de gabinete de Pedro Sánchez, probablemente tenga algo de mística, pero ha creado un convencimiento general de que lo auténticamente importante es conocer bien los medios de comunicación (y para eso nadie mejor que quien está dentro), con la intención no declarada de manejarlos en lo posible.

Los periodistas han tenido un papel activo en los gobiernos, desde la restauración de la democracia, e incluso en el franquismo, cuando Emilio Romero simultaneaba la dirección del periódico Pueblo con el cargo de procurador en Cortes, pero casi siempre han estado vinculados a la fontanería. Su presencia en primera línea ha sido escasa. Felipe González eligió a Eduardo Sotillos como ministro portavoz, pero pocos más han sido designados para tan alta encomienda.

Uno de los escasos periodistas que han encabezado listas electorales es Ximo Puig, presidente de la Comunidad Valenciana, que ahora está envuelto en una polémica, tras condonar su gobierno un préstamo a la sociedad propietaria del periódico Mediterráneo en el que él trabajó hace ya algunas décadas, y del que cobró una indemnización, a su salida, en forma de acciones.

Quien no parece que necesite un comunicador a su lado es Miguel Ángel Revilla, que se basta por sí solo para hacerse hueco en las televisiones y redes sociales, aunque se apoye en su jefa de prensa, Mercedes Larumbe.

Él es los pocos que no ha optado por un jefe de gabinete periodista, aún siendo perfectamente consciente de la importancia de los medios –sobre todo las televisiones– para conformar la opinión pública. Revilla es un perfecto constructor de ‘relatos’ para los medios, además de saber buscarse los espacios donde colocarlos. A cambio de su presencia en las televisiones, que proporciona audiencia, consigue muchos minutos para encajar sus mensajes así que sus apariciones se convierten en un do ut des.

El contacto de dos profesiones

Para el resto (consejeros y alcaldes) tener un jefe de gabinete periodista evita la tarea de preparar discursos, algo que roba mucho tiempo a la acción política diaria, y de establecer puentes con los medios de comunicación. El conocimiento de la actualidad presente y pasada que tiene el periodista no es fácil de encontrar en otros profesionales, y quizá es lo que convence a muchos para recurrir a ese perfil.

Juan Luis Fernández, que tras ser director de Alerta se convirtió en jefe de gabinete del presidente José Joaquín Martínez Sieso, considera que «es una evolución muy natural”, del trabajo del periodista. “Por un lado, la comunicación es cada vez más importante y el político quiere a su lado un consejero profesional de su confianza, para coordinar su imagen con los servicios de prensa que son ejecutados por profesionales de la función pública. Por otro lado, el periodista es un universitario más preparado para el aprendizaje de las partes no periodísticas de un gabinete de lo que una persona con otra formación pueda estarlo para aprender los aspectos mediáticos”.

Pero hay otro factor decisivo, en su opinión, y es el personal: “políticos y periodistas pasan mucho tiempo juntos, y es natural que el político se fije en estos profesionales, porque le gusta cómo trabajan o cómo piensan. Todo forma parte de la Sociedad de la Información», concluye.

Jesús Manuel Zaballa, un publicista que fue jefe de gabinete del presidente Jaime Blanco, también comparte la idea de que es el profesional que mejor se adapta al perfil: “Los cargos públicos tienen una gran preocupación por su  presencia mediática y por ello recurren a profesionales de la comunicación para dirigir sus gabinetes. La irrupción de las redes sociales incrementa esta necesidad de contar con un comunicador profesional y el perfil que mejor cubre estos aspectos es el de los periodistas o expertos en comunicación, sobre todo si, además, tienen capacidades de gestión de crisis o habilidades en marketing y publicidad”.

Zaballa, no obstante, cree que no basta con el perfil profesional de comunicador; se requiere, además, un perfil político, “porque no se trata solo de explicar las políticas públicas, también ha de conseguir adhesiones”. En otras palabras, saber manejar lo que tradicionalmente se conoce como la fontanería.

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